Así, y ante un grupo de diez personas, Serrano ha ido contado la temprana vocación pictórica de alguien que siendo niño pintaba con carboncillo donde buenamente podía, empezando a asomar un talento que no tardaría en perfeccionar. “Solo pudo ir a la escuela seis meses , se dedicó a la agricultura y al comercio de vinos y fue un autodidacta que se empapaba de libros y revista de artes. Tambien solía visitar el Museo del Prado para conocer las obras de los grandes maestros de la pintura”. 

Igualmente, Serrano ha recordado su etapa como alcalde que fue muy fructífera para la ciudad diseñando proyectos como el del Paseo de Circunvalación o el hecho poco conocido de que en los fondos del Museo del Prado haya pinturas de Carretero. “Hablamos de un pintor que en los años cincuenta estaba considerado como de los mejores del país”.

La guía ha invitado a los asistentes a acercarse a los nueve cuadros de la sala para analizar su pincelada, composiciones y esos colores impresionistas que tan bien sabía manejar. Han llamado la atención la forma de tratar los cielos y las nubes y esa llamativa mezcla de colores que el mismo iba creando. “Solia utilizar sábanas viejas y yeso para pintar”.

Uno de los cuadros más observados ha sido el del Varal, ese gitano gigantesco que  Carretero inmortalizó con maestría. Otros cuadros que representan escenas rurales a muchos les han recordado a Van Gogh, aunque hay otras en las que parece inspirar en Goya. “Este pintor no se encorsetó en una línea determinada, manejaba los colores que le daba la gana y en un mismo cuadro aparecen cosas diferentes”. De hecho, Dulce ha hecho ver como utilizó la técnica del puntillismo que tanto distinguió a los impresionistas franceses. Otra visita deliciosa en esta Semana de los Museos que entra ya en su recta final.