Con motivo del Día Internacional de la Alfabetización, que se
celebró el pasado día, 8 de septiembre, Manos Unidas hace hincapié en reclamar
una educación inclusiva, equitativa, de calidad, transformadora y sostenible
para todas las personas. En definitiva, «abogamos por una educación que
posibilite una vida y un futuro dignos para todas las personas y comunidades»,
explica María José Hernando, del departamento de Estudios de la ONG.
Para Hernando no es «de recibo» que –según los datos publicados
por la UNESCO- más de 763 millones de jóvenes y adultos mayores de 15 años carezcan
de habilidades básicas de lectura y escritura, en un mundo en el que la
tecnología avanza a pasos agigantados, mientras un alto porcentaje de la
población «no ha podido desarrollar las habilidades que les permitan beneficiarse
de estos avances». Porque, expone Hernando, «la educación es un derecho humano
fundamental, que posibilita la realización de otros derechos».
En pleno siglo XXI, todavía hay 244 millones de niños y jóvenes sin
escolarizar. Y, un número elevado de aquellos que sí están matriculados en la
escuela, no han adquirido los conocimientos necesarios de lectoescritura y
cálculo. «Esto, que sucede fundamentalmente en los países más empobrecidos, es
uno de los mayores obstáculos para que esas personas y sociedades puedan salir
de la pobreza y para impedir que esta sea hereditaria y se trasmita de
generación en generación», explica María José Hernando.
Las grandes desigualdades en materia de educación se manifiestan
fundamentalmente en las mujeres y niñas, a pesar de que «la educación y la
alfabetización de este 50 % de la población reduce las cifras de matrimonios
precoces infantiles, mejora las tasas de mortalidad materna e infantil y la
nutrición y la educación de las familias». Además, una mujer «educada» tiene
muchas más posibilidades de participar en las decisiones que se tomen en el
seno de sus familias y sus comunidades, señala Hernando.
La educación es, también, un factor fundamental para la creación
de sociedades pacíficas y sostenibles. Así lo asegura la UNESCO, que incide en
que «los
programas de alfabetización ayudan a fortalecer los valores democráticos, la
convivencia pacífica y la solidaridad comunitaria». En ese sentido se
manifestaba el cardenal Berhaneyesus Souraphiel, arzobispo de Adís Abeba, en su
visita a Manos Unidas. La educación es,
según el jefe de la Iglesia católica etíope, la única manera de cambiar las actuales circunstancias que enfrenta el
país del Cuerno de África, inmerso en una espiral de violencia, que ha impedido
a muchos estudiantes acudir a las aulas durante casi tres años. «La educación
es clave para combatir muchos de los problemas sociopolíticos y económicos a
los que se enfrenta Etiopía», aseguraba el prelado.
Por
ello, el objetivo primero de las escuelas católicas es «educar a los niños y
niñas de Etiopía como miembros de una sola sociedad, intentando prevenir las
diferencias étnicas y regionales que luego llevan al conflicto», declaró
Berhaneyesus.
Manos Unidas, «que apuesta por un desarrollo centrado en las
personas y para todas las personas», sitúa la educación en un primer plano en
la lucha contra el hambre y la pobreza que emprendió hace casi 65 años.
Para ello,
entre 2019 y 2022, la ONG de la Iglesia católica ha aprobado un total de
684 proyectos educativos, por un importe superior a los 40 millones de euros.
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