José Almarcha puso este domingo un brillante colofón a la
primera Muestra Local de Flamenco de Tomelloso. El guitarrista tomellosero presentó
ante su público su último trabajo discográfico, “Alejandra”. Acompañado por Víctor Guadiana al violín y la guitarra eléctrica, Kike Terrón a la percusión, Loreto
de Diego al cante y Lucia Ruibal al baile, Almarcha puso en pie al Teatro
Marcelo Grande. Y es que, el público que acudió al concierto (no tanto como
demandaba la calidad del espectáculo), disfrutó de lo lindo con la música de este
guitarrista que mostró su madurez y saber hacer.
Solo y en penumbra, Almarcha se presentó ante su pueblo
mientras a lo lejos suena el cante de Loreto de Diego, que se fue aproximando. Desgarrado.
Una gran luna llena ocupa el decorado. En la primera pieza ya muestra su
virtuosismo, nos advierte del imparable torrente de música que se nos va a
venir encima durante el concierto. Se oye una voz en el público: “¡Olé los de
Tomelloso!”. Y tras la ovación, José Almarcha le dedica al espontáneo la
siguiente pieza, una Taranta, advierte el músico.
Y el tocador mueve las manos con soltura
arrancándole a la guitarra sonidos que llenan el Marcelo Grande de flamenco, de
sentimiento, de duende. Acompañan a Almarcha, Guadiana y Terrón, violín y
percusión, en “A cata”, remarcando el sentido de la pieza, dándole ritmo,
afirmando la importancia y la necesidad de la mezcla, del mestizaje que tanto
beneficia al arte. Aumentando el ritmo hasta el paroxismo. Fue constante
durante el concierto el diálogo de tú a tú de la guitarra con los otros
instrumentos, la voz y el baile incluidos, manifestando ese necesario cruce.
Continúan las piezas del último álbum de Almarcha prácticamente
si tregua, sin dejarnos reponernos “Tangos de las Vinalias” o “Komorebi”, una seguiriya
honda en la que la voz de Loreto de Diego, cantando casi a capela nos hiela la
sangre. En otro número Lucia Ruibal, baila como si no hubiese un mañana. Música,
baile y voz unidos, indisolubles y emocionantes, en un cromatismo casi perfecto.
El público aplaude, como todas, la pieza. En otra parte del concierto es la
guitarra eléctrica de Víctor Guadiana la que crea un muro musical insalvable,
dejándonos sin aliento.
El artista explica que está muy contento de estar en
Tomelloso. Recuerda que fue una pieza de Sabicas la primera que tocó en público.
Así, dedica a su padre la siguiente pieza “Maestro Sabicas”, una milonga”.
“Casa del Gallego” es otra de las interpretaciones que más
emocionó al respetable (y a este cornista). La pieza es una muestra más del
virtuosismo de Almarcha, de su inspiración y la capacidad para sublimar sus
recuerdos, para hacerlos música. La infancia, ya lo dijo Rilke, es la única
patria del hombre. Lucía Rubial es capaz de bailar los sorprendentes
arpegios de la farruca.
“Petricor” es una guajira que dedica a su abuela. Y es que José
Almarcha, como decimos plasma sus experiencias en el pentagrama. En este caso
es capaz de hacernos llegar ese confortable olor de la tierra mojada que da
título al número. Un ritmo sutil que hace que movamos los pies, pero no mucho,
como una lluvia tranquila de las que calan, como la música de Almarcha en el
público.
Tras presentar al elenco que le acompañaba, sonó en el
Marcelo Grande “Venta Borondo". La
evocadora música, la voz sobrecogedora de la cantaora, el baile y el duende la
bulería embriagan respetable. Demuestra que, a una madre, aunque fallecida
muy joven, se la recuerda con alegría. José Almarcha es un musico evocador,
capaz de transmitir múltiples sensaciones, de transformar su experiencia en
música.
Los músicos fueron poco a poco abandonando el escenario,
mientras el nombre de Alejandra se podía leer en el decorado. Y el público se
puso en pie para regalar una larga ovación a Almarcha y a su grupo. Claramente,
después del álbum “Alejandra” no cabe ningún bis. Insistimos, anoche tuvimos la suerte
de vivir una experiencia musical única.
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Viernes, 26 de Abril del 2024
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Jueves, 25 de Abril del 2024