Opinión

Adicciones: una herida invisible que también necesita cuidados

7 de abril: Día Mundial de la Salud

Esmeralda Jiménez Alcañiz | Lunes, 7 de Abril del 2025
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Cada 7 de abril, con motivo del Día Mundial de la Salud, se abre un espacio global para reflexionar sobre los desafíos que enfrenta nuestra sociedad en materia de salud. Este año queremos mirar más allá de lo evidente. Queremos hablar de aquellas heridas que no siempre se ven, pero que también duelen y enferman: las adicciones.

Durante años, las adicciones han sido tratadas con estigma, silencio o castigo. Pero la evidencia científica y la experiencia clínica coinciden: las adicciones son un problema de salud, no de moral. No se trata de personas “débiles” o “sin fuerza de voluntad”, sino de seres humanos que atraviesan un sufrimiento profundo, muchas veces silencioso, y que necesitan apoyo, acompañamiento y tratamientos adecuados.

¿Qué entendemos por adicción?

Cuando hablamos de adicciones, solemos pensar en el consumo de sustancias como alcohol, tabaco o drogas ilegales. Pero el concepto es mucho más amplio. Existen también adicciones comportamentales, como la ludopatía (adicción al juego), la adicción a las pantallas, al sexo o incluso a la pornografía. Lo que todas ellas tienen en común es la pérdida de control, la dependencia, el deterioro de la vida cotidiana y, sobre todo, el sufrimiento.

Las adicciones no comienzan de la nada. En muchas ocasiones están relacionadas con heridas emocionales previas, experiencias traumáticas, entornos familiares disfuncionales o dificultades para manejar el dolor emocional. Algunas personas buscan en el consumo una forma de anestesiar el malestar, evadir la soledad o calmar la ansiedad. Con el tiempo, lo que comienza como una “vía de escape” se convierte en una cárcel.

Impacto en la salud física y mental

El daño que producen las adicciones es profundo y multifacético. A nivel físico, dependiendo de la sustancia o conducta, pueden provocar enfermedades cardiovasculares, hepáticas, respiratorias, neurológicas, alteraciones hormonales, problemas sexuales y reproductivos, y un largo etcétera. En muchos casos, los efectos se agravan por el deterioro del autocuidado: mala alimentación, falta de sueño, descuido de enfermedades crónicas o exposición a situaciones de riesgo.

Pero quizá el impacto más devastador ocurre en la salud mental. Las personas con adicciones suelen experimentar altos niveles de ansiedad, depresión, irritabilidad, culpa y vergüenza. Las relaciones sociales y familiares se resienten, el aislamiento se profundiza, y la autoestima se desploma. En algunos casos, el dolor se vuelve tan insoportable que puede derivar en ideas suicidas. 

Además, existe una fuerte relación entre las adicciones y otros trastornos mentales. Muchos pacientes presentan lo que se conoce como “patología dual”: una combinación de adicción y trastornos como la depresión, el trastorno bipolar o el trastorno límite de la personalidad. La atención integral y coordinada es clave para poder abordar ambos aspectos de forma eficaz.

Una mirada más humana, menos punitiva

Durante demasiado tiempo, la sociedad ha juzgado a las personas con adicciones como si fueran delincuentes o casos perdidos. Esta mirada no solo es injusta: es contraproducente. El estigma hace que muchas personas no pidan ayuda por miedo al rechazo. La criminalización de ciertas sustancias y conductas ha llevado a miles de personas a la cárcel cuando en realidad lo que necesitan es tratamiento.

En lugar de señalar con el dedo, necesitamos tender la mano. Promover una mirada empática, basada en la salud pública, en el acompañamiento profesional y en el acceso real a recursos de prevención, tratamiento y reinserción. Porque sí: la recuperación es posible. Con apoyo, tratamiento y acompañamiento, muchas personas logran salir adelante y reconstruir sus vidas.

El rol de la prevención y la educación

Si queremos avanzar como sociedad, también debemos invertir en prevención. Y eso empieza desde edades tempranas. Educar en inteligencia emocional, en habilidades sociales, en el manejo de la frustración y el autocuidado es fundamental para prevenir conductas adictivas en el futuro. Asimismo, hablar sin tabúes sobre el consumo, ofrecer espacios seguros de escucha y promover modelos de vida saludables son pilares fundamentales.

Las familias, los centros educativos, las instituciones sanitarias y los medios de comunicación tienen una enorme responsabilidad. Cada mensaje cuenta. Cada vez que hablamos de las adicciones desde el respeto y la comprensión, estamos ayudando a construir una sociedad más sana.

Estamos aquí para ayudarte

Desde nuestra asociación, Aarfatom, sabemos que el camino de la recuperación no es fácil. Lo vemos cada día en las personas que acompañamos, en sus historias de lucha, caídas, y también de esperanza. Por eso queremos decirlo claro:

Si estás atravesando una situación difícil relacionada con una adicción, no estás solo. Hay salida. Y acompañado, es más fácil encontrarla.

Este 7 de abril, Día Mundial de la Salud, hagamos visible lo invisible. Hablemos de las adicciones con valentía, con empatía y con compromiso. Porque no hay salud posible si dejamos fuera a quienes más la necesitan.

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