Opinión

Heroínas silenciosas

Ramón Moreno Carrasco | Viernes, 31 de Enero del 2025
{{Imagen.Descripcion}}

El otro día, por expresa invitación de una de sus protagonistas, acudí a la presentación del corto-documental WALL, del cual este periódico se hizo eco. Reconozco que en principio me pareció uno de esos compromisos ineludibles y a los que vas con poco o nulo entusiasmo. Visualizando el trailer y escuchando la complementaria información que su director y productor, Néstor Grande, difundió en el acto, fui gratamente sorprendido, reconociendo que me conmovió y encantó a iguales partes.

Grosso modo, puede decirse que es la historia de mujeres en las que el simple hecho de vivir se convierte en un diario acto heroico, en tanto padecen de las denominadas patologías raras -así en plural, porque en no pocas ocasiones son varias de estas enfermedades las que afectan a una misma persona- y deben enfrentarse con las dificultades laborales, profesionales, personales, familiares y sociales que todo ello lleva implícito.

Su causa radica en la conjugación de varios factores. El primero de ellos es el claro y contundente triunfo de un neoliberalismo cada vez más extremo, tendente a reducir a la mínima expresión la actuación de los poderes públicos, privatizando los bienes y servicios que estos deberían gestionar y distribuir entre la población que los demandase, por ser esenciales para tener una vida medianamente digna y confortable. Esta privatización suele traducirse en una disminución de su calidad para que la empresa concesionaria de turno obtenga su legítima plusvalía.

Se trata de un bucle sobradamente conocido y que para entenderlo no es necesario tener elevados conocimientos técnicos en economía. Estos servicios en la calidad deseada tienen un coste prohibitivo que, a su misma vez, reduce drásticamente la potencial demanda. Ante ello, para asegurar la viabilidad económica, se rebaja la calidad y el precio.

Según los datos que allí se dijeron, en la actualidad se conocen más de 7.000 enfermedades raras que afectan a un 10 % de la población mundial. Si los mastodónticos y multinacionales laboratorios dedicasen recursos a la investigación y estudio de cada una de las mismas, en el hipotético caso de que éstos terminasen en algún tipo de fármaco realmente efectivo, este se debería comercializar a un precio que haría imposible la amortización de la inversión, pues de todos ellos solo una parte, cuyo exacto porcentaje desconozco, tiene recursos propios para permitírselos o vive en un estado avanzado con posibilidades de subvencionárselo.

El lucro en la empresa privada es el pilar fundamental que la sostiene y le otorga razón de ser, de tal forma que su ausencia la hace totalmente imposible de mantener en el tiempo, en tanto ello conlleva elevados costes. Eruditos y especialistas en estas lides coinciden en apreciar una intensificación del proceso de deshumanización social, del que sería incorrecto culpar, al menos en su totalidad, al sector privado, pues son los correspondientes mandatarios de turno quienes pueden decidir que determinado bien o servicio sea privatizado o no y, en su caso, revertir la situación. Es perfectamente compatible la investigación privada con el hecho de que una parte del Producto Interior Bruto de cada país, o de los presupuestos de las entidades supranacionales, como verbigracia la UE, se dediquen a investigación de aquellos aspectos que no puede abordar su homóloga privada.

Es, precisamente, la dejación de funciones de los poderes públicos otra de esas causas de este tipo de deleznables situaciones. Vemos a diario como éstos, en un contexto globalista, se ponen de acuerdo en aquellas cuestiones que afectan verdaderamente a sus intereses privados, mientras que en las de interés general se pasan lustros negociando sin llegar a un compromiso real. Adoptar medidas para eliminar esas prácticas de elusión y evasión fiscal, que supone una parte proporcional significativa de la rentabilidad de los negocios multinacionales, permitiría obtener cuantiosos fondos que poder dedicar a ésta y otras cuestiones tan necesarias y vitales para los más menesterosos.

Si la campaña electoral del recientemente reelegido presidente de la primera potencia mundial, EEUU., ha sido apoyada por uno de los hombres más cresos del mundo, Elon Musk, incluso el propio presidente pertenece a ese elitista, privilegiado y reducido grupo, no parece probable que la situación vaya a cambiar en beneficio del resto de la población. ¡Ojalá me equivoque y tenga que tragarme mis propias palabras!

La pertinaz depauperación de los correspondientes sistemas educativos es clave en el ya citado proceso de deshumanización. La reducción de horas lectivas que los educandos reciben en materia de humanidades, a favor de otras materias más técnicas que en el futuro les hagan ser empleados eficientes, distorsiona irremediablemente la percepción que de su entorno tienen. La formación humanística, aunque parezca un truño como en su día a mí me lo pareció, te conciencia de las muchas hostilidades que nos rodean, evitando que cuando vienen desgracias como la DANA o el huracán de turno se te quede cara de imbécil, de nuestra intrínseca vulnerabilidad, viendo en el dolor ajeno lo que en cuestión de décimas de segundo nos puede ocurrir a nosotros, fortalece los mecanismos mentales para afrontar presentes y futuras adversidades -ignoro que maldita ley lo enuncia, pero lo cierto y verdad es que, más tarde o más temprano, éstas terminan llegando-, y fagocita la comprensión de la vida en general, aumentando la empatía.

Curioso resulta que las afectadas se quejaran, entre otras cosas, de la nula empatía social que reciben, más allá de su entorno íntimo y familiar, con expresiones que en el fondo pretenden ser corteses y lo que en realidad provocan es la intensificación de su dolor físico y moral. A la ingeniería social a la que estamos permanentemente sometidos, vía tecnología, redes sociales y medios de comunicación de masas, no les interesa una sociedad cohesionada, capaz de comprender y organizar grupos de presión que reduzca considerablemente su potencial campo de actuación, máxime con mandatarios que no están especialmente dotados para el liderazgo.

Para terminar de empeorar la situación, los datos dicen que, aunque este tipo de enfermedades afectan a hombres y mujeres, su incidencia es considerablemente mayor en las segundas respecto de los primeros, en un mundo machista y patriarcal que no termina de evolucionar hacia una igualdad de género real.

Por eso les invito a que cuando se estrene el documental WALL, sea en el cine o en cualquier plataforma, colaboren viéndolo y dándole difusión, pues nada de malo tiene apoyar a quienes realmente lo necesitan.

Ramón Moreno Carrasco es Doctor en Derecho Tributario



208 usuarios han visto esta noticia
Comentarios

Debe Iniciar Sesión para comentar

{{userSocial.nombreUsuario}}
{{comentario.usuario.nombreUsuario}} - {{comentario.fechaAmigable}}

{{comentario.contenido}}

Eliminar Comentario

{{comentariohijo.usuario.nombreUsuario}} - {{comentariohijo.fechaAmigable}}

"{{comentariohijo.contenido}}"

Eliminar Comentario

En esta misma categoría...

Niños refugiados

Viernes, 31 de Enero del 2025

Tenerte a ti

Jueves, 30 de Enero del 2025

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter

Haga click para iniciar sesion con

facebook
Instagram
Google+
Twitter
  • {{obligatorio}}