Opinión

De mi memoria adolescente XI. Curro Meloja

Juan José Sánchez Ondal | Martes, 16 de Noviembre del 2021
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Comencé a publicar esta serie “De mi memoria adolescente” hace  justamente un año: el 16 de noviembre de 2020. Toda memoria, como toda adolescencia, tiene cabo y fin. La adolescencia  mía transcurrió en Tomelloso, al menos la que la Organización Mundial de la Salud define como adolescencia tardía que abarca de los 14 a los 19 años. La temprana, dice, que va de los 10 a los 14. La memoria de ella, de la adolescencia amablemente vivida en Tomelloso, podría tener y tiene mucho más contenido, pero creo que debe acabar aquí, en este undécimo, decimoprimero u onceno capítulo, engastada, como los de la otra serie de “Cosejas y versetes”, en dos poemas que creo vienen al caso.

Con el agradecimiento a este periódico que me ha brindado, y sigue brindándome, la ocasión de dar a conocer  estas memorias y cuantos trabajos y poemas le he remitido,  y  a los amables y benevolentes lectores que me siguen, ahí va todo:

Excavo en la memoria. En su subsuelo,

allá en la hondura de sesenta años.

Columbro unas escenas de jóvenes alegres

que caminan soñando,

soñando aunque despiertos, 

por un sendero largo

que conduce al presente,

a este presente amargo

en el que varios de ellos,

gran parte, se han borrado.

……………………………

 

Por entonces era famosa una canción que cantaba Lola Flores  cuyo estribillo conocíamos todos. Aquel de “Ay, Currillo, Currillo Meloja quien será la gachí que te coja”. Yo tenía entonces, de mi padre,  y conservo, una colección de 105 estampas o postales en color sepia, de toreros famosos, desde Costillares, Pedro Romero, Pepe-Illo, Paquiro, Desperdicios, El Chiclanero, y Cúchares, a Luis Miguel Dominguín y José Martín Vázquez,  pasando por los Valencia, los Bombitas, los Gallos y Gallitos, Manolete,  Arruza, etc., con sus biografías impresas al dorso,  escritas por Curro Meloja, colección que se cierra, o abre, con una foto de éste, firmada en 1945.

Este Curro Meloja era el seudónimo, tras el que ocultaba su parentesco con el gran Mariano José de Larra, Carlos de Larra y Gullón, (Madrid, 16.XI.1889 – 9.XII.1962) periodista taurino y taquígrafo de las Cortes; profesiones y afición que transmitiría a su sobrino Manuel Lozano Sevilla, taquígrafo de las Cortes, también, y jefe de prensa de la Casa Civil de de Franco,  (Madrid, 30.VI.1907 – 15.VII.1982) al que tantas veces vimos y  oímos retransmitir corridas de toros en la naciente Televisión Española. El seudónimo de Curro Meloja lo tomó Carlos de Larra del personaje del sainete lírico “La mala sombra” de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, al que puso música el maestro José Serrano Simeón y que fue estrenado, el 25 de septiembre de 1906, en el Teatro Apolo de Madrid. En “La mala sombra”, el personaje de Curro Meloja es el falso gracioso plagado de dichos y muletillas  que estaban o se pusieron de moda entonces, como "sipi", por sí, "nopi", por no, "naturaca", etc., nada parecido al habla y la bella prosa del cronista taurino Curro.

Me  sorprendía y no me encajaba que un periodista taurino, por bueno que fuera, y Curro Meloja lo era,  hubiera alcanzado la fama hasta el extremo de figurar en coplas tan famosas y de tan famosa intérprete.

De la letra de la canción de Lola no sacaba en limpio nada en relación con la identidad del Curro Meloja que la tenía sin sueño. Era ésta:

“Este Curro me tiene sin sueño/ ni como, ni duermo/ ni puedo hacer “na”/ Pero es tanto/ el cariño que le tengo/ que hasta los mengues/ me quieren llevar. / Ay Currillo, Currillo Meloja/ quien será la gachí que te coja. / Por la gloria del padre Cotón/ que si a mí no me diera la gana/ me hacía yo paisana/ del rey Salomón.”

Y es que Lola se permitía, y le permitían, cualquier arreglo o desarreglo de letra en sus canciones.   La letra que ella cantaba era un  retazo, un apaño, a su estilo, de la que escribiera Tenorio con música del maestro Monreal, más amplia, más inteligible y mejor medida y rimada. De ella sí se deduce que el Currillo Meloja no era el crítico taurino  pariente de Larra, sino  un gitano  que En la fragua está siempre cantando/  y con el martillo se marca su son/ y hasta er fuelle se sale bailando/ y tanto se jincha/ que da un reventón.”; un calé al que “Er meloja le disen de mote/ porque tié salero pa toa las cañí/ y de tanto desirle meloja/ ar pobre Currillo lo tienen gilí./ Y no se dan cuenta,/ y esa es la verdá/ que son toas ellas/ las que están chalá.”

Se entiende, entonces, el estribillo que canta una cañí:
“Ay Curillo, Currillo Meloja
¿quién será la cañí que te coja?
Por la gloria del pare Cotón,
que si un día te da a ti la gana
yo me hago paisana del rey Faraón.”

Pero Lola era Lola. Aquella de la que escribiera el cronista de The New York Times, con motivo de la primera actuación de La Faraona en EEUU, en 1953: "Lola Flores no canta ni baila, pero no se la pierdan.”

…………………………………

Para cerrar, esta reflexión:

 Ya no eres tú

aquel que un día partiste

con el  morral al hombro hacia la vida.

Aquel que malgastaba los minutos,

las horas y los días en aspirar

y en conseguir logros vanos, efímeros.

Ya no eres tú

este que ahora medita

y simplemente reconoce

que hubo de ser así.

Tampoco serás tú

este que  está escribiendo

cuando mañana leas

estos versos.

 

Madrid, 15 de noviembre de2021.

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