El sueño cumple una función biológica importantísima en la homeostasis
general de cada individuo. Durante una etapa de sueño en nuestro cuerpo y
cerebro se producen una serie de cambios y al mismo tiempo de reajustes como
reparaciones celulares fundamentales para el bienestar. Un sueño adecuado
restablece los niveles de energía. Además, durante el sueño se procesa mucha de
la información aprendida durante el día, mientras dormimos se solidifican los
procesos de aprendizaje por medio de generación y fortalecimiento de conexiones
neuronales. Es evidente que se necesita dormir y sobre todo dormir bien, si
queremos mantener un correcto funcionamiento físico, cognitivo y emocional.
Cada persona a lo largo de su vida pasará alrededor de unas 180.000 horas
durmiendo, o dicho de otra forma alrededor de unos 20 años. Aunque en la literatura científica se remarca
la importancia de dormir una media de 7-8 horas diarias, sabemos y bien que
esto en la practica es muy difícil de llevar a cabo.
Los entornos sociales, profesionales y personales han cambiado y siguen
cambiando siempre a mayor velocidad, esto produce un inevitable desequilibrio que
repercute también en la calidad y cantidad de sueño. Según la teoría circadiana
del sueño, cada persona tiene un mecanismo biológico de sincronización. Dicho
de otra forma, los seres humanos estamos programados biológicamente por dormir
de noche y estar despiertos a lo largo del día. Esto es fruto también de un aprendizaje
ambiental ancestral. En España según un reciente estudio, las personas suelen
dormir de media unos 7 horas y 15 minutos. En Europa el país donde más horas se
duermen de media es Finlandia, mientras, en el que menos tiempo se duerme es
Italia con unos 7 horas y 9 minutos. Las
estadísticas nos dicen que en los últimos 30 años hemos perdido alrededor de una
1 hora de sueño por noche.
En otras partes del mundo se suele dormir bastante menos horas, por ejemplo,
en Asia casi ningún país alcanza las 8 horas de sueño. Los Japoneses de media
no alcanzan las 6 horas y 20 minutos diarios de sueño. Mientras que en Estados
Unidos la media de horas de sueño entre los diferentes estados es muy parecida
a las de los europeos con 7 horas y 20 minutos. Pero en las grandes urbes esta
media se reduce drásticamente.
El trastorno del sueño más frecuente es el insomnio. Se calcula que a nivel
mundial alrededor de un 25-30% de la población, se ve afectado por este tipo de
problema. En líneas generales se diferencian tres tipos diferentes de insomnio:
De conciliación (cuando se presenta
dificultad para iniciar el sueño), de mantenimiento
(cuando se presenta dificultad para mantener el sueño sostenido, o volver a
conciliar el sueño si nos despertamos) y anticipatorio
(cuando se asocia a un despertar precoz, con imposibilidad de seguir
durmiendo).
El uso de somníferos para combatir o reducir los síntomas del insomnio se
ha disparado en las ultimas dos décadas y España a nivel europeo lleva la
delantera en uso de estos medicamentos. Segunda a nivel mundial solo detrás de
Estados Unidos.
Hay tres líneas de medicamentos que inciden en la calidad del sueño y
son: los hipnóticos, los antihipnóticos
y los que influyen en restablecer los ritmos del sueño como la melatonina.
Entre los hipnóticos más conocidos se encuentran las benzodiacepinas, que
aunque a corto plazo favorecer la conciliación del sueño y reducen sensiblemente
los despertares intermedios, presentan una serie de efectos secundarios a medio
y largo plazo, como la dependencia, la tolerancia y la reducción o alteración
de las 4 fases del sueño; que trataremos más adelante.
Los antihipnoticos como por ejemplo los estimulantes, favorecen la
liberación de catecolaminas como la adrenalina o la dopamina, estos fármacos pueden
llegar a inhibir la fase del REM (movimiento ocular rápido) del sueño.
Y por último la melatonina, producida de forma natural como consecuencia de
la sintetización de la serótina en la glándula pineal. Hay estudios que
reafirman que el uso de melatonina “exógena” como por ejemplo de pastillas o gominolas
mejora la conciliación y calidad del sueño.
—¿Cuáles son las fases del sueño?
—El sueño se divide principalmente en dos fases la REM y la NOREM ( desde
el ingles Rapid Eye Movement). Mientras dormimos pasamos por diferentes etapas que
se van repitiendo de forma sistemática hasta 4-5 veces a lo largo de una noche
y cada ciclo completo tiene una duración de 90 minutos aproximadamente.
