Opinión

Tiempo de siembra...también política

Fermín Gassol Peco | Sábado, 9 de Noviembre del 2024
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Estas líneas están gestadas paseando junto al Guadiana, pisando la tierra fresca recién sembrada, mirando al horizonte en la llanura, masticando un silencio solamente interrumpido por el sonido de las grullas… que otoños tan hermosos como este se dan poco en estos lares y es una pena no salir al campo a disfrutarlos.

Alejado del bullicio de la ciudad, en la inmediatez con que transcurren las cosas en la naturaleza, me ha venido a la mente, en este tiempo de sementera, relatar la parábola del sembrador, pero en clave política, referida al complicado momento que vive nuestro país.

En una mañana de otoño, un sembrador salió a sembrar su parcela lleno de ilusión, con la esperanza puesta en lograr una buena cosecha. La semilla que se disponía a enterrar era de extraordinario poder germinativo; sabía que en otros muchos lugares había sido experimentada con gran rendimiento. La tierra estaba preparada para que esos granos germinaran. Cuando terminó de sembrar, el sembrador se marchó, esperando que esa tierra y las lluvias caídas, ayudaran al nacimiento de esas semillas tan prometedoras.

Transcurridos varios días regresó para comprobar el estado en que se encontraba su sembrado. Pudo ver cómo las plántulas ya asomaban formando un manto verde y tupido que cubría de manera uniforme su parcela. Regresó a su casa satisfecho, viendo que la etapa más delicada de la siembra, la nascencia, había sido superada satisfactoriamente. Ya solo faltaba esperar para verla crecer.

Tras el frío invierno, ese tiempo en el que las plantas enraízan, penetran en la tierra y se hacen fuertes, el sembrador volvió a la parcela para comprobar el nivel de ahijamiento que habían adquirido aquellas plantas y proceder a reforzarlas con el abonado; pero cuál fue su sorpresa…cuando de lejos vio con estupor que aquella siembra que había nacido tan bien…se encontraba ahora encogida y sin color. ¿Qué podría haber sucedido? Se preguntó. Al acercarse encontró la respuesta. La lluvia caída de manera generosa…hizo que las malas hierbas crecieran con mayor vigor que las semillas sembradas con tanta ilusión. Regresó a su casa contrariado ante tan imprevista situación, y pensó en la solución. Había que acabar con esas malas hierbas aunque ello supusiera un gasto más. Así lo hizo y una vez eliminadas, procedió a abonar la siembra. Al final obtuvo una gran cosecha. Esa semilla que gozaba de tan alto poder germinativo, una vez liberada de sus desleales competidoras, demostró la enorme riqueza que tenía dentro.

Supongo que no tengo que explicar que la democracia es la semilla, la tierra es la sociedad, la lluvia es el dinero, el abono es la cultura y las malas hierbas, la corrupción y la indecencia moral. El que tenga oídos…que oiga.

 

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