"Todos podemos ser escultores de
nuestro propio cerebro” Santiago Ramón y Cajal
Ahora, que estamos en la
recta final de los últimos exámenes del curso, quisiera hacer una valoración
generalizada que pueda servir de ayuda a muchas familias y estudiantes. La gran
mayoría de nuestros adolescentes sufren un nivel muy elevado de síntomas de
estrés y ansiedad, especialmente el alumnado de 2º Bachillerato.
Para empezar les facilito
los siguientes datos que resultan bastante interesantes como punto de partida.
En España, el 41% de los adolescentes ha experimentado problemas de
salud mental en el último año, pero más de la mitad no ha pedido ayuda. El
59,3% de los jóvenes de entre 15 y 29 años reconoce padecer problemas de salud
mental.
Las principales causas se deben al
estrés (55%), ansiedad (47%), depresión (25%), problemas de sueño (22%),
trastornos de la alimentación (4,4%), TDAH (3,7%), TOC (1,6%). Es
significativa una mayor prevalencia de
problemas de salud mental en chicas (68,5%) que en chicos (50,1%).
Cómo afecta la ansiedad en el
rendimiento académico
En la mayoría de los casos, su
impacto es muy negativo. Las causas son: Dificultades de concentración a la
hora de estudiar y asimilar los contenidos, bloqueo mental, problemas de
memoria a corto plazo, procrastinación, donde los estudiantes van posponiendo
el estudio; síntomas físicos, como la sudoración, palpitación y temblores; baja
autoestima, menor participación en clase.
Otros elementos negativos son la
presión académica, por el deseo de obtener buenas calificaciones, el
perfeccionismo de los estudiantes, que muchas veces los supera, ya que ni
siquiera se aceptan a sí mismos y no son capaces de quererse incluso cuando
cometen fallos, y no digamos ya de la competitividad de comparase unos con
otros y tratar de ser los mejores.
Lamentablemente, hablar
de salud mental en los centros sigue siendo un tema tabú, y esto genera que
muchos adolescentes no tengan las suficientes herramientas e información para
afrontar estos problemas. Es fundamental normalizar dentro del terreno de la
salud la llamada salud mental, que en el pasado era motivo de rechazo social y
desatención.
Desde
la Asociación Salud Mental Tomelloso – Puertas Abiertas, defienden que la
educación emocional debe tener un espacio en los centros educativos. Solo así
construiremos una juventud más fuerte, más consciente y con más herramientas
para enfrentarse a la vida.
Hablar de estos temas en
el aula permite desmontar mitos, prevenir conductas de riesgo y, sobre todo,
normalizar emociones como el estrés o la ansiedad, que todos sentimos en algún
momento.
Si cuidamos nuestro
cuerpo. ¿Por qué no cuidar también nuestra mente?
El estrés y la ansiedad
son cosas distintas, el estrés es una respuesta física o mental mientras
que la ansiedad se produce cuando sentimos miedo o preocupación. La
ansiedad puede durar más tiempo, incluso sin un motivo aparente. Los síntomas
de la ansiedad son palpitaciones, sensación de peligro, falta de aire, etc.
Estos estilos de pensamiento se conocen como distorsiones cognitivas, y hacen que interpretemos la realidad de forma más negativa. Algunos ejemplos son el pensamiento de todo o nada (“Si no saco un 10, soy un fracaso”), catastrofismo (“voy a suspender y no aprobaré el curso”), filtro negativo (“solo recuerdo lo que hice mal al estudiar”).
¿Cómo saber si siento
ansiedad? Se producen tres niveles, en el cuerpo (palpitaciones, dolor de
estómago, sudoración, tensión en el cuello, dolores de cabeza), en la mente (
pensamiento como “no puedo” o “todo saldrá mal”), en las emociones (miedo,
tristeza, inseguridad, irritabilidad o mal humor).
A nivel académico, se
produce una baja productividad por bloqueo, menor satisfacción al lograr los
objetivos. Y a nivel social, aislamiento, riesgo de exclusión, etc.
Algunos mitos:
“La ansiedad siempre es
mala”. Es falso, un poco de ansiedad puede ayudarnos a estar alerta y
motivarnos.
“Si tengo ansiedad es
porque no he estudiado lo suficiente”. Falso, incluso los estudiantes mejor
preparados la sienten.
Claves para el entorno
familiar y educativo:
La comunicación abierta y
sin juicios, espacios para expresar sus emociones, apoyo afectivo, hábitos de
sueño y descanso, actividad física, red de amistades sanas, acompañamiento
profesional si es necesario.
Según la neurocientífica y entrenadora cerebral
Ana Ibáñez, es posible reprogramar nuestro cerebro para afrontar mejor el
estrés. Autora del libro ·Sorprende a tu mente: entrena tu cerebro y
descubre el poder de transformar tu vida.
El estrés, lejos de ser siempre negativo, puede
convertirse en algo positivo. Es como plantearle un reto a nuestro cerebro para
salir fuera de su zona de confort y así permitirle que se desarrolle mucho más.
Este tipo de estrés positivo se conoce como eustrés.
Algunos experimentos y talleres que se están llevando a cabo en centros, son los relacionados con el “Mindfulness” y sus técnicas de respiración y relajación, las cuales mejoran la concentración de los estudiantes.
Técnicas Cognitivo-Conductuales les ayudan
a cambiar los pensamientos negativos. Y talleres de educación emocional
centrados en la gestión de emociones a través del diario emocional, el semáforo
emocional o el role-playing. Estos talleres están inspirados en la metodología
de Daniel Goleman. Algunos centros piloto, fomentan la expresión emocional a
través de talleres de Arteterapia fomentando el arte, el dibujo, la
música y la escritura.
Desde luego, el mejor antídoto contra el estrés y
la ansiedad es respirar profundamente, hablar de lo que sientes, leer,
disfrutar de tu mascota, dormir y desconectarse del móvil antes de acostarse,
hacer ejercicio, bailar, pasear y contemplar la naturaleza.
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Viernes, 30 de Mayo del 2025
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