Una recopilación de inquietantes fotografías históricas donde se captura el último suspiro de una vida, la quietud de los cadáveres que se confunde con el arte, rostros borrosos que emergen de lo etéreo, como si la cámara hubiera atrapado algo que los ojos no pueden ver, invitan a desafiar la lógica y abrir una ventana a lo inexplicable.

Así, se puede ver la Naturaleza marsellesa  (Joel Peter Witkin, 1992) que se distingue por el uso de cadáveres y restos humanos, un elemento central  en su exploración de la muerte y la fragilidad del cuerpo; La primera operación con anestesia (Albert Southworth Hawes, 1846), imagen histórica que documenta un hito en la medicina; Los Adams y su bebé muerto anónimo, 1846, que refleja la práctica, muy extendida en el XIX, de retratar a las personas fallecidas; Identical twins (Diane Arbus, 1967), que recuerda a la película El Resplandor; Carta de visita con espíritu anónimo, una foto de1870 que enseña el gusto por lo paranormal y Autorretrato como hombre ahogado (Hippolyte Bayard, 1840), una de las primera obras de la fotografía conceptual y que tiene una historia intrigante.

Son relatos silenciosos que piden ser descubiertos, justo a tiempo para la llegada de Halloween, cuando lo inexplicable parece más cercano que nunca. ¿Qué esconden las imágenes?  La exposición, comisariada por Araceli Román López, alumna del Ciclo Superior de Fotografía, se podrá ver hasta el próximo 5 de noviembre.