Impresionante es contemplar su belleza, ya es otro regalo de la naturaleza.  Así es como te quedas enamorado. Cuando paseas junto al río, ese río Arlanza, que es el más largo de la provincia de Burgos. Es el que más tierras baña, más puentes visita, más admiradores tiene, en su caminar. Porque en su recorrido, con su majestuosa tranquilidad y el inconfundible soniquete que lleva el agua, siempre con su temblorosa alegría, caminando el agua del río sin cesar, ni de noche ni de día.

Y esas ramas sueltas que quieren tocar el agua dulce del río. Casi con miedo se agachan y se rinden silenciosa, para besarla y así humedecer las ramas y sus hojas sueltas, temblorosas de pena, porque saben que esa agua que pasa ya no volverá jamás, el agua nunca vuelve, solo pasa una vez en la corriente del río, es como la vida misma solo pasa una vez y nunca vuelve. Así es el agua, otro misterio de la vida. Sí… Misterio, con recuerdos, del río, que dio de beber, a hombres como Rodrigo Díaz de Vivar. Y su inseparable babieca.

Proporcionaba sustento y energía, cuando los hombres que se arrodillaban, para beber y luego se levantaban, para continuar construyendo catedrales. Oh, río de burgos. Desde que empezó la Ciudad a formarse, siempre te respetó tu sitio de privilegio. Que tú elegiste y deseaste pasar tu recorrido por el centro de sus calles. Burgos te ha respetado, ha crecido, pero tu sitio es intocable desde ese día en que se unió la Ciudad a ti. Ahora las calles te rodean, por todos lados. Y tú majestuoso río Arlanza, abrazado y querido con esplendorosos puentes, para verte desde un lado y desde otro. Río de Burgos, eres el amor de la ciudad. Y el silencio de los soñadores, de pintores, y poetas. Río de mi ciudad castellana, ¿cuántos años tienes.? ¿Cuántas cosas, viste en tu caminar, en tu historia y las callas?

Sentado en la piedra, viendo pasar la tarde, al mismo tiempo que el agua pasa y se va, buscando la mar. Una mansa pena siento Ver la tristeza del puente, el puente solo se queda, y el agua siempre se va.