Opinión

Homenaje al libro

Ramón Moreno Carrasco | Miércoles, 29 de Noviembre del 2023
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Existen cosas que, por abundantes y cotidianas en nuestro entorno, no les damos la relevancia real que tienen ni caemos en la cuenta de las consecuencias que tendría su privación. Es el caso del libro clásico, de papel, aún reconociendo que su producción en masa produce problemas ecológicos.

Cuando hablo del libro me quiero referir a él en el más amplio sentido del término, como las composiciones literarias en sus diversas modalidades (novela, poesía, teatro, etc.), los manuales de divulgación del conocimiento, los documentos científicos que permiten investigaciones grupales e intergeneracionales, aquellos pequeños folletos que acompañan al aparato tecnológico, mueble, electrodoméstico o cualquier otra cosa que adquiramos para facilitarnos su puesta en funcionamiento y uso, singularmente relevante en los productos farmacéuticos, las etiquetas de las prendas de vestir que nos permiten saber su composición y modo de limpieza para no arruinarlas, incluso aquellos otros que en sentido estricto no podrían ser considerados como tales, por no ser el papel su soporte, pero que cumplen similar función como las inscripciones que acompañan a los productos alimenticios y de limpieza que nos permite saber su composición y aquellas prácticas que debemos evitar para no causar accidentes y desgracias. 

El concepto también se podría ampliar a los modernos formatos electrónicos, conocidos por el anglicismo ebook, pues en definitiva cumplen una función similar, la de transmitir una información veraz y útil en los muchos y diversos roles que en la vida desempeñamos cada uno de nosotros.

Querámoslo o no es el libro el pilar más fundamental de nuestra vida, por hacer posible la universalización del conocimiento y la alfabetización en masa de la población. Siempre está ahí pacientemente esperándonos, sea en una biblioteca pública, en la nuestra privada o en las librerías, para auxiliarnos en cualquier cuestión de la que seamos profanos y necesitemos instruirnos por el devenir de la vida, indicarnos los enclaves identitarios de aquella ciudad que visitamos por primera vez y su significado, mostrarnos las diversas rutas por las que podemos llegar a ellos, rescatarnos de la apatía en periodos de asueto y sumergirnos en apasionantes historias, etc.

De todos los avances habidos a lo largo de la evolución es, quizás, el más resiliente pues en verdad ninguno de los posteriores inventos ha logrado sustituirlo, sino que por el contrario lo ha perfeccionado, diversificado y adaptado a los muchos y variados contextos en los que es imprescindible su uso, no pudiéndose decir lo mismo de otros avances que en su momento marcaron un antes y un después, como la tracción animal ahora totalmente sustituida por la mecánica, la extinta máquina de escribir sustituida por el ordenador, el contaminante ferrocarril de vapor extremadamente lento e incómodo por su sucedáneo el eléctrico y de alta velocidad, las chimeneas y estufas de leña por los sistemas de calefacción actual, los escultores de martillo y cincel por los moldes para fabricación en serie de piezas iguales, etc.

A pesar de todo ello las nuevas tecnologías lo han puesto en jaque, provocando que escritores, divulgadores, editores, libreros y demás oficios relacionados con el libro tengan serias dificultades económicas para seguir viviendo de tan loable profesión, mientras quienes nos proporcionan otros bienes totalmente irrelevantes comparados con él dan el pelotazo y hacen inmensas fortunas. Resulta significativo y paradójico que una parte importante de la población se queje del alto coste de un libro, cuyo precio medio suele rondar los 20,00 €, que tendrá a su disposición el resto de su vida, mientras se gasta cantidades astronómicas en artículos tecnológicos o de moda cuya vida útil no va más allá de los dos o tres años, y cuyo aporte a su crecimiento personal brilla por su ausencia.

Solo hace falta observar las campañas publicitarias del nuevo invento que se han sacado de la manga los cabroncetes de siempre para instigarnos a un consumo desaforado, con la apariencia de ofertas totalmente engañosas, el Black Friday, especialmente intensa en artículos de moda y tecnológicos, y la nula referencia que se ha hecho a que estas ofertas también las hay en el sector librero.

Ciertamente el libro no va a mejorar nuestro aspecto estético y también es necesario para nuestra salud psíquica sentirnos bien con nosotros mismos, por lo que se hace necesario el uso de nuestra racionalidad para encontrar el anhelado término medio. Pero el libro le dará pautas para sobrevivir en un mundo que, lejos de la creencia popular imperante en los países más desarrollados, es adverso y lleno de obstáculos. Son los libros los que contienen la exhaustiva explicación de aquellos aspectos de la vida que le rodean y no entiende, donde puede encontrar testimonios directos de aquellos que comparten con usted sueños y el modo en que lograron materializarlos. Es él el único que puede hacer que no quede obsoleto en su puesto de trabajo y se mantenga adecuadamente actualizado en aquellos avances que le interesa dominar para ello. Es la fuente más veraz donde contrastar aquella información que, por el motivo que sea, le interesa especialmente. 

El libro, a diferencia de otros medios de difusión, permite al lector marcar su propio ritmo de asimilación de conceptos, destacar mediante el subrayado y las anotaciones al margen aquellos que tienen más relevancia para él y las explicaciones complementarias necesarias para su correcta interpretación. Son sus descripciones contextuales y subjetivas las que estimulan la imaginación creando personajes de ficción afines con las personalísimas preferencias de cada uno. Él por su reducido volumen y peso puede acompañarle a cualquier parte que vaya. 

Incluso el actual debate entre el formato clásico, papel, o el electrónico es superfluo y carente de sentido, pues ambos son válidos y complementarios, si bien personalmente me quedo con el primero por no necesitar de elementos adicionales para su uso, carga, conectividad, etc. 

También tiene una importante función decorativa en las denominadas encuadernaciones de lujo, hechas en piel o material de imitación y letras doradas, que siempre denotan distinción y buen gusto, sin que exista rival que le pueda competir.

Ramón Moreno Carrasco es doctor en Derecho Tributario

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