Cuando Antonio García de la Reina y su socio, Francisco Jiménez, decidieron un 13 de julio de 1998 establecerse por su cuenta y montar un taller de chapa y pintura, la ilusión y ganas de trabajar de ambos pudo con esos temores que siempre aparecen cuando se emprende un negocio, sobre todo por el riesgo económico que lleva aparejado. Pero los dos tenían muy claro el camino a seguir y, un cuarto de siglo después, han logrado consolidar un taller que es una referencia en la comarca y provincia. El cliente que acude a Chapimancha encuentra siempre profesionalidad, un cuidado servicio y la garantía de un trabajo bien hecho.

Antonio recibe al periodista de La Voz en sus instalaciones que en esta calurosa tarde de verano registra una gran actividad. Los empleados se reparten entre la larga nave y se afanan en sus vehículos que, poco a poco, recuperan su mejor imagen.

-Cuando echa una mirada atrás y ve un camino andado de 25 años ¿qué sensación le queda?

-Cuando llegamos aquí esto era un liego. Veinticinco años después nos parece mentira a donde hemos llegado. Hemos trabajado mucho y hemos contado con esa pizca de suerte que también ayuda a salir adelante. Emprendí el proyecto junto a mi socio, Paco, que es como si formara parte de mi familia. Éramos vecinos, entramos juntos a trabajar, nos salimos también juntos y decidimos montar este proyecto. Son muchas vivencias juntos.

-¿Cuáles han sido las claves para que Chapimancha haya ido alcanzando sus objetivos?

-El trabajo es importante, por supuesto, pero también  estar centrado única y exclusivamente en el negocio y haber renunciado a muchas cosas. Cuando empecé, mis hijos mellizos tenían dos años y medio y apenas los veía porque cuando llegaba estaban durmiendo. No pude estar presente en muchas cosas de su día a día, aunque a la larga han sido los beneficiados con la buena marcha del negocio porque han podido estudiar. 

-¿Le costó cambiar el chip al pasar de ser empleado por cuenta ajena a dirigir su propio negocio?

-Veníamos bien formado del taller de García de la Reina donde aprendimos muchísimo, aunque nosotros añadimos otros planteamientos a lo que tenía que ser nuestra  empresa . Somos profesionales del gremio con una buena base para determinar cómo hay que hacer las cosas, elegir las dinámicas del trabajo más adecuadas, aunque en realidad tanto si eres empleado por cuenta ajena como por cuenta propia la finalidad siempre es la misma: trabajar. Está claro que cuando tienes un negocio propio los ojos miran de otra manera y adquieres más responsabilidad 

-La clientela es el principal activo de un negocio, ¿qué me puede decir de sus clientes?

-Hubo clientes que nos llegaron de donde trabajamos anteriormente, pero también es cierto que otros que pensábamos que iban a ser incondicionales nunca aparecieron. Te llevas sorpresas en ambos sentidos. Desde el principio tuvimos una clientela muy buena y una línea de colaboración muy importante con las compañías de seguros, con las más solventes y las que más trabajos te aportan. Las compañías son un factor esencial para que este negocio vaya hacia adelante

-En su sector existe la inevitable competencia ¿cómo hay que hacerse hueco?

-Hay una frase muy manida, que no deja de ser cierta, que dice que la competencia te hace mejor y estar más vigilante para que no te coman la tostada. Pero en realidad nosotros no miramos  a los otros. Sabemos que hay talleres muy buenos en Tomelloso, pero nosotros mantenemos un nivel de trabajo alto, con una buena clientela, sin mirar a derecha o izquierda. Llevamos nuestra línea.

-¿Qué particularidades tiene el sector de la chapa y pintura actualmente?

-Creo que en situaciones de crisis como la del 2008 o la más reciente que provocó la pandemia, el área del automóvil que menos se resintió fue la de chapa y pintura. Se vendían menos coches, pero los que circulaban también se rozaban. Notamos los efectos de la pandemia, pero no mucho, de hecho no nos vimos obligados a realizar ningún ERTE o adoptar cualquier otra medida de reducción de jornada o salario. Las horas que se perdieron, se recuperaron y cada trabajador lo hizo al ritmo y a la manera que estimó conveniente.

-¿Con cuántos empleados cuentan actualmente?

-Cuatro y algunos son ya de largo recorrido. Pablo cumplirá en septiembre 24 años de servicio a la empresa, Carlos va a cumplir 23, Pedro que entró sustituyendo a José Carlos lleva ya tres años y medio y tenemos un chaval que nos entró por la vía de Formación Profesional.

-Parece que van a ver cumplido su anhelado deseo de ver asfaltada la calle ¿en qué punto se encuentra el proyecto?

-Afortunadamente, el proyecto parece que ha tomado impulso, tanto en el final del mandato de Inmaculada Jiménez como en el principio del mandato de Javier Navarro el proyecto se ha reactivado. Nos ha beneficiado el hecho de que la cooperativa Virgen de las Viñas tenga aquí intereses para que se agilice todo. Nos hace ilusión ver, por fin, arreglada la calle, por nuestra propia comodidad y de los clientes que nos visitan.

-De ustedes también cabe destacar su implicación social con la ciudad apoyando la cultura, el deporte y otras muchas iniciativas, ¿no cree?

-Hemos colaborado hasta con los de scalextric (risas). Siempre hemos aportado lo que hemos podido a entidades como la Hermandad de la Virgen de las Viñas, Cruz Roja, Unión Musical, el Atlético Tomelloso, el grupo Manantial del Vino….No lo hacemos con ningún ánimo comercial, porque nosotros ya tenemos nuestro volumen de negocio, simplemente se trata de ayudar a que proyectos sociales y culturales puedan salir adelante en nuestra ciudad. En la medida que lo permiten nuestras posibilidades, siempre  tratamos de estar ahí.

-¿Asoma algún nuevo proyecto para la empresa?

-De momento, no. No nos queda mucho tiempo para jubilarnos y me gustaría que mi gente, mis trabajadores, continuara con el taller. Mis hijos tienen la vida enfocada por otro lado y es mejor que esto lo cojan otros. Ya hemos empezado a hablar con ellos y contemplando diversas fórmulas, no lo quiero dejar todo para el último día. Esta es mi principal preocupación ahora, más que plantearme nuevas inversiones  porque ya me queda poco tiempo. Si tomas una decisión errónea, ya no hay margen de tiempo para recuperar.