Hay
en arquitectura un elemento llamado «umbral» que consiste en una pieza
que sostiene el tejado de la casa y que convierte,
por tanto, una puerta y unas paredes en un hogar. Si tuviéramos que
pensar en cuáles son los umbrales de nuestra sociedad, sin duda la
educación sería uno de ellos, pues ésta es sostén y abrigo de las
civilizaciones, de las familias y de las personas en su
individualidad.
Decía
el poeta Hesíodo que la educación ayuda a la persona a ser lo que es
capaz de ser, y sus palabras ya hacían referencia
al fin primero y último de la educación: quienes aprenden; es decir,
aquellos individuos que forman las familias que, a su vez, forman las
sociedades. La educación es la caja de herramientas que nos permite
llegar a donde deseemos, sin destino concreto, porque
cada camino debe implicar siempre la decisión de emprender o desviarse
en otros nuevos.
Generalmente,
en esos primeros senderos educativos que tomamos, o que más bien nos
ayudan a tomar, solemos recordar y
reconocer a los educadores y las educadoras como aquellas personas que
sirvieron de mapas y brújulas. Nos educaron para ser capaces de
educarnos, como decía el poeta griego, para llegar a ser las personas
que tenemos la capacidad de ser. Nos educaron para
ser los suficientemente autónomos para la vida y, por otro lado, ser
suficientemente responsables para continuar con la educación de la
generación siguiente.
Hoy
es un día para agradecer y felicitar a todas aquellas personas que
siembran la ilusión por aprender y educar. Educar…
una acción tan peculiar que puede significar, al mismo tiempo,
«sembrar» o «cosechar», «zarpar» o «surcar», «permanecer» o
«transformar», porque es una acción que nunca acaba, que continúa como
si de un ser vivo se tratara: crece, se multiplica, pero que,
en vez de morir, se regenera, transformándose no solo en algo que
parece irreductible, sino que demuestra que lo es. Es posible que no
todos estemos de acuerdo en qué enseñar o cómo educar, pero en lo
importante siempre existe un consenso tácito de todas las
generaciones y culturas.
Hoy,
día 24 de enero, es el Día Internacional de la Educación. Y es un día
para celebrar la labor que se lleva a cabo
en las aulas y en las familias, pues si uno de los umbrales de la
sociedad es la educación, los umbrales de la educación son las personas
que se dedican a educar. Son quienes mantienen la coherencia y marcan
los caminos, como el hilo de Ariadna. Como dice
la filósofa y educadora Marina Garcés, «educar es guiar el destino de
la comunidad y de cada uno de sus miembros».
En
un día como hoy debemos celebrar esa irreductibilidad, celebrar que
nadie en la Historia de la Humanidad, ya sean
personas concretas o naciones, hayan conseguido apropiarse de la
Educación; celebrar que ésta se encuentra por encima de los gobiernos e
incluso de las lenguas, ya que el afán y la necesidad de educar y
educarse persistirá siempre, pues ha persistido incluso
cuando los estados y las lenguas se transformaban o desaparecían. Es
más, la educación y el sistema educativo son fuertes hasta el punto de
que ninguna pandemia ha conseguido destruirlos ni detenerlos, pues su
detenimiento sería más desastroso que la propia
pandemia.
Emiliano García-Page
Presidente de Castilla-La Mancha
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Miércoles, 27 de Marzo del 2024
Viernes, 29 de Marzo del 2024