Las diferentes etapas del sueño se asocian a las diferentes ondas
cerebrales. La fase 1 es la de sueño ligero, las fases 2 es la antesala del sueño profundo,
conocida como una fase de transición, la fase 3 es la fase de sueño
profundo. Estas primeras 3 fases se asocian a la fase NOREM. Mientras la fase 4
del sueño es la fase REM. En esta fase que tiene una duración aproximada de
unos 20 minutos, a lo largo de los cuales se registra debajo de los parpados
movimientos rápidos y sacádicos de los ojos. A nivel cerebral se evidencia una
alta actividad, al mismo tiempo que se produce un bloqueo a nivel corporal.
—En cuento a la reducción del sueño, ¿cuáles son las causas y los efectos?
—Estados de estrés o de ansiedad,
pueden ser la causa de una reducción o alteración de los hábitos convenientes
de sueño. La falta de sueño se asocia a muchas patologías. La falta de sueño no
solo altera las estructuras cerebrales, provoca también daños colaterales (
como por ejemplo accidentes de coche, laborales etc, ), así como reduce las capacidades humanas de atención
sostenida y memoria. Hay estudios que relacionan la falta de sueño con el
desarrollo de patologías graves como por ejemplo la enfermedad de Alzheimer.
Durante el sueño el cerebro, además que regenerarse elimina todos los desechos tóxicos que se producen
durante el día. Recientes investigaciones avalan la teoría que entre estos
desechos se encontrarían las células betamieloides
directamente relacionados con la enfermedad de Alzheimer.
Un macro estudio del 2004, con una elevada muestra, correlacionó la tasa de
mortalidad en función de las horas de sueño diario. Los resultados evidenciaron que el numero de
horas ideales de descanso diario seria alrededor de 7, las tasas de mortalidad más elevadas se
asociaban a procesos de hiperinsomnia de 9 o 10 horas de sueño diario.
—Sueño monofásico y sueño multifásico, ¿qué opina de la siesta?
—Aunque no soy un firme defensor de la siesta, hay varios estudios que afirman
que un uso adecuado de la siesta podría ser particularmente eficaz, pero el
problema es cuando la misma se transforma en una actividad desproporcionada
respeto a su función real.
Según se cuenta, el mismo Leonardo Da Vinci, practicaba un sueño polifásico
o multifásico descansando unos 15 minutos cada 4 horas, con lo que llegaba a limitar
su tiempo de descanso a una 1 hora y media al día. Aunque
pueda parecer efectivo desde el punto de vista productivo, resulta un poco
desmesurado ya que supondría una alteración de las cuatro fases del sueño.
Sin ir más allá, entre los beneficios que se asocian a una adecuada siesta
se encuentran: Una reducción de las patologías cardiacas, reducción de la
tensión arterial, mejor aprendizaje, mejor capacidad de creatividad,
potenciación de los reflejos etc.
El tiempo apropiado de una siesta no tendría que sobrepasar los 20-25 minutos
diarios. Tiempo suficiente para que se puedan reestablecer o reequilibrar una
serie de parámetros corporales. Las siestas de pijama y “orinal” no son de lo
más acertado.
Una siesta prolongada afecta los ciclos circadianos, es como sufrir un
jetlag. Las siestas largas generan un aturdimiento o estado de caos, además de
alterar el proceso de sueño nocturno.
—¿Qué podemos hacer para mejorar la calidad y cantidad de nuestro sueño?
En la sociedad actual tener un sueño de calidad es cada vez más difícil.
Vivimos en una sociedad donde la falta de un sueño reparador se está
convirtiendo en una epidemia a escala mundial.
Vida sedentaria, alimentación inadecuada, exposición a la luz azul (más
allá de la natural), altera los ciclos circadianos propios de cada sujeto. Si
controlamos estas tres variables hará que podamos mejorar la calidad del sueño
o simplemente volver a dormir mejor.
Seria conveniente establecer una rutina de horarios, hasta el
fortalecimiento de un hábito, y si es posible alterarlo lo menos posible. Evitar
la exposición a pantallas o aparatos electrónico unas cuantas horas antes de
acostarse. Llevar a cabo una adecuada actividad física, pero NO justo antes de
acostarse, ni desmesurada. Practicar ejercicios de relajación o meditación. Controlar
los estados de estrés y ansiedad diarios. Evitar las sustancias estimulantes como
sustancias toxicas o comidas o bebidas ricas en azucares y grasas.
Como dijo el mismo Woody Allen: es justo trabajar ocho horas, y dormir otras ocho, pero no las mismas.
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Lunes, 25 de Noviembre del 2024
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