Me pregunto quién va a desencriptar
la métrica del día,
quién va a escalar la cumbre de la aurora
cuando el yo de mi piel se haya esfumado.
Si soy de hueso y sangre en el declive
y nadie está mirando por los ojos
que me observan ahora,
¿quién abrirá el balcón de la mañana?,
¿quién errará por mí cuando yo falte?
La crónica del alma recurrente,
tras una vaga luz que se disipa,
intuye su declive en el futuro.
El corazón se cansa hasta el entierro
y labra el monumento del olvido.
Hubo una vez un tiempo
donde fui inmortal como los dioses,
igual de indestructible que los muertos,
pero mi sombra y yo nos vigilamos
al escribir las dos este poema.
Cuando ella usa sus manos,
por dentro yo soy magia y resplandor,
soy una multitud, eterna, alada.
Detrás del universo de los hombres,
un sueño contenido en otro sueño,
soy muchas a la vez, toda la suma
del número de formas que he ocupado.
Como única mujer sobre de la tierra,
soy todas las mujeres de este mundo.
Me aguarda la amplitud del infinito
como a una estrella itinerante y blanca,
presiento a qué lugar irá la lluvia
y me encamino a conocer quién soy.
Cuando vistan de oscuro el firmamento,
jamás sabrán que ya me habré marchado
las cosas diminutas y queridas
en la disgregación del alfabeto
del término preciso de mi casa.
Hasta que vuelva al mundo en otro rostro,
quien ya no soy se irá con sus recuerdos
y volverá el amor a su ejercicio.
No vayan a asombrarse,
las puertas no se cierran para siempre
y el tiempo es un espacio entre dos fechas.
Me escucharán después
en la memoria de otro
y soñarán conmigo los espejos
sobre blandas pirámides de ausencia
porque estaré, también, esperándome,
como un pájaro rojo, un bosque claro
o el corazón de un mágico destello
tras el delgado rostro de la muerte.
{{comentario.contenido}}
"{{comentariohijo.contenido}}"
Lunes, 2 de Septiembre del 2024
Domingo, 1 de Septiembre del 2024
Lunes, 14 de Octubre del 2024
Lunes, 14 de Octubre del 2024