Marzo tradicionalmente es considerado como un mes que presenta una climatología muy complicada para la agricultura de nuestra región ya que suelen presentarse días de un calor impropio para esas fechas del año y además el fuerte viento seca parte del agua caída durante el invierno.

Este año la pauta se ha cumplido una vez más; días de calor en los que las siembras han experimentado un extraordinario crecimiento adelantándose en su ciclo en torno al mes; sin embargo, la lluvia ha acompañado de manera pausada de tal manera que hoy el campo presenta un aspecto de verde esperanza con las siembras tupidas y apretadas. La bajada de temperatura en estas fechas, pese a ser inoportuna para los días de fiesta en que nos encontramos, resulta beneficiosa para que las plantas no encañen y espiguen de manera adelantada. Que los cultivos no saben de inversiones de térmicas, ni de meses sino de subidas del termómetro sin aceptar las marchas atrás en sus ciclos vegetativos; si tradicionalmente son las lluvias de abril las que sentencian las dimensiones de las cosechas, este año llega con parte de los deberes cumplidos por su mes predecesor. Marzo ha cumplido.