La parodia no puede ser más desternillante. Dionisio baja a la Tierra en forma de mujer para enfrentarse ɑ El Suasenaguer, un policía que está empeñado en cerrar un bingo ilegal de barrio, donde se reúne cada tarde un grupo de mujeres no solo para jugar, sino también para compartir sus intimidades, sus penas, sus alegrías, y alguna que otra copita de anís. Servando, compañero de trabajo de El Suasenaguer, intentará disuadirlo de sus intenciones, mostrándole que en la vida a veces hay que ser más flexible y permisivo. Pero el joven y fanático policía, obsesionado con el cumplimiento de la ley, desoirá sus consejos, arrastrando a todos a un final trágico y espeluznante.

Una versión libérrima de “Las bacantes” de Eurípides abordada magistralmente desde el humor, la eterna lucha entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre la rigidez autoritaria representada por el Suasenaguer y el mundo hedonista de Dionisia y sus acólitas.

La obra transcurre a un ritmo frenético con el aderezo agradable de la música, los ritmos flamencos y esa gracejo innnato que tiene la gente gaditana, multiplicado por dos con estos seis grandes actores que le sacan todo el jugo posible a una obra que lanza un claro mensaje de rebelarse contra lo políticamente correcto,  todo lo establecido, las conductas machistas y los tabús que encorsetan sus vidas. Así aparece el papel de la mujer viuda, que ahora es controlada por el hijo, de alguna dama insatisfecha, esposas que aprovechan un tornado para copular que es, sin duda, el pasaje de la obra que más divierte al público, o la rigidez de la autoridad que se ceba contra un grupo de mujeres que solo quieren divertirse y pasárselo bien. Después de tanta risa, la obra da un giro copernicano con el homicidio del final, un drama que, sin embargo, no puede apagar todas las carcajadas anteriores. 

En la obra hay una coordinación perfecta con los técnicos que van metiendo música y otros efectos de sonido en el momento justo y no es nada sencillo en una obra que marcha a tan alta velocidad. Algunos espectadores se siguen quejando de que no se escuchan bien los diálogos, pero esto no fue impedimento para que tributaran una gran ovación final a los seis actores que tuvieron que saludar hasta en cinco ocasiones. Semanas atrás disfrutamos con La accidentada fuga de Julio Verne que nos trajo la Compañía de Teatro Nerea, más adelante con El Brujo, ahora con Las niñas de Cádiz y ya asoma en la cartelera Burro donde podremos ver sobre las tablas a uno de los grandes, Carlos Hipólito. La temporada otoñal de teatro camina por muy  buena senda.