Estábamos allí, participando
con fatal inconsciencia en el festín del tiempo.
…………………….
Con la condena de convivir prensados,
y
permanentemente incomunicados,
como las páginas par e impar del
libro de la vida.
………………..
Abríamos el libro de la tarde
en el que estaban escritos los
paisajes,
los tonos amarillos del verano
hacia los montes cárdenos del tiempo.
Luego, al fin del capítulo,
la tapa de la noche reenviaba
al volumen siguiente aún no editado.
……………………..
La mejor
poesía de este libro
Son tus
huellas guardadas en sus hojas.
……………………
Hasta que aparecieron los medios informáticos e internet, y
aún después, los abogados nos valíamos,
aparte de los Boletines Oficiales correspondientes, de las colecciones legislativas y
jurisprudenciales. Fueron famosos en el siglo antepasado los repertorios de
Alcubilla. Después los de Aranzadi que
con su encuadernación de lomo en pergamino, auténtico o simulado, y franja
roja, decoraban todo despacho que se preciara. Además, para el desempeño diario
de los asuntos existían colecciones legislativas concordadas, anotadas y comentadas, siendo las más famosas
las de las leyes civiles, penales, administrativas y de la Hacienda, conocidas
como las “Medina y Marañón”, que llevaron a cabo dos abogados: don León Medina
y don Manuel Marañón. Éste, (1853-1920) santanderino, doctor en Derecho canónico,
civil y administrativo por la Universidad Central, secretario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y padre del famoso doctor Gregorio
Marañón.
Y se preguntará el lector: ¿A qué viene toda esta
introducción jurídica y biográfica, y qué tendrá que ver con la “coseja” que hoy nos va a contar éste, si no es para presumir de
abogado viejo y de sabiondo; de “licinciao”
como decimos por aquí?
Pues verán que sí, que era necesario aclararlo, sobre todo
para letrados jóvenes y para no letrados, cuando cuente lo sucedido en una clase de la vieja
facultad de Derecho de la Complutense de la calle de San Bernardo madrileña.
Comenzaba el segundo curso, en el que se impartía el
primero de Derecho civil y debutaba como
profesor de prácticas de esa asignatura, un brillante joven recién terminado,
que preparaba Notarías.
Era preceptivo el control de asistencia de los alumnos oficiales y, a tal efecto, se pasaba lista.
Como era el primer día de clase, el neófito profesor comenzó
a cumplir el trámite despaciosamente, mirando a cada alumno, con la intención
de irse quedando con sus caras y nombres,
como trataba de quedarse con el número y texto de cada artículo del Código civil del tema que
había de “cantar” a su preparador. Le había correspondido el grupo en el que
estaban los alumnos de la letra “M”, y
en un momento dado, sucedió lo siguiente:
- José Martínez
Vélez
-Presente.
-Juan Meano Ruiz
-Presente
-Luis Medina
Escancio
-Presente.
Ante el primer apellido del alumno, el listero pregunta:
-¿Por casualidad es
usted hijo de Medina y Marañón?
- No señor, de
Medina sólo,
respondió el interrogado con el consiguiente jolgorio de la clase.
De estilo similar es esta otra anécdota acontecida en un
Juzgado en el que se tomaba declaración a
un joven vestido decentemente, acusado de un robo.
Para hacer constar los datos identificativos del
interfecto, el escribano le pregunta:
— ¿Su gracia de V.?
— ¿Mi gracia?
Ladrón, contestó el
acusado.
— ¿Ladrón.... de
Guevara?
—No, señor, de
relojes.
Y ya metidos en “cosejas” jurídicas, ésta, datada en el primer tercio del pasado siglo.
Ocuparon la cátedra de Derecho Civil de la universidad Central madrileña Felipe Sánchez-Román padre (1850-1916) e
hijo (1893 - 1956).
“En
la Casa de huéspedes, dos estudiantes de Derecho. El uno estudia y el otro
canta.
El
que estudia.
— ¡Manolo, o te callas o te rompo la cabeza!
--¿Con
qué derecho?
—Con
el de Sánchez Román que estoy estudiando.”
De paternidades se cuenta ésta como una de las más antiguas
de la Historia, ya que se data entre el año 63 a. C y el 29 d.C.:
«El emperador Augusto estaba viajando por su Imperio,
cuando se encontró con un hombre que se parecía muchísimo a él. Impresionado le
preguntó:
- ¿Quizás tu madre
trabajaba de sirviente en el palacio?
-No, su majestad, respondió éste, mi padre.»
………………………..
Porque el olvido me parece injusto
Quisiera condenarlo a la máxima pena.
……………………
Para volver sobre mis propios pasos
me sería necesario un antiguo GPS
caducado.
……………………….
- ¿Quién no ha tenido, alguna vez,
necesidad de hablar mí, me, conmigo,
y se ha desesperado
ante los oídos sordos de sí mismo?
……………………………..
Madrid, 21 de enero de 2021
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Sábado, 27 de Abril del 2024
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