Hace apenas dos años que Karmento estuvo en Tomelloso y
parece que haya pasado un siglo. En agosto de 2022 visitó nuestra ciudad y
presentó “Este devenir”, en los jardines del parque. Ahora vuelve —este sábado
14 de diciembre a las 8 de la tarde en el Marcelo Grande— con su último trabajo
“La Serrana”. Vino como una música emergente y ahora lo hace como una artista
famosa. En este tiempo ha estado en el Benidorm Fest, ha hecho colaboraciones
con otros artistas y ha parido un disco maduro, vanguardista, con mucha música
y poesía, pero manteniendo su más pura esencia, en un precioso viaje emocional.
Da gusto hablar con Karmento, es cercana, se entrega en las
respuestas, es benévola con el periodista y muestra su absoluta sinceridad y un
amor indiscutible por lo que hace. Charlamos de su camino vital y musical, del
neofloklore, de La Mancha… Para la artista, que considera que el folklore es nuestra
casa, “es precioso que la gente te diga que le gusta lo que haces”.
—Dos años y parece que haya pasado un siglo, cuantas
cosas, ¿no?
—Han ocurrido muchísimas cosas. Pero, sobre todo, ha pasado
el tiempo, que en función de lo que estés haciendo puede ser superlento o
superrápido. En estos dos años y algo más ha salido un álbum nuevo, que es el
que estamos girando y con el que vamos a ir a Tomelloso. Hemos recorrido un
camino muy bonico con mucho movimiento y mucha música.
—Vino a Tomelloso como una artista emergente y mire por
todo lo que ha pasado en veintiocho meses…
—Justo cuando visité Tomelloso estábamos trabajando con “Este devenir”. Buscábamos dar a conocer un proyecto que estaba vibrando muy bien. Pero es verdad que en estos dos años, con el hito del Benidorm Fest, mucha más gente conoce mi trabajo. Y es que esto de la música es exponencial, tienes que estar todo el rato trabajando, persiguiendo el horizonte, confiando, eso sí, en la suerte, en el equipo que te acompaña y en tu arte. Luego, además, hemos tenido varios puntos de visibilidad, que han permitido que más gente me siga y que vayas cogiendo tu posición en esta junglita que es la industria musical actualmente.
—¿Y cómo lleva lo de ser famosa?
—El otro día estuve en el concierto de La Mare, una
compañera, tiene una canción estupenda que se llama “El escaparate” y habla un
poco de esto… De lo que parece y de la realidad, que no es tanto. La verdad es
que no soy tan famosa; estoy aquí, en el curro como cualquier otra persona,
dando cada día un poco más para seguir manteniéndome en la música. Es cierto que
ahora me conocen más personas que antes, pero me siento bien porque eso significa
que mi trabajo está llegando. Es precioso que la gente te diga que le gusta lo
que haces.
—Viene con “La Serrana”, un disco más serio, más maduro,
con más poesía y más música…
—“La Serrana” ha sido un disco más conclusivo, venía de un recorrido y he llegado a lugares más profundos. Y es que, cuanto más vas explorando tu trayectoria, más claras vas teniendo algunas cosas… Bueno, aunque de repente, todo se te desordena y ya no tienes nada claro (se ríe). En el camino de la pertenencia y de la raíz, ya no solo desde el punto de vista de las historias y de mi propio interior, sino en mi relación con la música, de lo que he idos escuchando, de mis referencias, hemos creado un disco más complejo, sí. En “Este devenir” era como la nómada que divisa el pueblo de lejos, el álbum estaba un poco más desnudo, más desértico de alguna manera. Aunque a mí me encanta. En “La Serrana” he llegado a un lugar más contundente. Estoy muy contenta con el disco, me gusta mucho.
—Un lugar con el que muchos nos sentimos identificados,
uno por ejemplo, con “Viejos padres”. Incluso “La loca del pueblo” parece
Karmento…
—El tópico de la loca del pueblo, (risas)… Al final trabajas
con las historias que te han atravesado. Yo soy de una cultura, de una
generación, de un sexo… tú y yo nos parecemos enormemente, como nos
pasa a todas. “Viejos padres” era para mí una necesidad interior, me tenía que
enfrentar a mi arquetipo paterno, ver mi relación con mi padre y con los
masculinos de entonces. Muchos de nosotros nos identificamos con esas familias,
con sus luces y sus sombras.
—A Karmento la colocan los que saben en el neofolklore, ¿se
encuentra cómoda en esa clasificación?
—Estoy cómoda, porque en la industria musical, los géneros o
el posicionamiento te lo da también el feedback, como va interpretando la
crítica y el público tu propia historia. Si tengo que elegir una sola clasificación
la de nuevo folklore me parece muy acertada. Se trata de la música que trata de
crear lazos entre la tradición y la vanguardia. Lo que hago no es estrictamente
folklore, es más sofisticado musicalmente, pero sí que se acerca mucho a las
historias y a los usos de lo popular. La verdad es que me siento bien con esa
palabra, aunque yo me describiría con muchas más, pero para que se nos entienda
y ayude a situar el proyecto, me parece bien.
