Unos temas, unos lugares y unos personajes nos llevan a otros.
Siempre con el denominador común de La Mancha y de Tomelloso, en los que enviamos a este periódico. Hoy,
siguiendo con el tema taurino nos referiremos, ya veremos por qué, a la
asistencia sanitaria en las plazas de toros en el primer cuarto del siglo XX y
a la de Tomelloso en particular.
Al hablar de
Mazzantini, en “La oreja de Mazzantini”,
decíamos que este singular
personaje y gran estoqueador impuso el sorteo de los toros y mejoró las condiciones de los subalternos,
pero además, se preocupó por exigir, donde toreaba, una enfermería dotada de
los medios de asistencia adecuados. De él fue la primera idea de fundar un
montepío de toreros, lo que, después, sería la Asociación Benéfica de Auxilios
Mutuos de Toreros, proyecto que retomaría luego Minuto, sin que pudieran llevarlo
a la práctica. Lo consiguió Ricardo Torres Bombita, en 1909, que
crearía, asimismo, el Sanatorio de toreros en 1927.
Como nos
informan Alberto Miñano Pérez, en su
tesis doctoral [1] y María Begoña Flores Ocejo en
la suya[2], a principios del siglo XX el espectáculo
taurino, sus condiciones y requisitos eran establecidos, cuando lo eran, por disposiciones municipales o provinciales. A veces, ni eso, eran los carteles
anunciadores de las corridas los que contenían normas de comportamiento y
condiciones para el desarrollo del festejo. Tal es el caso del que tuvo lugar en Tomelloso, el 17 de septiembre de 1877, que
nos aporta Ángel Martín-Fontecha[3],
en el que figuraban, entre las “advertencias” que
la organización del festejo, (la Sociedad de la Plaza de Toros de Tomelloso) realizaba,
los siguientes:
“5-Queda prohibida la entrada a la plaza con palos, pinchos, piedras ni objetos que
puedan herir a las reses u perjudicar a
los lidiadores.
6-Asimismo, queda prohibido ponerse en las barreras y burladeros con objeto de
evitar una desgracia a los diestros.”
Una de las
primeras normas completas que se elaboraron fue el reglamento de 14 de
febrero de 1880, por el que se regía la plaza de toros de Madrid, aprobado por
el Conde de Heredia Spinola, Gobernado civil de la provincia, que
consagraba todo un título al servicio
facultativo y de enfermería y que se
aplicaba en la mayor parte de las más importantes plazas de España, cuyo
artículo 88 disponía que: “La enfermería de la plaza se hallará dotada de
todo el material necesario, y en ella será también asistido todo concurrente o
empleado que lo necesite”. Pero estamos hablando de Madrid y de su
plaza.
Con la creación
del Montepío de Toreros, se lograron disposiciones legales que preceptuaban el
estado en que debían de encontrarse las enfermerías para que se autorizase la
celebración de corridas. La primera disposición con aplicación a todo el territorio nacional, fue
la Real Orden de 8 de septiembre de 1911 que
determinaba, con bastante detalle, las condiciones, instrumental
quirúrgico y material farmacéutico que debían tener las enfermerías de las
plazas de toros.
Y es el 28 de febrero de 1917, cuando se
aprueba el primer reglamento taurino de ámbito nacional,[4]
siendo Ministro de la Gobernación Ruiz Jiménez, padre del Ministro de Educación
franquista. Reglamento, sin embargo, que se decía aplicable a las grandes
plazas, dejándose a la libre elección de los gobernadores civiles su aplicación
en las demás. Primeras normas estatales de 1911 y 1917 posteriores ambas a las
cogidas de Machaquito y Camará en
Tomelloso en 1907 y a la que causó la
muerte a “Pepete” en Murcia, en 1810, a que haremos referencia.
“Las Enfermerías, [escribe Miñano Pérez] tenían una funcionalidad bastante reducida.
