Opinión

Las Tablas de Daimiel, acuarela de sonidos

Fermín Gassol Peco | Miércoles, 9 de Abril del 2025
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El campo presenta en estas fechas una admirable belleza. Para los amantes de la naturaleza las estampas que ofrecen los múltiples rincones de nuestra provincia se convierten en agradables regalos a contemplar. El agua caída durante el pasado mes de marzo, un mes que este año ha sido excepcionalmente lluvioso, tiene la bendita culpa de que la vida haya florecido a borbotones en cualquier recodo de un camino. Sinfonía coral de aromas, sonidos y colores.

Pero si hablamos de esa eclosión de la naturaleza en Las Tablas de Daimiel, el espectáculo cobra una dimensión paradisiaca. Me lo decía un amigo que trabaja por allí cerca. ¡¡Ahora sí!! Ya lo creo que ahora sí, le contesté. Fueron las exclamaciones con las que resumimos la plenitud de algo que por fin se logra. Las Tablas a pleno pulmón inundadas con las aguas dulces y salobres del Guadiana y del Cigüela.

Ahora mismo Las Tablas de Daimiel, ¡corran a verlas, pero ya!, es una maravillosa mezcla de luz, agua, sonido y paz…mucha paz. Hasta las algodonadas nubes que las sobrevuelan, parece que quisieran sumarse a este espectáculo bañando su figura en la superficie cristalina de sus aguas. La nitidez con la que se deja ver la vegetación que habita sus fondos así lo indica.

El silencio en ese espacio inmenso sirve de caja de resonancia al "sonido cuadráfonico” que desde los cuatro puntos cardinales nos hacen llegar los fuertes trinos y graznidos de ánsares, fochas, patos, ruiseñores, zorzales, jilgueros, carriceros; sinfonías de viento y vida. 

Marjales, masiegas y juncos… amapolas, margaritas y gramíneas; acuarelas inmensas bañadas por la clara luz del firmamento. Todo bajo los majestuosos vuelos de las águilas laguneras, garzas o grullas imperiales y entre bosques de tarayes vigilantes que discretamente observan a sus sorprendidos y agradecidos visitantes.

Dicen que debajo de las Tablas está la tierra. Dicen que debajo de ese manto de vegetación, agua y vida…se encuentra nuestra enjuta tierra manchega. Quién diría que en esta inmensa llanura de polvo y paso, la vida se detiene para demostrar lo que la naturaleza es capaz de parir…cuando el agua lo permite.

Seguro estoy que después de contemplar a esta viva sinfonía de acuarela con que nos deleita la naturaleza en este paraje, los corazones y las hormonas de quienes la han visto, oído y disfrutado, empezarán a latir de otra manera. En mi caso, les confieso que así ha sido.

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