Patricia Valls, la hija, se define como “intrépida multifacética e independiente”. Trae una obra con “mucho más colorido”. Y es que, nos cuenta, “la primera vez que vinimos a El Rinconcito era postpandemia. Estábamos un poco reticentes en la oscuridad; ahora lo que yo siento es cada persona se está abriendo más y estamos aprendiendo a introspeccionarnos”. Ahora viene con creaciones “basadas en la mujer y en su independencia”.

María José Molina, la madre, “tan crucial y dispar como el cristal con que se mira”, asegura que está más en el día a día, “el mar, los pueblos, el reciclar…”. Adrián Morago, el hijo, es estudiante de arquitectura, y sigue plasmando en sus cuadernos la esencia de las ciudades que visita. También experimenta con el collage sobre el dibujo.

Destacan los tres lo bien acogidos que se siente en El Rinconcito, que da visibilidad a los artistas emergente y en Tomelloso. No descartan exponer sus obras en otros espacios.