—Uno echa de menos que en Castilla-La Mancha y en La
Mancha se le dé el cariño con que en otros territorios tratan a esos intérpretes,
como usted, que unen tradición y vanguardia…
—Nosotros, en La Mancha y en Castilla-La Mancha, estamos en la tarea de formar nuestra identidad colectiva y lo que nos define. Todas las
identidades colectivas necesitan sus artistas. Echamos de menos que aquí pase
lo que ocurre en otras redes de teatros, en Galicia, en Andalucía…, que se
programan proyectazos de artistas de nueva creación y de la zona. Sería
maravilloso que nuestra red fuese una plataforma de trabajo para los artistas
manchegos, que además estamos haciendo cosas muy bonitas, no soy la única. Y con
ese carácter tan manchego, que a veces nos da más miedo la crítica que otra
cosa… No hacemos mucho no vaya a ser que recibamos más críticas que abrazos.
Igual con los abrazos una tiene que tirar y, al final, cuando te atreves, es
una preciosidad notar que tus paisanos sienten que eres un referente de la
evolución y de los cambios. Cambios que se producen en todas las sociedades,
también en la nuestra.
—Ha colaborado con artistas de la tierra, Vermú, Bewis de
la Rosa, ¿cómo ha sido la experiencia? ¿van a seguir esas ententes?
—Las colaboraciones, además de ser fuentes de creatividad, de fusión, también nos ayudan en el trabajo diario. No dejamos de ser un gremio y tenemos que ayudar a hacerlo sólido… Siempre que colaboro me gusta hacerlo para crear música que merezca la pena y tenga un sentido, más allá de la idea de producto. Por ahora todas las colaboraciones que hecho han sido así y, por supuesto, estoy abierta a que sigan apareciendo artistas de nuestra comunidad y estemos ahí creando músicas juntos, claro que sí.
—¿La música de raíz corre el riesgo de no ser apreciada fuera de sus límites territoriales?
—Sinceramente, mi experiencia con el folklore es todo lo
contrario. La música es como los paisajes, no tiene barreras… Te das cuenta que
más que folklore manchego, hacemos folklore español porque cuando vas a otros
lugares descubres de que las seguidillas son sevillanas, que fandangos hay
en Castilla-La Mancha y en Andalucía, te vas a Cataluña y te encuentras una instrumentación que viene del mismo lugar… Y no es solamente mi ejemplo,
también el de otros compañeros, vas a otros lugares y la conexión y la vibración
sigue siendo buena, y la misma. Aunque luego, en todos los sitios hay matices,
hay dejes. Pero siento que son iniciativas con proyección, y no solo a nivel
nacional. Por suerte, he estado en Latinoamérica en dos ocasiones y otras
tantas en África y ha sido sorprendente, la gente ama la música, creo que conecta
en un lugar muy ancestral de la mente y el alma y por eso llega.
—¿No cree que las generaciones anteriores, a lo mejor por
esnobismo, hemos tratado de manera injusta la música que teníamos más cerca?
—Supongo que es un movimiento natural, las generaciones que vienen de la dictadura y de los primeros años de la transición tienen un cierto rechazo, inevitable, a lo que ya está establecido. Se buscan otros caminos y otras influencias, muchas que vienen a nivel internacional. Seguramente tocaba eso, si sucedió así es porque no podría haber pasado de otra forma. Ahora hemos llegado otras generaciones y toca el movimiento de vuelta y ahí está el nuevo folklore. Pero eso no solo pasa en la música, también en la gastronomía, en las artes plásticas, en la moda… es decir, lo que pasa es un movimiento universal, casi físico. Ahora nos toca regresar al origen. Cuando has viajado mucho y crees que todo lo que hay fuera es lo que hay que absorber, regresas y te das cuenta de que tampoco hay que ir a ningún lado. Lo que te pide el cuerpo es volver a casa, y el folklore es casa.
—El mestizaje, a pesar de que los ortodoxos estén sistemáticamente
tocando las narices, es siempre bueno, ¿no?
—En todos los géneros aparecen los puristas, los del
flamenco, los del folklore, los de la música clásica. Ahí está, por ejemplo,
Silvia Nogales, es una artista de guitarra clásica que ha creado su proyecto
buscando la vanguardia. En su mundo, en el de la guitarra clásica, es la
primera. El purismo siempre va a estar ahí pero el mestizaje es inevitable.
Creo que la rigidez de esperar que no te mezcles y, sobre todo, cuando hablas
de bienes tan intangibles como la música o el arte, estás condenado a estar
regruñendo todo el día.
—¿Lo vamos a pasar bien el sábado en el Marcelo Grande?
—Vamos a ir a narrar al público de Tomelloso el universo de “La Serrana”, que es universal. Cualquier persona se puede sentir identificada ya que es la historia de un pueblo. A través de nuestra propuesta musical, que creo que es preciosa, de la mano de unos músicos maravillosos, vamos a recorrer un camino que os puede aportar muchas cosas. Espero que la gente de Tomelloso vaya al Teatro Marcelo Grande.
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Lunes, 16 de Diciembre del 2024
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