Entonces también aparecen “clínicos éticos”, que asisten en
la práctica a enfermos menesterosos y a ancianos, procurando su curación, en
parte por los “sentimientos humanos del médico; su calidad moral y su sentido
de la responsabilidad.
El famoso “principio de la selección natural” de Charles
Darwin, dominaría todo el siglo XIX. Un siglo en el que se alían la química, la
física y la medicina. Las investigaciones y estudios apasionados sobre la
“estructura” de los átomos y de las moléculas, la electricidad y la
radiactividad, influyeron de manera decisiva en la evolución de la medicina.
Pasteur también se devanaba investigando sobre el cólera, la microbiología,
etcétera.
El extraordinario progreso en el conocimiento de las células
del tejido nervioso, fue obra del majestuoso histólogo navarro Santiago Ramón y
Cajal, premio Nobel en 1906,
estableciendo la teoría de las neuronas… Ya en 1929, el fisiólogo escocés
Alexander Fleming, hacía una observación extraordinaria: andaba preparando
cultivos de bacterias y estafilococos. Reparó en un moho que había caído desde
el aire, sobre un “cultivo”, destruyéndolo totalmente. Se trataba del hongo Penicillum
notatum, que segregaba una sustancia que mataba a los estafilococos y a otros
organismos causantes de enfermedades. Fleming llamó a la sustancia
“penicilina”.
Como se puede comprobar, hemos aludido de pasada hechos y
personajes, respecto de la trayectoria de la medicina, médicos y científicos
relacionados con su evolución, hasta
alcanzar los siglos XX-XXI, tiempo
en cual se produce un descomunal salto en la ciencia médica y en otras
ramas del conocimiento científico.
El alcance y amplitud del vocablo “salud”, son de un
“espectro” amplísimo… La salud individual y colectiva, suponen bienestar físico
y mental del conjunto de la sociedad. El indicador de salud, más general, que
resume el nivel de salud que alcanzan los pueblos, es la atención sanitaria y
por ende la esperanza de vida. Es decir, la posibilidad de sobrevivir un
determinado número de años, atendiendo a las causas vigentes de mortalidad.
La Constitución Española reconoce el derecho a la protección
de la salud; competiendo a “los poderes públicos organizar y tutelar la salud
pública, a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios
necesarios”. La infraestructura de la Sanidad Pública actual, (Centros Sanitarios-hospitales,
médicos de Atención Primaria, especialistas etcétera) en gran parte está
necesitada de exámenes exhaustivos, apremiantes… Es importante proceder a
completar de manera precisa, estudios y análisis sobre los “niveles” generales
de salud, para conocer e inventariar el número de pacientes por médico,
reforzando y renovando instalaciones y “material”, con técnicas innovadoras;
aumentando, allí donde proceda, la plantilla del personal sanitario, para que
el “déficit” existente en determinados campos, deje de retrasar y entorpecer
(lo decimos con conocimiento de causa) exploraciones y diagnósticos… La
saturación de muchos Centros de Salud y consultas, conlleva que no se pueda
llevar a efecto la protección de la salud; percibiéndose en ciertas “Salas de
Espera”, de algunos hospitales y consultas, cierta sensación de angustia… Y
también por las “prisas” y saturación, alguna que otra falta de “amor al
prójimo”. Muchas “Salas de Espera”, (comprobado in situ) son una especie de
“Ateneo” de pesadumbres del tiempo y de angustiosas comprobaciones… Y si la
postura y gestos de los profesionales sanitarios es de aspereza, por la
aflictiva situación de “sobrecarga” (padecido en nuestras carnes y psique), no
hay forma de “salir” de la pavorosa sensación de vulnerabilidad, “pequeñez” y
del laberinto de congoja… Comprendemos
que la “sobrecarga” que pesa sobre el personal sanitario de muchos Centros de
Salud, “fragüe” una bruma cárdena entre algunos médicos y pacientes… El
comportamiento del paciente debe transcurrir (“cada quién es cada cual”), de
manera respetuosa con el sanitario, atento a sus prescripciones, sin asperezas,
tolerante pero sin perder la dignidad… La medicina se debe caracterizar por un
fundamento moral, sin el cual, ningún galeno debería ejercer su profesión. Y
como dijera Hipócrates: “Donde hay amor por el ser humano hay amor por el arte
médico. No hay nada de malo en que el médico se encuentre sin saber qué hacer
frente al enfermo. Si, a causa de su falta de experiencia, no ve con claridad
la situación, debe llamar a consulta a otros médicos a fin de que con un
estudio conjunto se pueda poner en claro el estado del enfermo”.
¡En fin! MEDICINA, MÉDICOS, HOSPITALES, SANIDAD…
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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