En su informe sobre el cambio climático y la tierra, el IPCC indicó que, si
se superan los 3 grados de calentamiento global, la inseguridad alimentaria se
generalizará en el planeta, lo que provocará movimientos masivos de población
y, por tanto, conflictos generalizados...
Debido a ese colapso y a la degradación de la calidad del suelo, el sistema
alimentario se enfrenta a problemas fundamentales: disminución de los rendimientos,
tensión por el uso del agua, pérdida de biodiversidad, nuevas plagas y
enfermedades, pérdida de la fertilidad del suelo, aumento de los costes de los
insumos, incremento de los precios de los alimentos para ganado, dificultades
económicas y problemas de salud, nuevas pandemias…
La resiliencia alimentaria es la capacidad de un territorio para
garantizar una alimentación abundante, sana y equilibrada a su población a
pesar de las perturbaciones que pueden afectar a los distintos eslabones de la
cadena alimentaria.
Entre 1945 (sin tractores y sin fertilizantes sintéticos) y 1975 (con el
uso generalizado de tractores), los rendimientos de cereales se multiplicaron
por 5. En un mundo sin combustibles fósiles, los rendimientos de cereales
disminuirán drásticamente. En cultivo ecológico (sin fertilizantes de síntesis,
pero con tractores todavía) los rendimientos son más de la mitad inferiores a
los rendimientos "convencionales". Si el petróleo barato se agota
hacia 2.030 y no se encuentran combustibles alternativos, podrían llegar
problemas en los suministros críticos, por ejemplo, alimentos.
EL CAMBIO CLIMÁTICO PERJUDICA A LA AGRICULTURA
Los cambios en los patrones de lluvia y temperatura, con un aumento en la
frecuencia e intensidad de los sucesos extremos perjudican a la agricultura: daños por plagas, inundaciones, desertificación, alteración de los recursos
hídricos, cambios en las fechas de maduración… las repercusiones ya son evidentes.
Los nuevos escenarios climáticos pronostican para los cultivos de cereales una
disminución de los rendimientos agrícolas del 20 al 50% de aquí a 2050.
Según el Banco Central Europeo España es el 4º país europeo más expuesto por el
riesgo de incendios, sequías, inundaciones y subida del nivel del mar; los
sectores más afectados: el agrario, el agua y residuos y el
transporte.
TORMENTAS DE GRANIZO DESDE DE ENERO Y BAJADA EN LOS RENDIMIENTOS AGRÍCOLAS
No es cosa de ecologistas o científicos locos: Agroseguro informa que las
tormentas de pedrisco son cada vez más tempranas, frecuentes y violentas. En
2020 fue el fenómeno meteorológico más dañino para el campo: los primeros
partes de siniestro por pedrisco se iniciaron durante el mes de enero. Entre el
7 de abril y el 30 de agosto se recibieron siniestros por pedrisco todos los
días. El total de las indemnizaciones por pedrisco registradas en los
últimos cinco años se eleve hasta los 861 millones de euros, siendo Castilla-La
Mancha la tercera autonomía más castigada, con 32,8 millones de
indemnizaciones.
En las zonas tropicales, cultivos como el maíz y el algodón ya son
especialmente sensibles a las temperaturas superiores a 30ºC durante su periodo
de crecimiento. Si la temperatura subiera 2°C el rendimiento del grano de
maíz puede disminuir hasta un 15%. Además, el cambio climático afectará
potencialmente al sector ganadero en todas partes: el impacto del aumento de
las temperaturas, la variabilidad de las precipitaciones, las interrupciones
previstas en los ciclos estacionales y el acortamiento de las temporadas de
cultivo se traducirán en déficits de forraje y deterioro de las condiciones de
riego.
Según las proyecciones, “…entre 540 y 590 millones de personas sufrirán
desnutrición si el calentamiento global alcanza los 2°C, siendo los jóvenes y
los ancianos los más afectados", afirma el programa de ONU-Agua. En
este contexto, es una locura dedicar a los cultivos para fabricar combustibles
entre el 2% y el 3% de todos los recursos hídricos y las tierras agrícolas del
mundo. Estos cultivos están destinados al sector del transporte. Como afirman
los Verdes alemanes: “¿Comer o conducir? Habrá que elegir”
LA AGRICULTURA ACTUAL TAMBIÉN ES RESPONSABLE DEL CAMBIO CLIMÁTICO
La agricultura contribuye al cambio
climático a través de prácticas agrícolas que aumentan la liberación de
gases de efecto invernadero y representa el 14,5% de las emisiones de origen
humano mundiales. Solo el ganado vacuno es el responsable del 9,7%. Respecto a
las emisiones de metano y de óxido de nitrógeno el ganado representa el 50% del
total de emisiones (IPCC, 2015). Habría que sumar las emisiones vinculadas al
consumo de combustibles fósiles derivados de la mecanización agrícola, el
transporte, el envasado y la congelación, así como las emisiones de CO2 y N2O
producidas en la fabricación de insumos, y en particular de abonos nitrogenados
obtenidos a partir del gas natural. Cada año se esparcen y se diseminan más de
100 millones de toneladas de nitrógeno en cultivos de todo el planeta como
fertilizante sintético. Otros 100 millones se depositan en forma de estiércol
de ganado. Entre 1961 y 2019 el uso de fertilizantes sintéticos ha crecido un
800% lo que constituye un problema energético y climático: gastamos alrededor
del 5% del gas natural mundial en extraer nitrógeno de la atmósfera.
