La continuidad, a corto y medio plazo, de cuatro bares emblemáticos de Tomelloso está en el alero. En la mayoría de los casos, sus dueños han alcanzado la edad de jubilación o les queda poco tiempo y no hay garantizado un relevo generacional. De este modo, tendrán que traspasar o vender el negocio. Bar Avenida, Quinto Pecado, Mesón Plinio y Bar Felipe superan o rondan el medio siglo de antigüedad y han sido referentes en la hostelería local prestando un magnífico servicio a su clientela, pero los cuatro establecimientos afrontan el futuro con un alto grado de incertidumbre. La Voz de Tomelloso ha hecho un recorrido por los cuatro establecimiento hosteleros para departir con sus responsables. A ellos se suma, otro bar mítico en Tomelloso, Lauticia, que dirige Felipe Ramirez y que lleva cerrado desde la pandemia.
“Somos dos socios desde hace cuarenta años y nos queda poco para jubilarnos. Tenemos tres hijos cada uno y de momento no vemos una alternativa para seguir con el bar. Uno de mis hijos se dedica a la hostelería, pero está en un restaurante con buen sueldo y buenas condiciones laborales y no creo que de el paso de coger el testigo”, explica José López, uno de los socios del Mesón de Plinio que inició su andadura en la mitad de la década de los setenta de la mano de Eusebio y Manolín. “Tanto en mi caso, como en el de mi socio Ramón, hemos tenido algunos problemas de salud y, a pesar de que el bar sigue funcionando muy bien, hablamos de un bar grande que genera muchos gastos: el alquiler, luz, el sueldo y seguros sociales de seis personas…te metes mínimo todos los meses en unos gastos fijos que superan los veinte mil euros y que te obliga a hacer una caja exagerada. Los años pasan, se acumula cansancio y llega un momento en el que tienes que tomar una decisión”.
A este factor, Jose añade el de la competencia. “En Tomelloso hay más de trescientos bares, y es cierto que hay épocas muy buenas, pero otras no lo son tanto. Tienes que echar números y creo que tiene que llegar ese momento de alguien más joven que tenga ganas de moverlo y seguir”.
Pepe Pérez del Quinto Pecado lleva más de cuarenta años como hostelero, con el paréntesis de dos años y medio que trabajó en el sector de la construcción. Antes de ese periodo regentó el Rincón de Pepe y cuando reapareció lo hizo con el Quinto Pecado en el mismo lugar de la avenida Antonio Huertas. Pasó de sus famosas tortillas a los gofres y creps. “Voy a continuar al frente en el 2025, pero en el 2026 posiblemente lo deje. Llevo ya cuarenta y dos años. Mis hijos empezaron conmigo, pero luego eligieron otros sectores para trabajar. La hostelería no lo quiere nadie, es como una cárcel con las puertas abiertas. Hay veces que empiezas a trabajar y pasas horas y horas dentro sin poder salir a la calle. Se empieza temprano y se acaba muy tarde y trabajas cuando no trabaja nadie”.
Pepe Pérez cumplirá 65 años el próximo 5 de marzo y piensa seguir algún tiempo más….pero poco. “Mantengo todavía esas ganas de trabajar, pero los años van pesando. Más que un traspaso, a mi me gustaría venderlo porque me daría mayor tranquilidad. La mayoría de la gente quiere un alquiler, pero prefiero una venta”. El hostelero termina hablando de una nueva iniciativa solidaria que pondrá en marcha dentro de pocos días, en este caso, junto a Fundación Ceres.
Tirar mientras haya fuerzas
En la misma tesitura se encuentran los responsables del Bar Avenida, otro bar con gran solera en el centro de la ciudad,bar de cafés por la mañana y de exquisitas raciones a partir del mediodía. Los hermanos Pepe y Alejandro Carretero cogieron el testigo de su padre y dirigen con buena mano un establecimiento que atesora casi sesenta años de trayectoria y que no hace mucho tiempo fue reconocido con un Viñador. Asegura Alejandro, que hace un alto en el camino para atendernos, que “en la generación que viene detrás de nosotros no hay nadie dispuesto a tomar las riendas del negocio. Yo ahora estoy en una situación de jubilación activa y me idea, siempre que me acompañe la salud, es esperar hasta que se jubile mi hermano Pepe. De momento, me encuentro bien”.
Alejandro prefiere una venta a un traspaso “y sería bueno que el bar mantuviera esa línea que tan bien ha funcionado hasta ahora. El bar vive ahora el mejor momento de la historia, estamos vendiendo y la gente se encuentra a mucho gusto con nosotros, de hecho hemos tenido varios reconocimientos. Hay hosteleros que está llevando a cabo algunas innovaciones en la cocina muy interesantes, pero hay clientes a los que le gusta más lo clásico que es lo que trabajamos nosotros. Lo que funciona no hay que tocarlo”
A Justo Sáez, propietario de otro bar señero en Tomelloso, el Bar Felipe, le faltan dos años para poder jubilarse. El establecimiento se ha distinguido por sus tapas, raciones y unos bocadillos de calamares que siempre han marcado época. “Me encuentro bien y no estoy para cerrar, pero tampoco sé a ciencia cierta lo que pasará. Ahora trabaja mi hija conmigo, pero, de momento, no tengo pensado que ella coja el negocio. Mientras tenga fuerzas, tiraré yo”.
A Justo le gustaría seguir al frente del establecimiento que dentro de poco más de tres años cumplirá 75 años. “Un aniversario que me hace mucha ilusión celebrar y a partir de ahí sí me podría plantear dejarlo”.
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