Una
competencia es algo muy serio. Y difícil de conseguir. Ser competente implica
saber, saber hacer y querer hacer. Así que, si alguna vez se siente usted un
incompetente, respire. Nos pasa a muchos. La sombra de la incompetencia es
alargada. Sucede hasta en las mejores familias.
Como
días hay muchos, ocurre que no en todos estamos para querer hacer. También los
hay en los que no nos salen las cosas. Si yo esto sabía hacerlo y ahora no hay
manera. Qué me dicen de la desmemoria y del olvido. Sé que hay conceptos y
teorías que antes dominaba y a duras penas podría recordar alguno de sus
postulados. No siempre se es competente. Es más, la competencia viene con fecha
de renovación.
Así
que, bien porque no nos apetezca, bien porque las manos (o la cabeza) nos
fallen, hoy podríamos ser unos incompetentes. O mañana, quizá. Pero nunca,
nunca no. No existe quien ha sido, es y será, siempre, competente. Y, aun así, parecemos
empeñados en devaluar el concepto, creyendo que, por el mero hecho de
intentarlo, somos competentes.
Si
tal desgracia fuera cierta, deberíamos preguntarnos ¿y ahora? ¿qué viene
después de la competencia? La estupidez. Desmedida y colosal. Tanto que nos
impide darnos cuenta de cuánto ignoramos al pensar que hemos logrado alcanzar
todas las competencias. Seamos de los incompetentes que dan pasos para dejar de
serlo. Eso nos mantendrá vivos y críticos.
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Viernes, 9 de Mayo del 2025
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