Opinión

Bombos

Joaquín Patón Ponce | Lunes, 15 de Abril del 2024
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Los bombos que vemos hoy en mitad del campo en parcelas propiedad de agricultores tomelloseros en su gran mayoría se construyeron en 150 años, durante el siglo XIX y hasta mediados del XX.

Tomelloso es uno de las poblaciones más jóvenes de La Mancha. Si bien es cierto que, comparando sus inicios con los de localidades vecinas algunas nos aventajan sólo en unas décadas, no lo es menos que éstas, hace trescientos o cuatrocientos años tenían una pujanza económica claramente superior a la de nuestro pueblo. Nuestro Tomelloso tuvo un crecimiento espectacular precisamente en la época en que se construyeron los bombos.

Esto no es una casualidad y sí consecuencia del enorme empuje de los agricultores tomelloseros, los cuales ampliaron durante el período citado sus plantaciones de viña y melones, extendiéndolas a términos y fincas de localidades vecinas. En el término de Tomelloso hace ya muchos años que la vid es prácticamente monocultivo.

Los tomelloseros construyeron unos trescientos bombos en nuestro término, en total fueron capaces de levantar unos mil, si sumamos los de términos vecinos.

Estas construcciones respondían  a una necesidad: construir un albergue para trabajadores y animales de labor que les permitiese pernoctar en él. El transporte que usaban los agricultores hace ochenta o cien años eran carros tirados por lentas mulas. Con estos medios, si había que  desplazarse a arreglar una parcela a diez, quince o veinte kilómetros de Tomelloso, era necesario disponer de un sitio donde pasar la noche hombres y animales.

Aunque hay de todo, las parcelas en las que se iban introduciendo poco a poco los agricultores de nuestro pueblo no eran todas muy pedregosas. Sin embargo, en muchos de los parajes había varias zonas que tenían alguna elevación en la que el terreno era pedregoso. Limpiaban la tierra y además con las lanchas de piedra construían un refugio.

En gran parte de la zona de La Mancha existe un importante acuífero subterráneo. Se da la circunstancia de que en Tomelloso y alrededores, aún estando lleno el acuífero, -por ejemplo, como estaba hace 50 años-  el nivel freático se encontraba entre 15 y 17 metros de profundidad. Sacar agua de tanta profundidad a brazo para hacer una vivienda destinada a los agricultores se antojaba una tarea imposible.

Por todo ello los agricultores se decidieron a utilizar las piedras extraídas de parte de sus tierras, sin ningún cemento ni argamasa, para construir los bombos. Esta forma de construir es conocida técnicamente como “piedra seca”, por aquí se la denomina “piedra vana”. Los constructores eran los mismos agricultores, aprovechando algunas de las fechas del año en las que había menos faena en las viñas. La construcción se hacía sin ningún tipo de andamio, por el exterior de la obra, apoyándose en la parte ya construida.

Las lajas –piedras calizas planas- más grandes se utilizaban en los dos muros, interior y exterior de la parte baja del bombo y en la primera y segunda fila de la falsa cúpula. El resto de la piedra utilizada es pequeña y se usaba como relleno en la parte baja y como impermeabilizante en la parte alta.

Todas y cada una de estas construcciones son un monumento a la capacidad de trabajo, el tesón y el enorme sentido práctico de varias generaciones de agricultores tomelloseros. Gracias a ellos hoy podemos decir que Tomelloso es uno de los mayores viñedos del mundo.

Los bombos de Tomelloso situados en nuestro término están protegidos por disposición municipal y por la Ley de Patrimonio Cultural de Castilla La Mancha. Los que construyeron los tomelloseros en términos vecinos  –sobre 700-  solo los protege la Ley de Patrimonio citada.

Se debería hacer una catalogación de todos los bombos construidos por agricultores de Tomelloso, actualizada y sin importar el término en que se encuentre, aunque este último dato se refleje.  Una ficha de cada uno de ellos con los datos que se puedan obtener y lo que se sepa sobre su construcción. Muy importante sería reseñar el estado de conservación y si necesita de alguna reparación, sobre todo en las partes altas, pues estas provocan el colapso de la cúpula.

Podríamos decir que varias generaciones de agricultores tomelloseros se merecen una nota de sobresaliente por habernos legado este inmenso y peculiar patrimonio. Los descendientes de estos valientes trabajadores, así como las autoridades competentes, de momento, andamos entre el suspenso y el aprobado justito. 

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