Pocos empresarios pueden encarnar como Ramón Sampedro Ramírez (Tomelloso, 1944) esa capacidad para emprender,  saber adaptarse a las cambiantes circunstancias, no arrugarse ante las dificultades que, inevitablemente, surgen  y tener claro que el camino al éxito siempre está precedido del trabajo, el esfuerzo y la constancia. En su 80 cumpleaños, La Voz de Tomelloso entrevista a un empresario poliédrico que aún sigue al pie del cañón porque como suele decir, “el único hobby que he tenido es el del trabajo y es el que sigo practicando”.

Recibe al periodista en su despacho de la correduría de seguros con ese talante de cercanía y afabilidad que siempre le acompañan. Durante la entrevista atenderá el teléfono varias veces, alguna llamada es de alguien que le felicita.  

-Ochenta años y sigue usted al frente del grupo empresarial…

-En realidad no sé vivir sin trabajar, y aunque la dedicación es menor porque ahí están mis hijos, me gusta estar pendiente de las cosas y seguir aportando todo lo que pueda.

-¿Cómo fueron sus inicios?

-Dejé el colegio con 13 años, justo cuando tocaba empezar primero de bachiller. Entré en la casa de Jonás Torres donde estuve tres años aprendiendo y haciendo diversas labores sin cobrar. A los 16 me fui con la familia a trabajar como asentador o mayorista de fruta. Y ahí estuve hasta que me casé con 26 años. Como teníamos camiones para transportar la fruta, un inspector de seguros me propuso que me hiciera agente de seguros y, de este modo, las comisiones que tenían los vehículos me las podría llevar yo. Así fue como me introduje en el sector de los seguros.

-Un sector en el que fue avanzando con paso firme y decidido ¿no es así?

-El sector tenía futuro porque se produjo la mecanización del campo, empezaron a llegar a los tractores y fuimos buscando clientes casa por casa. Todo esto lo hacía sin dejar el tema de la fruta, pero cuando logré una cartera más o menos decente de clientes, mi mujer y yo decidimos dejar el sector de la fruta y dedicarme en exclusiva a los seguros. Entonces, empecé a estudiar, y me hice corredor de seguros para poder trabajar con todas las compañías del mercado. Un agente solo puede trabajar con una, pero un corredor de seguros lo puede hacer con todas, de España y del extranjero. Años después constituí una asociación nacional de corredores de Zurich

-Pero usted, inquieto  por naturaleza, acabó emprendiendo en otros sectores…

-Al poco de casarme, mi esposa y yo abrimos una juguetería, la famosa tienda de Los Tres Reyes. La tuvimos en marcha hasta el 85, porque llegó un momento en el que los juguetes aparecieron en otros establecimientos y cadenas y ya no era tan rentable. Poco después montamos la clínica que, al fin y al cabo, tenía cierto enganche con el sector asegurador. Contratamos los médicos y ahí sigue prestando un buen servicio a nivel de consultas. Como mis dos hijos mayores estudiaron derecho, decidimos montar un servicio de prevención de riesgos laborales. Un negocio importante porque todas las empresas que tienen obreros deben contar con este servicio. 

-Tuvo una aparición importante en el campo del ocio al ser uno de los fundadores de Codetosa, un polideportivo privado que agrupó a muchas familias ¿cómo se gestó este proyecto?

-Estuve veinte años ocupando los cargos de vicepresidente y presidente. En la actuación reúne a seiscientas familias y un capital social repartido en 3.100 acciones. Fue un gran proyecto, los promotores le pusimos mucha ilusión y la mejor prueba es que todavía pervive con mucha fuerza . Otras entidades que monté fue la Asociación de Empresarios y la Asociación Interprovincial de Viticultura lo que era entonces Jóvenes Agricultores que más adelante desembocaría en ASAJA. La oficina la instalamos en mi casa. Gracias a este tipo de iniciativas lograba establecer relaciones que me venían muy bien para s mi negocio

-En esos años 70 usted fue uno de los impulsores de uno de las grandes entidades sociales que ha tenido la ciudad, AFAS ¿cómo se fraguó?

-Emprendí este proyecto junto a Luis Perales, el actual presidente. Llamamos a muchas puertas buscando apoyos, encontramos pronto el de las familias y hoy me asombra y me llena de orgullo que AFAS cuente con 250 trabajadores y que preste tantos y tan buenos servicios. Después emprendimos el proyecto de la residencia de mayores, sin un duro. Buscamos dinero en la administración y otros sitios pero no conseguimos nada. Pero ideamos la fórmula de construir 72 apartamentos  que se fueron vendiendo y con el margen de beneficio que dejaba cada venta pudimos ir haciendo la residencia. En Elder, residencia y apartamentos se complementan en una fórmula muy novedosa y avanzada, de hecho  todavía lo es.  

-Otro proyecto señero es del Bodega Centro Españolas también desde un planteamiento muy innovador, usted no paraba…

-Fue en el 91. Empezamos con noventa hectáreas de viñedo y la bodega, en un proyecto en el que me acompañaron varios socios. Apostamos por el embotellado y nuevas tecnologías en la elaboración, empezando  por el envase que era de acero inoxidable, con depósitos de fermentación de temperatura controlada. Mi cuñado, Miguel Ángel Valentín,  el gerente, vino con una valiosa experiencia de las bodegas Faustino de Rioja, fue el factor que nos animó a montar la bodega. Fuimos pioneros en muchos cosas y me atrevería a decir que a partir de entonces las cosas empezaron a cambiar en la viticultura de la zona.

-Con una trayectoria empresarial tan larga e intensa ¿qué sensación le queda cuando echa una mirada atrás?

-He tenido la suerte de contar con una esposa muy trabajadora  que me ha ayudado en todo lo que he emprendido, sin ella no hubiera sido posible todo esto, porque los negocios de calle exigen mucho tiempo. Llevo jubilado catorce años, pero no he podido desconectar. Mis hijos me asignan algunas tareas y agradezco tener esa actividad porque lo de no hacer nada no va conmigo.

-Se ha ganado un prestigio y una credibilidad como empresario ¿cómo se consigue eso? 

-No hay otro secreto que el del trabajo y la constancia. Creo que hemos hecho cosas para Tomelloso muy importantes. Mi mejor escuela  ha sido la calle, ahí se aprende mucho. Me alegré mucho cuando mi pueblo me reconoció como Viñador y también los reconocimientos que han llegado de otras entidades y asociaciones. En proyectos como los de Elder, Afas, Codetosa…no he cobrado, todo fue en plan altruista, sin dejar de reconocer que con esas relaciones conseguía que mi negocio fuera creciendo. Creo que si naciera otra vez, haría todo esto de nuevo.

-Llama la atención que una persona tan activa como usted no desembocara en la política ¿cuál fue la razón?

-Me propusieron algo en la época de UCD. Justo Serrano me hizo alguna propuesta para entrar, pero estaba muy centrado en mi trabajo y al final no me animé a dar el paso. He querido mucho a Tomelloso y puede que hubiera tenido un buen encaje en la política. Mucho más en la política de antes que poco tiene que ver con la de ahora.

-Cuenta ya con un relevo de garantías al frente del grupo con sus hijos ¿no cree?

-Mis hijos se han formado bien y tienen unas carreras que les permiten afrontar cualquier situación o reto al frente de la empresa. Además, los hechos están ahí. Somos la primera correduría de Tomelloso y hemos ido dando pasos sobre buenos cimientos, creciendo y posicionándonos bien. Yo, que soy muy devoto de la Virgen de las Viñas, le doy las gracias todos los días por lo que hemos conseguido.