Lo habitual era que en ellas se realizara una primera cura que consistía en la
oclusión de la herida con gasa húmeda. En muchos casos había que esperar la
llegada del médico más cercano, ya que no siempre se encontraba en la
Enfermería como exigía la legislación. Luego el herido permanecía en dicha
Enfermería varias horas hasta que era trasladado en camilla, carro o coche
hasta la fonda u hotel en que se hospedaba. Si el torero tenía medios
económicos era trasladado a Madrid o a su ciudad de origen, donde contrataba un
cirujano, con más o menos pericia, que le trataba la herida, habitualmente en
la casa del torero. Si no tenía medios económicos, se recuperaba, si lo hacía,
en la misma fonda u hotel “
De la exigencia de Mazzantini respecto de los servicios
de enfermería, nos da idea la siguiente anécdota que encontramos en “La
Independencia”: diario de noticias del 17
de septiembre de 1910, p. 2.
“Tenía que torear en una plaza de La Mancha. A la
llegada del tren le recibieron con música, cohetes y repique de campanas. Aquel
torero, que como director de lidia se hizo non, tan pronto como llegó a la
fonda preguntó si había en la plaza enfermería.
-Le diré a usted, - hubo quien le
dijo, como no es necesaria, no nos hemos preocupado de ello.
--Pues, bien, -contestó el diestro,-
como eso es una de las cosas que a mí más me preocupan, si para la hora de
vestirme no tiene todo cuanto es preciso para una cura, puede anunciar la
suspensión de la corrida.
¿Qué si improvisó el empresario
enfermería? Ya lo creo.”
Todo lo anterior viene a cuento del artículo firmado por T.V.O. en el citado periódico, “La Independencia”, en el que, con motivo de las deficiencias de los servicios médicos de la plaza de Murcia, en la que falleció el matador “Pepete”, trae a colación las anteriores cogidas de Machaquito y Camará en la corrida de feria de 1907 en la plaza de Tomelloso, y escribe: “ambos fueron llevados al hospital sobre un burro, pues en la plaza todo el material sanitario que había era una albarda que sirvió de mesa de operaciones para reconocer la herida a Machaquito.” ¡Una albarda de mesa de operaciones y un burro de ambulancia! Nos pareció chocante, exagerado y tratamos de confirmar esta circunstancia con otros medios, pues la importancia y la concurrencia de cogidas, unidas a la categoría del matador herido, debía haber dado lugar a la difusión en otros periódicos y efectivamente, además de lo informado en ABC y Blanco y Negro a que se refiere Martín-Fontecha[5], el doble percance fue dado a conocer por todos los diarios de provincias.
Pero hagamos, primero, una ligera referencia a la muerte de “Pepete” que dio motivo a la anterior acusación respecto de la enfermería de la plaza de Tomelloso.
José Gallego Mateo, “Pepete”, nació en Sevilla, el 19 de marzo de 1883. Se le conocía por José “Claro”, el apodo de su abuelo. Fue el tercer “Pepete” de la historia taurina, y los tres murieron por cornada. El primero, tío abuelo de Manolete, José Dámaso Rodríguez, en 1862, en Madrid; el segundo, José Rodríguez Davie, en 1899, en Fitero. Tomó el tercer “Pepete” la alternativa el 28 de septiembre de 1905, en su ciudad natal de manos de Bonarillo, que le cedió el toro “Cumplido”, de Murube, en presencia de Ricardo Torres "Bombita", saliendo a hombros, y la confirmó el 27 de mayo de 1906, en Madrid, de manos de Antonio Moreno "Lagartijo", que le cedió el toro “Cazaquito” del duque de Veragua, en presencia de Antonio Fuentes y Antonio Montes.
