Opinión

Medicina, médicos, hospitales, sanidad… (IV)

Salvador Jiménez Ramírez | Martes, 5 de Marzo del 2024
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Entonces también aparecen “clínicos éticos”, que asisten en la práctica a enfermos menesterosos y a ancianos, procurando su curación, en parte por los “sentimientos humanos del médico; su calidad moral y su sentido de la responsabilidad.

El famoso “principio de la selección natural” de Charles Darwin, dominaría todo el siglo XIX. Un siglo en el que se alían la química, la física y la medicina. Las investigaciones y estudios apasionados sobre la “estructura” de los átomos y de las moléculas, la electricidad y la radiactividad, influyeron de manera decisiva en la evolución de la medicina. Pasteur también se devanaba investigando sobre el cólera, la microbiología, etcétera.

El extraordinario progreso en el conocimiento de las células del tejido nervioso, fue obra del majestuoso histólogo navarro Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel  en 1906, estableciendo la teoría de las neuronas… Ya en 1929, el fisiólogo escocés Alexander Fleming, hacía una observación extraordinaria: andaba preparando cultivos de bacterias y estafilococos. Reparó en un moho que había caído desde el aire, sobre un “cultivo”, destruyéndolo totalmente. Se trataba del hongo Penicillum notatum, que segregaba una sustancia que mataba a los estafilococos y a otros organismos causantes de enfermedades. Fleming llamó a la sustancia “penicilina”.

Como se puede comprobar, hemos aludido de pasada hechos y personajes, respecto de la trayectoria de la medicina, médicos y científicos relacionados con su evolución, hasta  alcanzar los siglos XX-XXI, tiempo  en cual se produce un descomunal salto en la ciencia médica y en otras ramas del conocimiento científico.

El alcance y amplitud del vocablo “salud”, son de un “espectro” amplísimo… La salud individual y colectiva, suponen bienestar físico y mental del conjunto de la sociedad. El indicador de salud, más general, que resume el nivel de salud que alcanzan los pueblos, es la atención sanitaria y por ende la esperanza de vida. Es decir, la posibilidad de sobrevivir un determinado número de años, atendiendo a las causas vigentes de mortalidad.

La Constitución Española reconoce el derecho a la protección de la salud; competiendo a “los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública, a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios”. La infraestructura de la Sanidad Pública actual, (Centros Sanitarios-hospitales, médicos de Atención Primaria, especialistas etcétera) en gran parte está necesitada de exámenes exhaustivos, apremiantes… Es importante proceder a completar de manera precisa, estudios y análisis sobre los “niveles” generales de salud, para conocer e inventariar el número de pacientes por médico, reforzando y renovando instalaciones y “material”, con técnicas innovadoras; aumentando, allí donde proceda, la plantilla del personal sanitario, para que el “déficit” existente en determinados campos, deje de retrasar y entorpecer (lo decimos con conocimiento de causa) exploraciones y diagnósticos… La saturación de muchos Centros de Salud y consultas, conlleva que no se pueda llevar a efecto la protección de la salud; percibiéndose en ciertas “Salas de Espera”, de algunos hospitales y consultas, cierta sensación de angustia… Y también por las “prisas” y saturación, alguna que otra falta de “amor al prójimo”. Muchas “Salas de Espera”, (comprobado in situ) son una especie de “Ateneo” de pesadumbres del tiempo y de angustiosas comprobaciones… Y si la postura y gestos de los profesionales sanitarios es de aspereza, por la aflictiva situación de “sobrecarga” (padecido en nuestras carnes y psique), no hay forma de “salir” de la pavorosa sensación de vulnerabilidad, “pequeñez” y del laberinto de congoja…  Comprendemos que la “sobrecarga” que pesa sobre el personal sanitario de muchos Centros de Salud, “fragüe” una bruma cárdena entre algunos médicos y pacientes… El comportamiento del paciente debe transcurrir (“cada quién es cada cual”), de manera respetuosa con el sanitario, atento a sus prescripciones, sin asperezas, tolerante pero sin perder la dignidad… La medicina se debe caracterizar por un fundamento moral, sin el cual, ningún galeno debería ejercer su profesión. Y como dijera Hipócrates: “Donde hay amor por el ser humano hay amor por el arte médico. No hay nada de malo en que el médico se encuentre sin saber qué hacer frente al enfermo. Si, a causa de su falta de experiencia, no ve con claridad la situación, debe llamar a consulta a otros médicos a fin de que con un estudio conjunto se pueda poner en claro el estado del enfermo”.

¡En fin! MEDICINA, MÉDICOS, HOSPITALES, SANIDAD… 

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