La amplia sala de espera está desierta, tan solo algún aislado ir y venir, pisadas presurosas que interrumpen el pálido silencio; como si dentro de esas paredes espaciosas y espaciadas no existiera una máquina del tiempo.
Sin embargo, el minutero de un reloj allí colgado, va marcando invariable su momento…las nueve y cinco…las nueve y cuarto…Es invierno, la noche es ya cerrada y ahí fuera, apenas a unos metros, sí sigue pasando el tiempo.
Un niño entre los brazos de su madre, mujer joven, duerme ajeno, el padre, carpintero, los mira con ternura y boquiabierto esperando la llegada de un tren sin pasajeros.
Las puertas se entreabren y aparecen tres mujeres que conversan en voz baja, se detienen a unos metros de la entrada y observan el panel de salidas y llegadas; se dirigen, parece, hacia Granada. Una de las tres se queda en tierra, las otras dos la despiden abrazándola.
Entre los brazos enlazados suenan besos, ósculos sonoros y afilados, como si unos labios quisieran entonar un trino de cariño lanzado contra el viento.
La estancia cobra vida, el tren parte despacio y el tiempo, en la estación, comienza de nuevo su impávido trayecto…
María, José y el Niño...sin embargo, permanecen esperando a un tren que nunca llega, aun extraño tren que nunca transporta pasajeros....
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Miércoles, 11 de Diciembre del 2024
Jueves, 12 de Diciembre del 2024
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