Hipólito estuvo hace un año en Tomelloso, fue en el Auditorio López Torres en un emocionante recital de poemas de Manuel Juliá con música de Shuarma. Además, fue una de las personalidades que, a través de La Voz,animaron a Tomelloso en los peores días de la pandemia. El pasado sábado volvía a dar una magistral clase de interpretación, sin complejos, gracias al montaje de Tato y Cáceres.

Hipólito borda el magnífico texto de Tato con la soberbia dirección y música original de Cáceres. Nos cuentan la historia del mundo a través del burro, del asno universal que representa Hipólito. Desde el salvaje onagro de las montañas, hasta Platero o el olvidado pollino actual, pasando por la antigüedad clásica, la Edad Media, el Siglo de Oro o la Revolución Industrial. Un animal al que tenemos presente en nuestro vocabulario, (“los monos raros nos cazaron y nos convirtieron en insultos”), pero que no valoramos su proximidad y constancia.

Las fábulas de Esopo, Iriarte o Samaniego (“contad y escuchad fábulas no es morir del todo”), El asno de oro de Apuleyo, Misa del asno y Testamento del asno , la Disputa del asno de Fray Anselmo de Turmeda, Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, El sueño de una noche de verano de William Shakespeare y un homenaje precioso a Platero y yo y Juan Ramón Jiménez forman parte de un texto exquisito. En el que subyace, como no, la libertad, el miedo a ella, fundamentalmente (“no eres libre porque no te atreves”).

La música y la canción forman una parte muy importante de “Burro”. Fran García e Iballa Rodríguez hacen un gran trabajo como músicos y actores, potenciando (como la sal en el dulce), un gran montaje.

“Burro” destila emoción, sensibilidad, humor, rudeza y crudeza. Nos pone delante un espejo sobre como hemos tratado a este compañero de viaje (“Roma se hizo a palos”… “El Siglo de Oro es un siglo de palos”…). Y si somos capaces de tratar así a estos seres “pequeños, peludos, suaves; tan blandos por fuera que se dirían todo de algodón…”, qué no haremos con nosotros mismos.

Una larga ovación premió la gran interpretación de Carlos Hipólito y sus compañeros de escenario. Tuvieron que saludar en varias ocasiones.