Opinión

Dolor y desgarro

Manuel Sánchez Patón | Lunes, 20 de Diciembre del 2021
{{Imagen.Descripcion}} Foto: El País Foto: El País

Las antaño llanuras aluviales, o de inundación, de los ríos contenían las crecidas de su caudal, fuerza y nivel. Al ser ocupadas para usos urbanísticos, agropecuarios, forestales o energéticos, se les ha privado de ese mecanismo de regulación hídrica. Otro tanto cabría decir de los embalses y canalizaciones que interfieren en su dinámica y funcionalidad, dentro del propio sistema-cuenca.

Las avenidas de los ríos que conocemos – hoy retransmitidas en directo por las cadenas de televisión y las redes sociales - no son una catástrofe natural, ni está detrás el cambio climático. Es pura y simplemente fruto de una arrogante y autoritaria planificación del territorio, al dictado de las grandes constructoras, influyentes comunidades de regantes y promotores inmobiliarios. En dictadura y en democracia. Un desastre medioambiental extrañamente hibridado (o no tanto) con el despotismo y la corrupción.

El maltrato histórico, el desdén y la incultura que ha caracterizado la relación con nuestros ríos es todo un paradigma. Por desgracia, en este asunto, no tenemos las manos limpias en La Mancha.

Y debería provocarnos dolor, un profundo desgarro.

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