Bajo las flores traidoras,

más allá de los fúnebres cantos

los cuerpo olvidados por el alma

salen de sus tumbas a reír su llanto.

En este baile de sombras,

en el limbo se canta nanas,

se danza a la muerte liberadora

no hay noche ni día ni mañana.

Ese esqueleto guarda la línea

que mirada vacía, inocua,

que mutismo agradecido,

que palabra callada, que boca.

El fémur se lanza al aire

un giro perfecto, un plié

caída mortal, qué ridículo,

movimiento de retirada, un èchappé.

II

En este valle de lágrimas

con estos ojos secos de pena

la vida se desvanece

y se corrompe en la tierra.

Cuando te abandona el alma,

cuando el tiempo ya no aprieta,

cuando te oculta bajo la fría losa,

porque  la vida no es eterna.

Llega la hora de la alegría

es momento de fiesta

bailan los huesos desencajados

que salten, giren, se muevan.

No haya tiempo de reposo,

no haya descanso ni siesta

nada de baile lento

rock a pierna suelta.

Fardar como un fantasma

de un rollo, una refriega.

Se admite amor eterno

En la oscuridad el amor vela.