El 7 de septiembre de 1910, en Murcia, sustituyendo
a Ricardo
Torres "Bombita", “Estudiante,” un toro de Parladé,
le cornea. Ingresó, desangrándose, en la enfermería, falleciendo a las pocas
horas. Su muerte daría lugar a una polémica en cuanto al tipo de
asistencia médica en la enfermería de la plaza murciana en particular, y de las
demás en general, ante las doloridas quejas de su mozo de espadas, “El Farol”: “¡Qué infamia!
Murió sin curarle y se desangró. Los médicos, en seguida que le vieron se
marcharon a continuar viendo la corrida, y me quedé solo en la enfermería…!El pobrecito murió sin que lo curasen, se desangraba
por momentos y los dos médicos que entraron en la enfermería solo le
reconocieron a la ligera la herida, y después de meterle unas pinzas y ponerle
una plasta de algodón, se marcharon a ver estoquear al primer toro a
'Machaquito', pretextando que no podían
curarle hasta que no llegase una medicina que habían mandado traer. Allí quedé
solo con el pobre José, que se ahogaba y que me pedía que le pusieran
inyecciones de morfina, que le calmasen los agudos dolores que sentía. Cuando
se lidiaba el cuarto toro llegó la medicina, que eran tubos de suero. Empezaron
a inyectárselos, sin verle más la herida; y por torpeza del encargado de la
inyección se rompió lo aguja, que quedó dentro del cuerpo. Le pusieron otra y
le inyectaron dos o tres tubos; pero ya no había remedio; falto de sangre por
la hemorragia, fue apagándose hasta que expiró»[6].
El
periódico “El Liberal” hacía frente a estas palabras, y las achacaba al «natural dolor del mozo de estoques, que le
hacen incurrir en exageraciones que en honor a la verdad no nos creemos»,
pues había informado que, cuando ingresó 'Pepete' en la
enfermería, había seis o siete médicos, entre los que se encontraban
distinguidos operadores y que, se aplicaron cuantos recursos científicos fueron
posibles. Pero la herida era mortal, porque el cuerno de 'Estudiante' había cortado
la arteria femoral y la vena safena, «desangrándose
principalmente desde el redondel a la enfermería”.
Todavía el grupo “Erial”,
a finales de 1970, recordaba la muerte
de este matador popularizando la canción
“Romance a Pepete” sobre una letra que
les enseñó la abuela de uno de sus componentes: “El día siete de septiembre /
recuerdo tendréis murcianos / de la muerte de Pepete / un valiente sevillano.
Por librar a un picador / Pepete encuentra la muerte / un toro de Parladé /
mató al torero Pepete».
Pero, retrocedamos
a Tomelloso[7]. En 1907, en la tarde del 17
de Septiembre, se celebró una corrida de feria, integrando
el cartel Machaquito, que
venía de Madrid, de dar la alternativa a
Manolete, y el sevillano Enrique
Vargas, Minuto, con seis toros de la ganadería de
Romualdo Jiménez Beltrán, aunque algún periódico se los atribuyera, en
claro error, a Camará.[8] Resultaron mansos, habiendo cogido el segundo
a Machaquito y a su primo y banderillero Camará.
Ricardo Luque
“Camará”
No vamos en esta
ocasión a entretenernos en contar la vida y milagros de Machaquito, por ser sobradamente
conocido. Simplemente, de su subordinado, Ricardo Luque González "Camará", menos famoso, diremos que nació, como su
jefe y primo, en Córdoba, el 9 de enero de 1882 y en ella murió el 26 de octubre de 1945. Casi toda su
trayectoria la realizó al lado de su primo "Machaquito", picando
también, para "Manolete" (padre), "Cocherito de
Bilbao", "Celita" y José Flores "Camará" (sobrino y
cuñado suyo).
De las cogidas de
ambos en la plaza de Tomelloso, o “el
Tomelloso”, se ocuparon más o menos ampliamente, como decimos, además de
ABC y Blanco y Negro que cita Ángel Martín-Fontecha, todos los periódicos de
provincias. Con mayor detalle “El
defensor de Córdoba”: diario católico de los días 18 y 19 de septiembre de ese
año y “La Rioja”: diario político, 1907 septiembre 19, pp. 1 y 2.
