Una parte importante del
Patrimonio Cultural de Tomelloso lo constituyen, sin duda, las más de dos mil
bodegas-cuevas de nuestra localidad, las veintinueve chimeneas de ladrillo de
antiguas destilerías existentes en nuestro término y, cómo no, los casi mil
bombos construidos por los tomelloseros con piedra seca en nuestro término y
otros colindantes.
Citar estas tres partes del
Patrimonio de los tomelloseros de forma conjunta no es una casualidad, sino que
lo hacemos, como se dice por aquí, “con intención”. En nuestra opinión se trata
de un patrimonio construido entre los siglos XIX y XX por el enorme empuje y
capacidad de trabajo de los tomelloseros y tomelloseras, los cuales ampliaron
la extensión de sus propiedades en esta época.
El término municipal de Tomelloso
es uno de los más pequeños de las localidades vecinas. Nuestros agricultores
comenzaron a introducirse en términos colindantes, sobre todo con propiedades, en
principio arrendadas y cada vez más lejanas. El medio de transporte eran mulas,
lentos animales que tardaban varias horas en recorrer quince, veinte o más
kilómetros. Se hizo necesario construir refugios en la parcela para pernoctar
hombres y animales varias noches. De esta necesidad surgieron la mayoría de los
bombos.
Los bombos solucionaban el
problema del alojamiento de los trabajadores en el lugar de trabajo, pero aún
quedaban varios problemas más que resolver. La producción de vino crecía año
tras año en nuestro pueblo en la época citada y a nuestros agricultores no les
gustaba vender toda la uva en la vendimia, pues los precios no eran casi nunca
altos. Mucho más les apetecía elaborar el vino, almacenarlo y venderlo
tranquilamente durante todo el año. Aprovechando las condiciones especiales del
subsuelo de nuestro pueblo los almacenes los construyeron debajo mismo de sus
casas: las bodegas-cuevas.
El enorme aumento de producción
vinícola durante el siglo XIX y hasta mediados del XX no se correspondía en
absoluto con las infraestructuras para transportarlo a otros lugares, por lo cual
se montaron las destilerías. Una parte de la producción se destilaba todos los
años, obteniendo holandas y aguardientes de calidad, los cuales se utilizaban
posteriormente para fabricación de bebidas espirituosas. Con esta actividad se
reducía la cantidad de producto a transportar, para obtener un litro de Holanda
hay que destilar varios litros de vino- y se sumaba el beneficio industrial a la
comercialización del vino. El momento álgido de la destilación en Tomelloso se
produjo en torno a los años sesenta del siglo XX, fecha en la que en Tomelloso
llegaron a existir hasta sesenta destilerías.
Para hacer la destilación del
vino se necesita una torre de destilación en la que se calienta el vino y,
conforme va subiendo por la torre va perdiendo agua hasta que se obtiene el
producto deseado. Más o menos es así, aunque en realidad es más difícil. La
energía para calentar el producto la proporcionaban calderas alimentadas por
carbón, leña u orujillo desecado del año anterior.
Las grandes torres de destilación
estaban alimentadas por calderas de carbón. Para evacuar los humos negros y
contaminantes de las calderas de carbón a una altura adecuada los dueños de las
destilerías construían chimeneas de ladrillo de veinte, treinta, cuarenta o
incluso más de cuarenta metros de altura. En los años sesenta del siglo pasado
llegó a haber en las sesenta destilerías de Tomelloso hasta cien chimeneas. Aún
hoy se conservan veintinueve de estas torres.
Como decimos por esta tierra “una
cosa lleva a la otra”. Los bombos ayudaron a organizar los trabajos continuados
en parcelas lejanas de Tomelloso, facilitando el descanso adecuado de
trabajadores y animales de labor. Las cuevas ayudaron al almacenamiento de un
producto como el vino, con el que hay que tener ciertos cuidados y las
destilerías ayudaron a la diversificación en la comercialización del producto,
además de reducir el volumen de transporte en una época en la que transportar
millones de litros de vino era complicado.
Nosotros vemos una clara relación
entre estos tres elementos con la expansión extraordinaria de la producción
vinícola en Tomelloso en los siglos XIX y XX. Por ello consideramos que la
forma más efectiva para defenderlos y ponerlos en valor es hacerlo de forma
conjunta. Todo ello, por supuesto, sin que sea obstáculo para hacer de cada uno
de ellos una ficha individual, aprovechando las mayores ventajas que la Ley
actual de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha ofrezca en cada caso
particular.
Los tres elementos citados están
recogidos en la mencionada ley. Las chimeneas de antiguas destilerías y las
cuevas, como vestigios de la actividad
industrial del hombre en épocas pasadas y los bombos como patrimonio
etnográfico. Los bombos y las
chimeneas, además, están expresamente protegidos por acuerdos de pleno
del Excmo. Ayto. de Tomelloso.
Las chimeneas están catalogadas
desde hace unos años, los bombos del término Municipal de Tomelloso también y
de las cuevas existe un intento de catalogarlas que va avanzando a buen ritmo.
Lo verdaderamente difícil fue
levantar este Patrimonio en menos de dos siglos y ya está hecho. Lo hicieron
nuestros antepasados, a veces padres y madres, abuelos y abuelas o poco más
atrás en el árbol genealógico. A nosotros nos queda la responsabilidad
conseguir que se proteja y conserve adecuadamente, darlo a conocer y ponerlo en
valor. Tratándose de una tarea mucho más
fácil, evidentemente. ¿Seremos capaces de llevarla a cabo?
No queremos finalizar estas líneas sin hacer constar nuestra felicitación a la recientemente creada asociación “amigos de las cuevas” de Tomelloso. Es un primer paso muy importante. Se ha iniciado una actividad turística llamada el bus de las cuevas con la que estamos seguros que vendrán muchas personas a conocer y visitar este peculiar e interesante patrimonio tomellosero.
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Miércoles, 30 de Octubre del 2024
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