Esto empezó en el mes de diciembre de 2019, con la deferencia de Francisco Navarro y Carlos Moreno por permitirme el usufructo de un espacio mensual en el digital local de referencia.  

Y, como todos saben, por popular refrán tomellosero, una puede ser muchas cosas en la vida, pero nunca puede pecar de cansina.  

Veinticuatro participaciones es una distancia suficientemente extendida como para decir lo que una deseaba. Con mayor o menor fortuna, con más arte y gracia o sin ellas, algo más de dos años es una duración adecuada como para arriar la bandera. Sin botines, pero también sin prisioneros hechos contraviniendo las leyes del mar o de la guerra.  

A mí, ya creo que se lo comenté en alguna ocasión, las despedidas no me gustan. Me enferman las escenas lacrimógenas y las poses sobreactuadas. Así que, como en esas tardes en las que las musas no se encuentran muy cercanas, conviene abreviar el lance, sin obviar algunos aspectos que, solo la mala educación, podrían conseguir olvidar. 

Gracias a todos ustedes, a los que, cada día 15 del mes, se colocaban a ese difuso “otro lado” de la pantalla, para leer y acercarse a esta tribuna. Para los que dieron “me gusta” a los artículos, para los que los comentaron, para los que mostraron su disconformidad o enfado. Eran para ustedes, y ustedes respondieron con mayor altura que esta pobre escribiente.  

Gracias a mi marido y a mis hijas. Ellos sufren las consecuencias de ese robo mío de horas suyas para sentarme ante el ordenador y garrapatear estas palabras, las más de las veces deslavazadas e inconexas. Agradecerán, ahora, que pueda dedicarles algún rato más de los anteriores. 

Gracias a aquellas personas que, de un modo u otro, han sufrido la desgracia de aparecer en alguna de mis colaboraciones y han apreciado que no había maldad. O que, en su caso, era perdonable y meramente colateral –coyuntural, pero sana. Ya saben.  

Gracias a todos en La Voz de Tomelloso. Por su confianza, por su proximidad y por saber entender que, aunque pueda ser complejo, exponer una opinión no es más que ofrecer una visión. Y que el enriquecimiento de la visión de cada uno depende de la pluralidad de voces. Ojalá su proyecto continúe con el vigor y la independencia que hasta la fecha atesora porque un pueblo como Tomelloso requiere de periodistas que no se limiten a “fusilar” las notas de prensa de los organismos oficiales o privados y transiten por los complicados senderos de la búsqueda de la verdad real, que rara vez se abraza con la verdad oficial. 

Y, finalmente, para los que duden de la bondad de esta decisión, no olviden escuchar uno de los éxitos del último disco de  Quique González, “Puede que me mueva”, en el que, razonando sobre el desamor, subraya “no me desvela la ambición
Y nunca supe cómo explicártelo”. 

Pues eso, no vine con ambición. Y con idéntica tranquilidad y paz, me recojo en mis cuarteles de invierno. 

Lo mejor para ustedes y los suyos. 

Con mi mayor afecto.  

Su Dolores, la Siniestra