Éste último, en
noticias recibidas “de la citada villa
manchega” y que, por tanto, nos merece credibilidad, cuenta que “había tal animación y desusado interés, que
mucho antes de empezar la fiesta la plaza estaba llena totalmente, notándose en
el público una atención y una alegría inusitada. Bien pronto cambió de aspecto
la decoración.”
Como las crónicas
se transmitían por telégrafo y, a veces, de oídas, que no de vistas, las
versiones discrepan según los periódicos y sus cronistas. En este caso,
respecto del orden de las cogidas, según unos, la de Camará tuvo lugar al poner un par de
banderillas; para otros, al dar un lance con el capote; para unos antes que a
Machaquito, según otros, después. La de Machaquito, quién, escribe que al lancear de capa; quién, que al torear de
muleta y dar un pase de pecho, forzado. El propio matador, que podía sacarnos
de dudas, la describía así: “Era manso y
se quería ir; quise tapar la salida y tropezó conmigo. Ha podido ser mucho,
porque me tuvo un buen rato enganchado, pero parece que no es nada; uno de los
puntazos está en el borde del recto, sin penetrar, y el otro en la misma región
glútea, cerca de la cadera. Este segundo puntazo me lo dio al soltarme del
pitón.” Y que “el toro que le cogió era un manso sin cuidado ninguno, debiéndose lo
sucedido a un exceso de confianza.”
De la lectura
atenta de los hechos y de las declaraciones de Machaquito, parece deducirse que éste fue cogido primero,
pues, como declara, “Poco después de entrar en la enfermería me enteré de
que el mismo toro que me había herido cogió
también a Camará” y que su cogida fue en el último tercio, (“al dar un pase ceñido, de pecho, se le
quedó el bicho debajo del trapo, metió la cabeza y le alcanzó, prendiéndole por
el muslo y corneándole de un modo horroroso.”) La cogida de Camará, entonces, no pudo ser en banderillas, sino en la
posterior brega. En cuanto al toro fue el segundo de la tarde, primero de
Machaquito, del que sólo “El Cantábrico” nos da su curioso nombre: “Jiménez”.
Llegados a la enfermería, parece que, sin
los exagerados términos de T.V.O. en “La Independencia”, los medios para la asistencia
médica dejaban bastante que desear, según la unánime opinión de los cronistas,
de las cuadrillas y del matador herido.
Transcribimos lo escrito por “El defensor de Córdoba”:
“Al ser
llevado Machaquito a la enfermería resultó que se carecía de servicio
sanitario. Ni allí había botoquín ni médicos, ni nada. El Ayuntamiento también
carecía de medios. Al fin entre varios médicos curaron a Machaquito.” Pero fue
asistido, pues continúa: “Los médicos que
intervinieron en la cura son don Ramón Guerra, don Gonzálo Muñoz, don Manuel
Oriz y don Eusebio Penado.”(Sic, Peinado?) Y “Al banderillero Camará le curó de la primera intervención
un médico forastero que se hallaba entre los espectadores. La Curz Roja de
Tomelloso prestó sus auxilios en la cura y en la traslación de los heridos a la
estación.”[9] El mismo periódico al día sigueinte especificaba de Camará
que “el
infeliz torero tuvo
que ser curado en el hospital por le
médico de la población de Infantes don Pedro Manuel Fernández Palacios, que había
ido a Tomelloso exclusivamente para presenciar la corrida. El pronóstico es
reservado.” Y concluía
el periódico, respecto a este tema: ”Las
cuadrillas muy trabajadoras, censurando los serviciois de este pueblo con
justísima razón.”
