1 de enero, Madrid, 4 de la mañana,

Apenas una farola, la calle está callada.

Me encuentro sola, en medio de la nada,

"Ten cuidado", mi hermana me manda.

"Avísame al llegar", me dice mi amiga,

Al colgar la llamada, la piel se me enfría.

Quince minutos, quince de terror,

Me da miedo el camino, me da miedo el error.

Escucho unos pasos, resuena el asfalto,

Me giro, un extraño, sudor en mi manto.

Capucha en la sombra, me mira, acelero,

Él acelera, lo siento, lo espero.

Empiezo a correr, la ansiedad me atrapa,

Ya no razono, mi pecho se apaga.

Me alcanza, me agarra, me empuja al rincón,

Su boca en la mía, sin pedir perdón.

Me inmoviliza, susurra al oído:

"Vaya falda más corta, ¿qué habrás querido?"

Consigue su meta, después se retira,

Me deja llorando, mi alma vacía.

1 de enero, Ciudad de México,

6 de la mañana, en el baño me escondo.

Me encierro, respiro, pero la puerta se abre,

Pasos que giran, miedo que arde.

"Sal de ahí, Elena", la voz no es extraña,

Mi ex en la puerta, me tiemblan las entrañas.

Golpes y gritos, la furia en su ser,

Me hago pequeña, no quiero ceder.

Revienta la puerta, se acerca, me besa,

Lucho, resisto, su puño me pesa.

"Qué falda tan larga, ¿quieres provocar?"

Se abrocha el pantalón y me deja en su mal.

Caigo al suelo, mi alma en pedazos,

Me siento sucia, rota en mis brazos.

Callo en silencio, la herida es oscura,

1 de enero, otra noche sin cura.

1 de enero, Nueva York,

Él saca la aguja, no sé qué pretende.

Estoy mareada, mi cuerpo se extiende,

Me lanza en la cama, un golpe que ofende.

Cinturón en la mano, me grita, me azota,

Intenso el dolor, su furia explota.

Intento correr, me tira al suelo,

Me grita, me pega, me deja en el hielo.

No llevaba escote, ni falda apretada,

Mi ropa era ancha, de manga cerrada.

Ya le di mi insta, mi ubicación,

Prometí volver sin una copa en mi voz.

Pero hoy me vestí y cogí mis llaves,

Tenía una fiesta, quería escaparme.

"¿A dónde vas?" su voz retumbó,

"Te lo dije hace un mes", pero él se enfadó.

"No vas a salir, me haces la cena,

barres la casa, dame tu cuenta".

Por favor, insisto, ya todo está hecho,

"No verás la luz si sigues con esto".

Un golpe, mi móvil estalla en el suelo,

Patada en la frente, me arrastra en el miedo.

Cierra la puerta, no volvió,

Yo tampoco… todo acabó.

No quiero ser poesía

No quiero ser el grito en la calle vacía,

ni el miedo en los pasos de aquella avenida.

No quiero ser nombre en cartel de protesta,

ni cifra en noticias que el mundo lamenta.

No quiero ser mártir de un juicio sin ley,

ni el cuerpo marcado por manos de ayer.

No quiero ser "fue su culpa, ¿qué hacía?"

Ni historia que acaba en una autopsia fría.

Quiero ser libre, sin miedo y sin normas,

que nadie me dicte mi ropa o mi forma.

Quiero salir sin pedir bendiciones,

volver sin relojes, sin justificaciones.

Quiero una lucha que encienda conciencia,

que rompa las sombras, que borre violencia.

No quiero ser mártir, no quiero ser pena,

quiero ser vida, y que nadie la frene.

Por las que fuimos, por las que somos

Luchamos por todas, por cada herida,

por cada mujer que calló su vida.

Por la que corrió sin mirar atrás,

por la que gritó y no la oyeron jamás.

Luchamos por todas, por cada "exageras",

por cada pregunta que hiere y envenena.

"¿Cómo ibas vestida? ¿Qué hacías ahí?"

Como si el culpable no estuviera allí.

Luchamos por miedo, por rabia, por fuego,

por días sin miedo a morir en el suelo.

Por calles seguras, sin sombras, sin duelos,

por cuerpos que valen sin ser un reflejo.

Por ser respetadas sin dar explicaciones,

sin "cierra las piernas", sin "no provoques".

Por todas las madres, hermanas, amigas,

las que no volvieron, las que están perdidas.

Luchamos por ellas, por nosotras mismas,

por ser quien queramos, sin miedo, sin prisas.

Por un mundo justo, donde ser mujer

no sea un motivo para desaparecer.

Elena Cepeda Jiménez