Hemos escrito sobre
referencias hechas a Tomelloso por doña Emilia Pardo Bazán y don Benito Pérez
Galdós. Añadimos ahora otra referencia a
Tomelloso, en este caso, debida a don
Antonio Cánovas del Castillo, de cuyo asesinato se acaban de cumplir, el 8 de
agosto, ciento veinticuatro años.
La emigración a América en aquellos años, (1891) era un hecho
y, en concreto a la Republica Argentina, cuya Constitución de 1853, en su preámbulo, hablaba de “promover el bienestar general […] para todos los hombres del mundo que quieran
habitar en el suelo argentino”, ámbito que se reduciría en el artículo 25
de dicha carta magna, limitando el alcance, al especificar que el gobierno “fomentará la inmigración europea”.
Ante esta situación, en varios periódicos, se publicó un
artículo del político conservador y
académico de la Historia (1860), de
la Española (1867), de la Ciencias
Morales y Políticas (1871) y de la de
Bellas Artes de San Fernando (1887), don
Antonio Cánovas del Castillo (1828 -1897)[1], a la sazón Presidente del
Consejo de Ministros, en el que, saliendo al paso de la emigración española a
Hispanoamérica, en concreto, a Argentina, se preguntaba si “porque nuestro territorio es más ingrato que el de las riberas del rio
de la Plata... ¿hemos de abandonar en masa todos, como ya abandonan algunos, el
suelo patrio, emigrando allá, con el fin
de hallar agua de sobra y mejores tierras y condiciones que logramos aquí, para
producir más y más barato?”
Antes de esa pregunta, para justificar la permanencia en la
tierra patria, hacía referencia a que en
las tierras en que hay “natural humedad o
perenne riego, ni detestan los labradores los árboles, ni está el campo
despoblado, ni las tierras se dejan de cultivar años y años para que por sí
solas recobren las consumidas fuerzas, ni pasa absolutamente nada, por fin,
de lo que se atribuye a incuria de
extremeños y manchegos. “
Y aquí viene la
cita, con unas imágenes no muy laudatorias para el rio Guadiana ni para la
arboleda tomellosera. Continuaba: “¿Cómo
les basta a estos últimos que un poco de
cieno líquido, a manera de culebra vil, se deslice por el campo de Montiel,
de quijotesca memoria, para criar por junto a Argamasilla de Alba sotos de
olmos y otros árboles, capaces de dar envidia al regio Aranjuez? Por qué en todo Tomelloso, pueblo vecino,
no se encuentra, en cambio, sino tal cual acacia tísica frente
a la iglesia? Ningún difamador de nuestros campesinos responde a este
sencillo dato experimental.”
Y tras otras varias
consideraciones, concluía que, en cualquier caso, se debía “tambien
seguir viviendo en esta vieja tierra, donde tanto sudor y sangre se ha
derramado y donde, dado que todo lo demás falta, nunca faltará la adquirida
gloria, ni faltarán cenizas de antepasados grandes que custodiar. Váyanse tales
o cuales indiuviduos en buen hora, donde mejor paga y ganancia su trabajo
encuentre: la patria no puede seguirlos ni sus hijos todos imitarlos.”
Y es que Cánovas conocía
Tomelloso y lo frecuentó en los años siguientes al de su primer matrimonio, en
octubre de 1860, con doña María de la Concepción Espinosa de los Monteros, hija
de los Barones del Solar de Espinosa. Como cuenta Manuel Casado Sánchez de Castilla[2]
vivió aquel “inolvidable paréntesis … de tranquilidad y de
apacible dicha, que duró apenas cuatro años, amortiguadas las ambiciones,
olvidados los accidentes de la lucha y dejando correr el tiempo con el corazón
abierto a todas las impresiones dulces.” Y continúa: “Conservo numerosas cartas
suyas escritas en aquella época, de su retiro del Tomelloso las más, desde
Madrid las menos, y todas respiran en sus conceptos esa plácida tranquilidad
del alma que es la base de toda felicidad en la tierra, desde donde escribiera
multitud de cartas, en el periodo de tranquilidad que le aportó su esposa hasta
su pronto fallecimiento tres años después.”
El verano de 1863, aún lo pasó en Tomelloso, según informaban “El Contemporáneo” (Madrid). 6/9/1863, página 2 y “La España (Madrid. 1848). 6/9/1863,
página 4: "El Sr. Cánovas del
Castillo, que ha pasado el verano en sus
posesiones del Tomelloso, ha salido para los baños de
Buzot, de donde regresará probablemente á Madrid.»
Tomar las aguas estaba entonces de moda como terapia para
distintas enfermedades y Cánovas, que se veía molestado frecuentemente por corizas, (catarros nasales) cuya
predisposición parece ser que adquirió en Roma, este año visitó el balneario de
Busot, en la provincia de Alicante, antes de que allí se edificara el Hotel
Miramar. La costumbre le acarrearía funestas consecuencias ya que encontraría
su muerte en otro, en el guipuzcoano
de Santa Águeda, en Mondragón,
a manos del anarquista Michele Angiolillo, el domingo 8 de agosto 1897.
Azorín, como veremos en próxima entrega sobre “Tomelloso en
Azorín”, en “La ruta
de Don Quijote”,
capítulo V, “La Academia de Argamasilla”,
cuando dialoga con el clérigo don
Cándido, y le pone en duda que Cervantes
estuviera preso en la cueva de la casa de Medrano, escribe:
“— Ya sé, Sr. Azorín,
de dónde viene todo eso —dice D. Cándido;—Ya sé que hay ahora una corriente en
contra de Argamasilla; pero no se me oculta que estas ideas arrancan de cuando Cánovas iba al Tomelloso y allí le llenaban
la cabeza de cosas en perjuicio de nosotros. ¿Usted no conoce la enemiga que los del Tomelloso tienen á Argamasilia?”
Como hemos puesto de manifiesto en nuestro trabajo “Más sobre
Tomelloso y doña Emilia Pardo Bazán”, don Cándido, que achaca a Tomelloso la
enemiga en este tema, es injusto, ya que “El Obrero de Tomelloso” hizo una
defensa a ultranza de Aragamasilla, de la estancia en ella de Cervantes, de ser
el pueblo del que éste no quería acordarse y de ser la cuna de Sancho, atacando
a doña Emilia Pardo Bazán por haber puesto en tela de juicio que la cueva de
Medrano fuera la prisión en que estuvo el Manco de Lepanto.
Madrid, a 10 de agosto de 2021.
[1] La
prensa: periódico semanal de literatura e intereses generales: 1891 marzo 8,
p.1. La provincia : órgano del Partido Liberal
Conservador: 1891 febrero 15,
p. 2, La Palma : Diario de avisos, mercantil, industrial, agrícola y
literario: 1891 febrero 13, p. 1. 1891 Febrero 12.
[Murcia : s.n., 12/02/1891], p. 1.
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Domingo, 4 de Mayo del 2025
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