Por su parte el periódico “La Rioja”,[10] informaba que tras la cogida de Machaquito, “Sus compañeros le llevaron en brazos a la
enfermería. Pero allí ocurrió un caso inaudito y vergonzoso. La empresa no
tenía dispuesto botiquín ni tampoco lo había en el Ayuntamiento. Es de advertir
que la Cruz Roja y los médicos lo tenían reclamado con insistencia de antemano,
sin que nadie les hiciera caso. Los
médicos señores Guerra, Muñoz, Ortiz y Fernández Palacios atendieron y curaron de primera
intención al famoso espada; pero de un modo deficiente por la carencia de
los medios necesarios….En la camilla de
Cruz Roja fue conducido hasta la fonda.”
El propio matador, según “La Atalaya”[11],
“refiere las deficiencias que halló en la
enfermería, donde no había ni taponajes, teniéndose que buscarlos en una botica
muy distante de la plaza.” Y según “El Pueblo”[12],
“Machaquito viene indignado de Tomelloso.
Se encontró con que en aquella plaza no había servicio sanitario de ningún
género. Ni siquiera un mal botiquín. Cuando le cogió el toro, lo propio que a
Camrá, fueron trasladados la Hospital y de este establecimiento a una botica.
Los Llevaron en una camilla de la Cruz Roja.”
En cuanto a las heridas sufridas, en base a los partes
médicos, los medios son más concordantes. Machaquito, como el mismo nos
cuenta, sufrió dos heridas en los
gluteos, una cerca del ano, honda pero, afortunadamente,
sin interesar el recto, y otra en la región glútea; ambas
de pronóstico reservado; la de la cadera de diez centímetros de profundidad
por igual extensión y la de la región
glutea de cinco de profundidad por cuatro de extensión, siendo de mayor
gravedad la de su primo Camará que sufrió una herida penetrante en el pectoral
derecho, de cuatro centímetros de extensión y ocho de profundidad, con grandes
desgarramientos internos que le dejaban al descubierto la arteria
axilar,(principal, decía un cronista) pero sin herirla.
Y parece que el diagnóstico y las curas que les
realizarona a ambos fueron acertadas, pues después el madrileño doctor Antonio Zofío[13]
que les reconoció y continuó su tratameinto, confirmó el primero y encontró
correctas las segundas.
Al ser un mano a mano con Minuto, éste hubo de
entendérselas con todos los toros aquella tarde, “estando más que regular” y matando los cinco primeros mansos. El
último “fue estoqueado superiormente por “Patatero”, el cordobés Francisco González, de la cuadrilla de Machaquito, que solicitó al pentamatador permiso para ello y
le fue concedido.
Aquella misma noche “Los
heridos marcharon por carretera en un coche lleno de almohadas a la estación de
Argamasilla de Alba, pues aún cuando la estación del pueblo es Záncara, en ella
no se detiene el exprés.” En él llegaron a Madrid “ocupando una cama cada uno del Sleeping-car” siendo conducidos a
la fonda “La Cordobesa” (Calle del León, 17)
en la que reside Machaquito cuando se encuentra en la capital.
Con motivo de la cogida en Tomelloso y la que tuvo en
Algeciras el 12 de junio por un toro de Miura,
Machaquito perdió 13 corridas de las 73 contartadas. No obstante, aquella
temporada toreo 60, mató 149 toros, pareó 59 reses, clavando 116 pares y
medio y llevando sobre su conciencia,
desde que tomó la ternativa, la muerte
de 1072 toros en 437 corridas.
Así fue, según nos contaron,
la historia de aquellas cogidas; así estaba la enfermería y así
realizaron la primera cura a ambos toreros en aquella ocasión, confirmándonos
lo que sostienen en sus respectivas
tesis los doctores arriba citados, en cuanto a deficiencias asistenciales,
traslados, asistencia posterior, convalecencia
y recuperación de aquellos esforzados lidiadores que cada tarde exponían
sus vidas para ganarse la vida (“más cornás das el hambre”) y para goce y disfrute de la afición.