El óxido de nitrógeno es el tercer gas de efecto invernadero más importante
después del dióxido de carbono y el metano; es 300 veces más potente que el CO2
y tiene una permanencia media de 100 años en la atmósfera. De todas las
emisiones vinculadas a la actividad humana, la producción agrícola aportó
casi el 70% en la década de 2007-2016. Este aumento de emisiones es
incompatible con los objetivos climáticos del Acuerdo de París.
A estas emisiones de gases de efecto invernadero habría que sumar las
derivadas de la deforestación para aumentar las tierras agrícolas. Además el
sistema agrícola y ganadero moderno es extremadamente dependiente de los
hidrocarburos, en particular del petróleo y el gas. Su fuerte dependencia de
los combustibles fósiles (carburantes e insumos derivados de la petroquímica)
genera dudas sobre las alternativas disponibles en la actualidad para reducir
su impacto en el calentamiento global.
LA ALIANZA AGRICULTURA-ECOLOGISMO CLAVE PARA REDUCIR LAS EMISIONES DE GASES
DE EFECTO INVERNADERO
El paso a una agricultura de bajas emisiones de gases de efecto invernadero
sólo será posible si el movimiento de lucha contra el cambio climático logra
incorporar a los agricultores a dicha causa. El ecologismo debe
esforzarse por entender los problemas que suponen el paso de la agricultura
dominante (basada en máquinas con motores térmicos y en fertilizantes y
pesticidas procedentes del petróleo) a una agricultura biológica y de baja
intensidad en combustibles fósiles. Agricultores y ecologistas están
obligados a entenderse, a tejer una alianza en defensa del medio ambiente. La
agricultura tiene un importante potencial para mitigar las emisiones de gases
de efecto invernadero con cambios en los modelos de explotación agraria:
-Restaurando tierras degradadas, pastos y suelos orgánicos cultivados.
-Controlando la fertilización mediante el uso de nitrógeno orgánico en
lugar de fertilizantes minerales.
-Aumentando la reforestación a gran escala, potenciando el aprovechamiento
económico y social de los bosques.
-Reduciendo la deforestación, con graves sanciones a quienes roturen
tierras en espacios naturales.
-Relocalizando la producción agraria, estableciendo circuitos cortos
producción-consumo, que de paso suprime la necesidad de tanto intermediario.
-Promocionando la alimentación de temporada y rechazando los cultivos
transgénicos.
-Promocionando el secuestro de carbono (en los suelos y en los productos de
la biomasa), especialmente mediante el uso de la agroecología y de diversas
formas de agrosilvicultura.
¿ES LA PRINCIPAL MISIÓN DE LA AGRICULTURA GARANTIZAR LA ALIMENTACIÓN?
La respuesta parece obvia. Pero ¿Qué mecanismos son necesarios para que un
territorio garantice la alimentación de su población?
-El aumento de la población agrícola: salvo que se encuentren combustibles que sustituyan a los derivados del
petróleo, el número de agricultores activos deberá aumentar para hacer frente a
la mayor carga de trabajo asociada a las nuevas prácticas agrícolas. La
evolución del sistema alimentario debería traducirse en la creación neta de
decenas de miles de empleos.
-El desarrollo de una dieta más vegetal: La agricultura utiliza el 69% del agua dulce del mundo, pero la
producción animal representa el 90% de la agricultura y ocupa cerca del 85% de
las tierras agrícolas, compitiendo con la alimentación humana.
Para fabricar un kilo de carne de vacuno se necesitan
15.000 litros de agua; para un kilo de carne de cerdo 4.900 litros; para
un kilo de carne de ave 4.000 litros. En cambio para fabricar un kilo de trigo
se necesitan 1.300 litros de agua; para un kilo de manzana 700 litros; para un
kilo de tomate: 184 litros y para un kilo de zanahoria 131 litros. Hay que
encontrar un compromiso entre la necesaria reducción de las emisiones de GEI y
la aceptación de cambios en la dieta por el mundo agrícola y los consumidores.
Los expertos proponen una reducción estimable en la producción de leche y
huevos, carne de cerdo y de aves de corral, en los productos pesqueros y una
reducción muy importante en la producción de carne de vacuno.
Reducciones que deben combinarse con prácticas agrícolas menos intensivas.
-Preservación de las tierras agrícolas: La artificialización de
los suelos es actualmente responsable del 60% de la pérdida de tierras agrícolas.
Esta desaparición afecta, además, a las tierras más fértiles de la periferia de
las ciudades del país. El equivalente a la superficie media de una provincia
española desaparece cada 10 ó 15 años. Para desarrollar la agricultura
alimentaria local, las tierras agrícolas y la profesión agrícola deben ser
urgentemente objeto de políticas de protección radicales, tanto en el valor de
los productos para el propietario como en los salarios y condiciones de trabajo
que reciben los jornaleros.
-La generalización de la agroecología: Los principales
principios que guían la creación de un sistema agrario sostenible y resistente
son la búsqueda de una mayor diversidad a todas las escalas (genética,
agrícola, rotación de cultivos, paisajes); un uso muy moderado de los
recursos (agua, fertilizantes, energía); una mayor autonomía de los medios de
producción, que hoy dominan un puñado de multinacionales (semillas,
fertilización, herramientas, energía, etc.) y la protección del medio ambiente
(agua, suelo, biodiversidad).
La implantación de prácticas agroecológicas en todos
los sectores permitiría avanzar en la combinación de todos estos principios.
Para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la
agricultura (recuérdese el 14,5% del total mundial) Los expertos en clima y
energía, proponen La agricultura climáticamente inteligente (CSA), la Agricultura
de Conservación y la Permacultura como las mejores alternativas a la
agricultura basada en químicos.
En la próxima entrega se analizarán las amenazas para
la viña y el vino que trae el cambio climático.
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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