Existen territorios privilegiados que por diversas características ecológicas tienen un gran valor para todos, además de los habitantes de su entorno cercano. Estos territorios o ecosistemas deben de gestionarse además de, con la mejor ciencia disponible, con una singular inteligencia que lleve a que el hombre no los deteriore en unos cuantos años, ya se sabe que se pueden destruir en unos pocos años y la restauración puede llevar entre docenas y cientos de años, y costar millones y millones de euros, o ser incluso irreversible, es decir desaparece ese ecosistema tal como lo conocíamos. Algunos de estos espacios han sido calificados como parques nacionales, lo que, en principio, conlleva muchas más inversiones, más control, más vigilancia y un sistema de gobernanza que en principio garantiza su permanencia en el tiempo.
Las Tablas de Daimiel son un espectacular y “humedal prácticamente único en Europa y último representante del ecosistema denominado tablas fluviales, antaño característico de la llanura central de nuestra Península”. En este ecosistema, hay dos grandes tendencias que son opuestas hasta el día de hoy, por una parte, una muy fuerte presión agrícola que aumenta y aumenta las superficies de regadíos en la cuenca del acuífero y por otra una zona protegida de enorme valor en biodiversidad que se nutre de ese mismo acuífero. Esta amplia llanura de inundación ha permitido el desarrollo de una potente y característica cubierta vegetal que constituye un excepcional hábitat para toda la fauna ligada al medio acuático.
Los intereses de los agricultores soportados por una mayora social amplia de las zonas, sindicatos agrarios, sector de equipamientos de regadío, venta de semillas, espalderas, insecticidas, abonos, etc. y, por otra parte, un sector que intenta mantener el ecosistema en niveles aceptables de explotación para que permanezca el parque nacional. Este sector goza de muchos menos apoyos sociales que el anterior, fundamentalmente a causa de ser percibido por la opinión pública como “defensor de los patos” a pesar de los enormes beneficios que tiene para todos incluso para la agricultura, frente a la generación de empleos y prosperidad que se atribuirían al otro sector. Es obligado decir que esta percepción entre la opinión pública está relacionada con la superior disposición de medios para crear opinión, máxime si se cuenta con la beligerante actitud de las instituciones autonómicas regionales, volcadas en favor de un productivismo del regadío contradictorio con la voluntad de conservar las Tablas de Daimiel. Es decir, conservar las Tablas tiene muchos menos poder para comunicar a la opinión pública que el sector agrario. Por lo que sería muy interesante un “empoderamiento” del mismo
Además de los regadíos ilegales, en las Tablas existe un actual sistema de subvenciones de diferentes administraciones que han determinado el aumento del regadío. Es cierto, que ha aumentado la eficiencia y han desaparecido cultivos como el maíz, pero no es menos cierto que se han incrementado la vid y el olivar en regadío de una manera masiva como se puede comprobar a tan solo 500 metros del parque nacional. En la actualidad el humedal, está pasando por un momento crítico, según WWF “la extinción del mayor masegar de Europa, un hábitat característico del humedal manchego que promovió su protección es solo una muestra del grave estado en el que se encuentra”. Pese a las últimas lluvias, siguen siendo un humedal muy seco y las únicas zonas que tienen agua es porque se ha bombeado artificialmente desde pozos durante el invierno y al escaso aporte del río Cigüela en primavera. El diagnóstico es evidente, el verdadero problema que seca este humedal es la sobreexplotación del agua de los acuíferos, destinada al creciente regadío y sigue produciéndose la extracción masiva ilegal de agua.
WWF determinó, en 2019 que 51.465 hectáreas de cultivo se riegan con agua extraída ilegalmente, el equivalente a 62.300 campos de fútbol. Las Tablas de Daimiel es el Parque Nacional con el mayor problema de extracción ilegal d agua que se ha cuantificado en España. La devastación del Parque Nacional que ya sucedió con las quemas masivas de las turberas, y el desplome del acuífero hasta profundidades incompatibles con la existencia del propio Parque nacional ha vuelto a ocurrir.
En este contexto llama la atención la tribuna publicada de ASAJA en su periódico Voz |el pasado jueves, 30 de enero donde se señalan la PAC y sus políticas conservacionistas como uno de los principales problemas para el campo castellano-manchego” cuando precisamente son esas generosas subvenciones de la PAC las que está manteniendo toda la realidad insostenible del campo castellano manchego. Por otra parte, señala sin ruborizarse que “hay que diferenciar entre una agricultura sostenible y una agricultura competitiva” cuando precisamente la única agricultura sostenible será la competitiva y el resto directamente no existirá. Luego señala que Castilla-la Mancha ha realizado el cambio de cultivos “sin infraestructuras y sin apoyos económicos” olvidando las generosas subvenciones dadas en todos los programas agroambientales, aplicación de plan de ordenación de extracciones, de ahorro de agua de la PAC o de compra de tierras por parte de la administración por ejemplo en el entorno de las Tablas de Daimiel. No tiene sentido hablar del resto del articulo donde propone más macro granjas y también más plantas de biometanización ¿seguro que están de acuerdo los habitantes de los pueblos con estas medidas?,
Querer exportar vino, cuando este año por ejemplo, ha vuelto a caer el precio que ha determinado unos excedentes sin precedentes. La patronal olvida directamente los mercados internacionales, el acaparamiento de tierras por parte de fondos internacionales o directamente el cambio climático, aparte del recurso de echar la culpa al presidente del gobierno de todo lo que pasa.
La agricultura en este territorio privilegiado de las tablas de Daimiel será sostenible o no será, y el uso inteligente de los recursos, en este caso del agua, se debe de realizar si o si. Si no, solo habrá paro, desempleo y ruina de un sector que está esquilmando de manera progresiva el propio ecosistema del que se nutre.
La evaluación de las políticas públicas aplicadas, utilizando criterios de eficiencia, eficacia, complementariedad, coherencia, transparencia, participación, etc. puede mediar en este dilema producción/conservación posibilitando escenarios alternativos sostenibles, de forma que prevalezca el gobierno de los comunes sobre los intereses de unos pocos.
La solución inteligente pasa porque todos los intereses lleguen a un acuerdo que denominaríamos inteligencia colectiva por oposición a la tragedia de los comunes que es lo que está pasando actualmente, es decir los grupos más poderosos, ni ceden en absoluto y además, quieren imponer a todo el conjunto de la sociedad sus intereses crematísticos a muy corto plazo que sin duda generaran más pobreza a medio y a largo plazo. Debemos pasar de un enfoque insostenible (basado en la tragedia de los comunes) con creación continua de regadíos a un enfoque más sostenible (basado en la inteligencia colectiva de uso a largo plazo) donde se estabilice y se eliminen regadíos especialmente consumidores de agua, y se restauren los ecosistemas. El objetivo final es buscar un gran acuerdo dónde se pueda convivir de una forma sostenible entre los sectores económico y manteniendo la diversidad, fijando población y con creación de empleo. Ganamos todos.
Dr. Fernando Prieto.
Observatorio Sostenibilidad.
Dr. Maximo Florín.
UCLM.
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Viernes, 7 de Febrero del 2025
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