Todavía en la feria, el
18 de septiembre de 1913, en la corrida en que alternaron Ángel
Carmona, “Camisero” y Paco Madrid con toros de la ganadería de Félix en la que resultó
herido con el estoque en una mano un espectador, “Como se carecía de enfermería lo curó la Cruz Roja.” (“El
Pueblo”: diario republicano de Valencia 1913
septiembre 18, p. 3).
En “El Pueblo manchego”, 1921, junio 1, p. 1, el cronista de la novillada sin picadores
celebrada en Tomelloso el domingo día 29 de mayo, en la que resultaron heridos de gravedad el
novillero Montañesito y el
sobresaliente Adolfo Guerra, no
obstante elogiar la asistencia médica prestada por los doctores D. Fermín Zancada, D. Juan José Solares, don
José Alberich. D. Vicente Soriano y D. Juan José Navarro, y la de la Cruz roja,
con relación a la enfermería de la plaza,
decía que herido Montañesito, “éxanime en la arena, recogido por la asistencia
de la plaza fué conducido al chiribitil
que se tiene por enfermería en la plaza, en la que hay una cama propiedad del
conserje…” y, en otro momento,
al referirse a la eficaz intervención de los doctores, daba cuenta de
que los heridos al salir para Madrid “no
tenían palabras suficientes para alabar a los referidos doctores, tantas
alabanzas hacían de ellos como vituperaban
la enfermería.”
Para la feria de ese año las cosas ya habían cambiado, “El pueblo manchego” 1921 agosto, 4, p. 1, al dar cuenta de
la cogida del banderillero Antonio
Garrido dice que pasó a la enfermería, donde “Cruz Roja tenía un magnífico servicio montado con arreglo a los
últimos adelantos, ya era hora de que Tomelloso tuviera una enfermería
adecuada.”
Parece ser que las cosas mejoraron, pues, “en
la segunda década del siglo XX”, según recoge Ángel Martín-Fontecha,[14]
(Historia…V) como se hubíeran remozado las instalaciones de la enfermería de la
plaza, el alcalde y el médico instaron al matador Rafael Gómez Ortega “El Gallo”, que iba a torear aquella tarde, a
visitarla. Y ante las continuas
negativas de éste, el alcalde le preguntó:
—“¿Es
que a usted no lo cogen nunca los toros’”
—“Mire usté, respondío “el Gallo”, a mí me cogen pocas veces… y en
Tomelloso nunca.”
Madrid, 11 de julio de 2021
[1] “La Asistencia Sanitaria en los
Festejos Taurinos. Anatomía topográfica y abordaje inicial de los lesionados”
Alicante, 2013.
[2]
“Origen y evolución de la actuación veterinaria en los festejos y espectáculos
taurinos e incorporación de la mujer a estos cometidos veterinarios”. Madrid,
2008, Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Veterinaria.
[3]
“Historia de la antigua plaza de toros de Tomelloso (I)”. La voz de Tomelloso,
26 de Febrero del 2021.
[4] Reglamento de las corridas de toros, novillos y becerros. Real Orden del Ministerio de la Gobernación de 28 de Febrero de 1917. Gaceta de Madrid de 3 de Marzo.
[5] La voz de Tomelloso. “Historia de la antigua plaza de toros de Tomelloso (II). Jueves, 4 de Marzo del 2021.
[12] El Pueblo : diario republicano de
Valencia: El Pueblo : diario republicano de Valencia - Año XV Número 5582 -
1907 septiembre 19 (19/09/1907), p. 3.
[13] Antonio Zofío Urosa, médico dermatólogo Jefe Clínico de San Juan de Dios y
miembro numerario fundador de la Academia Española de Dermatología.
[14] La voz de Tomelloso. “Historia de la
antigua plaza de toros de Tomelloso (V) Jueves, 8 de
Abril del 2021 ..
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Sábado, 17 de Mayo del 2025
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