Hoy en San Mamés se ha
traicionado a la memoria histórica.
Hace unas horas, en el
estadio de San Mamés, los espectadores asistentes al partido han roto en
aplausos ante el saque de honor del montañero Martín Zabaleta quien en su día
apareció coronando una cima con una ikurriña donde figuraba el emblema de ETA;
son los rescoldos de una memoria interesadamente selectiva.
Y es que la memoria en el
ser humano casi siempre, por no decir inexcusablemente, es selectiva. Nos
acordamos con suma facilidad de los hechos o circunstancias que más nos agradan
o favorecen y olvidamos de igual manera los contrarios. La cosa se fragmenta y
mucho cuando sin haberlas vivido las sacamos a flote; es entonces cuando además
de selectiva, es demasiado miope y a veces ciega.
La memoria humana es un
proceso mental que nos procura recordar. La memoria genuina es aquella que nos
retrotrae a lo vivido, aunque bien es verdad que con frecuencia esos recuerdos
los tenemos distorsionados. Es lo que sucede por ejemplo cuando regresamos a un
lugar después de muchos años y comprobamos que lo real o existente no concuerda
exactamente con lo recordado. Pero en cualquier caso, la memoria se antoja
siempre como una maestra para nuestra supervivencia pues nos permite volver a
tener presente multitud de extremos: quiénes somos, experiencias pasadas, lo
acertado y erróneo que hicimos o presenciamos, aquello que fue conveniente o
arriesgado.
La memoria es materia
tratada por la sicología cognitiva desde sus distintos niveles y tipos. Memoria
sensitiva, afectiva, inmediata, memoria a largo plazo…cuanto más profundo y
determinante es lo sucedido en nuestras vidas, más largo tiempo permanece en
ella, alguno de ellos durante toda la vida.
La memoria puede ser
también autobiográfica por la que recordamos eventos personales, ya sean
visuales u orientativos de espacios y lugares. En ambos casos hacen referencia
y tienen como centro a la persona que recuerda, por lo que se trata de una
cualidad personal e intransferible.
Sin embargo y
curiosamente, en relación a la memoria, aquello que resulta más conocido es lo
referido a sus trastornos, principalmente la amnesia y en menor grado otras
como la eidética o el recuerdo de imágenes con una precisión exagerada. Olvido
completo y recuerdo exquisito. Sorprendente que esta ciencia no cite a la
historia como un tipo de memoria.
Pues bien, este tipo de
memoria, la histórica, trata de un conglomerado en el que aparecen mezclados
estos dos últimos términos. Aparte de que la historia es historia y nada más,
algo irremediablemente inalterable, intentar hacer memoria sobre ella es una
inexactitud conceptual pues la memoria es exclusiva de las personas.
Tony Judt, historiador
británico, especializado en política europea habla de que la memoria no debería
en ningún momento sustituir a la historia porque tiene el peligro de hacerla
subjetiva, es decir, irremediablemente interesada y parcial, “Yo creo
profundamente en la diferencia entre la historia y la memoria; permitir que la
memoria sustituya a la historia es peligroso. Mientras que la historia adopta
necesariamente la forma de un registro, continuamente reescrito y reevaluado a
la luz de evidencias antiguas y nuevas, la memoria se asocia a unos propósitos
públicos, no intelectuales: un parque temático, un memorial, un museo, un
edificio, un programa de televisión, un acontecimiento, un día, una bandera.
Estas manifestaciones mnemónicas del pasado son inevitablemente parciales,
insuficientes, selectivas; los encargados de elaborarlas se ven antes o después
obligados a contar verdades a medias o incluso mentiras descaradas, a veces con
la mejor de las intenciones, otras veces no. En todo caso, no pueden sustituir
a la historia”.
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Viernes, 22 de Noviembre del 2024
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