Opinión

Aprender Fotografía en la Escuela de Arte Antonio López

Ángeles Huertas Díaz | Lunes, 2 de Septiembre del 2024
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Decía William Boyd, consumimos fotografías al ritmo que comen las ballenas, pero esto no quiere decir que las sepamos crear, mucho menos que las comprendamos. La amenaza del cierre del Ciclo Superior de Fotografía de la Escuela de Artes Antonio López (EASDAL), me ha llevado a reflexionar acerca de cuál es el alcance y la gravedad de este hecho. Habiendo sido recientemente alumna en esta escuela y en este mismo ciclo, ha sido inevitable pensar en el aprendizaje recogido y lo que, para mí, han supuesto estas enseñanzas. Es evidente que la fotografía ha tomado, desde sus inicios, caminos de democratización y popularización, que han puesto esta técnica y sus innumerables usos al alcance de todes. Los avances tecnológicos y la globalización de los medios y redes de comunicación, en su imparable desarrollo, han facilitado y, en muchos casos, obligado, a que la imagen sea código de expresión universal, tanto que muchos han aprendido, a la fuerza y a golpetazos a ser creadores y consumidores de imágenes. La gran paradoja del lenguaje visual actual es que manejamos un código que no entendemos y nadie nos ha enseñado a descifrar. Por eso somos tan sumamente manipulables y, por eso, somos, a mi juicio, la sociedad más analfabeta de la historia. ¿De qué sirve tener tanta información a nuestro alcance, si no sabemos lo que significa o, peor aún, si no sabemos utilizarla para comunicarnos con el otro? Estamos ciegos y mudos. Y mientras tanto, los que se aprovechan de esta circunstancia, se frotan las manos para que el circo continúe a su favor.

Estudiar fotografía no es, como muchos piensan, aprender a manejar una cámara fotográfica, que por supuesto que sí, pero esa es sólo la cúspide de un montón de aprendizajes que hacen que el manejo de esa máquina cobre sentido. En el Ciclo Superior de Fotografía se aprende a obtener imágenes (con o sin cámara), pero mucho antes se aprende a descifrar y a comprender el lenguaje de esas imágenes, a confeccionarlas y diseñarlas antes de apretar el obturador, de manera que éstas tengan sentido, equilibrio y coherencia visual (o que no lo tengan en absoluto, si eso es lo que perseguimos).

Para hacer una buena foto, hay que aprender a mirar y para aprender a mirar, tienes que ver y comprender lo que otros hicieron. Una fotografía pretende expresar algo y eso depende de multitud de factores técnicos, conceptuales y estéticos, de los que la historia de la Fotografía está llena de buenos ejemplos. Justo antes de disparar, en la cabeza de una persona formada en fotografía, desfilarán las imágenes de Pérez Siquier, Nan Goldin, los Becher, Helmut Newton, Lola Álvarez Bravo, Sally Man, Martin Parr, los hermanos Bragaglia o Elliot Erwitt, sólo por citar unos pocos, y esto determinará sin duda la imagen resultante.

Nuestra primera cámara, es literalmente, una caja de galletas (la famosa estenopeica), aunque paralelamente, los estudiantes de foto experimentamos con técnicas fotográficas tradicionales como las antotipias, las clorotipias, las cianotipias o la goma bicromatada, hacemos fotogramas y escaneogramas y nos pasamos horas dentro del cuarto oscuro, entre cubetas de químicos, para aprender a obtener negativos y positivos en distintos soportes. Cuando llega el turno de las cámaras propiamente dichas, no nos enseñan a manejar una sola, sino que practicamos con multitud de ellas, digitales y analógicas, de pequeño y gran formato, pasando por una amplia gama de objetivos y otros accesorios, lo que culmina en el trabajo dentro del estudio fotográfico. Entretanto, las imágenes que creamos pueden servir para una noticia de prensa, la portada de un libro, un reportaje de moda, una agenda cultural, una instalación artística o un folleto del Lidl, lo que requiere el uso de diferentes técnicas y herramientas de edición y diseño. 

Todo esto para alcanzar el objetivo más importante de esta formación: emprender nuestros propios proyectos fotográficos, que después constituirán un portfolio y nos situarán dentro del mercado laboral o del circuito del arte, desarrollando trabajos profesionales y/o artísticos con unas garantías profesionales que sólo una persona formada puede ofrecer.

 ¿Y por qué estudiar en la Escuela de Artes Antonio López? Pues por una razón bien sencilla: porque estudiando aquí este ciclo, no sólo tendrás esas mismas garantías de recibir una enseñanza de calidad, impartida por docentes y profesionales de fotografía, sino que estarás apoyando la enseñanza pública, algo que no debemos infravalorar. ¿Se puede aprender fotografía profesional en una escuela o en una institución privada? Por supuesto, las hay excelentes y muy prósperas (más bien muy rentables), pero cuando eliges un centro público para formarte, apoyas una enseñanza que garantiza el acceso a la educación en igualdad de condiciones y contribuyes a que esta formación no desaparezca, como parece ser el empeño de nuestra actual política educativa. Porque elegir dónde realizar tus estudios profesionales no puede ser igual (permítanme la metáfora) que plantarte delante de la vitrina de un supermercado a elegir qué jamón de york vas a comprar: si el que lleva un 95% de carne o el que está hecho a base de fécula de patata. La calidad educativa no debería costar más dinero ni ser un producto gourmet al alcance de unos pocos, sino que todas las personas, independientemente de su condición social o económica, deben poder acceder y formarse con garantías de calidad (por lo menos, hasta que puedan costearse lo que echan a la cesta de la compra).

No resulta fácil resumir en palabras todo lo aprendido y mucho menos, todo lo sentido en esta experiencia educativa que ha dado tanto sentido y sensibilidad a mi vida, pero necesitaba poner estas ideas, algo torpes e inconexas, para hallar un poco de paz entre tanto desvarío.

En realidad, quería expresar una sola cosa: cuando hacemos una fotografía, apretar el botón es sólo la punta del iceberg. Si quieres, de verdad, aprender a apretar ese botón, matricúlate en la EASDAL.

 

Ángeles Huertas Díaz

Tomelloso, septiembre de 2024

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