Tomelloso

Antonio Linares y Lama de Góngora salen a hombros en la triunfal corrida de Almadén

Julio César Sánchez / Lanza | Lunes, 31 de Julio del 2023
{{Imagen.Descripcion}} Fotos de J.C. Sánchez Fotos de J.C. Sánchez

Intenso calor en la preciosa plaza de toros hexagonal de Almadén para presenciar una corrida en la que hubo toreo de toda ralea, y un toro de gran clase de Julio de la Puerta que resultó indultado.

Plaza de toros de Almadén (Ciudad Real). Corrida de toros. Media entrada.

Se lidiaron seis toros de Julio de la Puerta, desigualmente presentados. Justos de raza primero y segundo. El tercero,  de nombre Marujito, número 38, fue premiado con la vuelta al ruedo. Encastado el cuarto. De magnífica clase el quinto, de nombre Presumido, número 23, al que se le concedió el indulto. Deslucido el sexto.

Miguel Tendero (de catafalco y oro): tres pinchazos y casi entera arriba (palmas con aviso); entera algo tendida (oreja).
Lama de Góngora (de sangre de toro y oro): pinchazo y entera arriba (oreja con aviso), y dos orejas y rabo simbólicos.
Antonio Linares (de nazareno y oro): entera caída y descabello (oreja con aviso); entera arriba (oreja).

Los tres toreros debutaban en esta plaza. Juan José Rueda “El Ruso” saludó tras banderillear al sexto. Lama de Góngora y Antonio Linares salieron a hombros. 

Intenso calor en la preciosa plaza de toros hexagonal de Almadén para presenciar una corrida en la que hubo toreo de toda ralea, y un toro de gran clase de Julio de la Puerta que resultó indultado.

Miguel Tendero salió arreado. No podría ser de otra manera para un torero en su situación. ¿O sí? Porque la disposición se puede mostrar de distintas maneras, y no sólo recibiendo de rodillas, lanceando mirando al tendido y manejando la muleta con mando aunque escasas sutilezas. Y lo que el primero requería era, precisamente, suavidad debido a su escaso fuelle, el cual le hizo defenderse punteando los engaños por el derecho, pero embestir con calidad por el izquierdo. La garra no llevó aparejada un trato adecuado. En el encastado cuarto, que embistió a media altura pero dejándose, primaron los banderazos. No obstante a las manos de Tendero fue un trofeo por su efectivo uso del acero.
En el segundo, que resultó manejable, Lama de Góngora anduvo con indudables ganas, logrando lo más notable al natural, donde los hubo encajados. Menos lucido resultaron las series de derechazos, en los que tuvo que recurrir al zapatillazo para provocar las medias arrancadas.
Pero lo grande llegó en el quinto, de magníficas hechuras, lomo recto, y cuyo  galope durante los dos primeros tercios permitió presagiar toreo grande, porque Lama sabe torear, y el de Julio de la Puerta, además de galopar, metía la cara abajo de ensueño por los dos pitones. Es decir, que se veía venir.

Todo ello, aunado, generó una dilatada faena mecida, ajustada y de regusto, coronada con la concesión del indulto a pesar de que en el último instante el toro amagó con rajarse y el puyazo que recibió fue al relance en el picador que hacía puerta. Quien quiera puede agarrarse a estas circunstancias para decir que el toro no era de indulto, además de ser antirreglamentario en plazas de tercera. Sin embargo las embestidas fueron soñadas.

Antonio Linares captó la atención de los tendidos desde el jaleado recibo de capote genuflexo al tercero, al que siguió un quite por tafalleras igualmente disfrutado. El de Julio de la Puerta tuvo ímpetu medido (dos tandas) en las que el torero de Tomelloso hilvanó un toreo de compás abierto, unas veces más templado, menos otras. Por el izquierdo solo instrumentó una tanda sin acople, y una postrera tanda de molinetes encadenados. Vista su conexión con los tendidos, de no haber caído tan baja la espada habría paseado, a buen seguro, más de una oreja del ejemplar que, a la postre, fue generosamente premiado con la vuelta al ruedo.
El jabonero sexto se frenaba, se defendía y se paró pronto, permitiendo a Linares tan sólo mostrar decisión y un toreo en el que dio el pecho pero que resultó algo despegado. Sin embargo dejó una gran estocada que, por sí sola, merecía la oreja concedida.

En el epílogo del festejo tanto Lama de Góngora como Antonio Linares abandonaron la plaza a hombros, pero sin ser acompañados por ningún representante de la ganadería. Y en una corrida en la que se indulta un toro y se da la vuelta a otro…

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