Nuestra visita semanal a las cuevas de Tomelloso nos lleva hoy al número 73 de la calle Cervantes. Nos dirigimos a la cueva de Marcelino Salinas, una construccion en perfecto estado, con ventiuna tinajas de cemento de 750 arrobas de capacidad cada una. La cueva original contenía tinajas de barro y fue construida en torno a 1880. La cueva actual se reformó en 1960, llevando a cabo un rebaje del terreno para poder introducir las tinajas de cemento, mucho más altas que las anteriores de barro.
Accedemos a la cueva por una puerta de madera pintada en verde que nos conduce a un escalera ancha, de paredes y techo encalados con un bonito arco decorativo. Nos impacta el buen estado de conservación de una cueva muy amplia; mide más de 25 metros de largo y casi siete metros de ancho. Tiene dos lumbreras, una con desgarre circular (por donde se introducían las tinajas de barro) y otro de desgarre cuadrado. Uno de sus elementos que más llama la atención es el empotrado con un elegante balaustre, dividido en secciones.
El techo, plano pero con ligera corvatura en los extremos, se encuentra en la pura tosca en una zona de la ciudad donde había mucho grosor de piedra dura y que suponía una protección totalmente fiable para unas construcciones que, salvo en casos aislados, nunca se han hundido.
Desde todos los rincones de la cueva, el objetivo de la cámara de Ana Palacios saca buenas instantáneas por que la cueva es realmente bella. Los claro oscuros que presenta le dan todavía un aire más misterioso y elegante a esta joya subterránea de finales del XIX donde fuimos recibidos exquisitamente por su propietario.
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Sábado, 26 de Octubre del 2024
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Miércoles, 30 de Octubre del 2024
Miércoles, 30 de Octubre del 2024
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