Opinión

Los bares de siempre

Fermín Gassol Peco | Viernes, 4 de Julio del 2025
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 En un bar de la Mancha de cuyo nombre no pretendo acordarme...unos amigos estaban dando cuenta del carajillo mañanero; uno de ellos se quejaba de no encontrar trabajo; el camarero le dijo no extrañarse porque estaban cerrando muchas empresas, a lo que el parado respondió: ¡mientras no cierren los bares!

Quienes conozcan la cotidianidad del trascurso de los días en nuestros pueblos y barrios, la existencia de algún bar resulta ser algo esencial para la vida de quienes habitan en ellos. Lugares de encuentro y charlas sobre temas más o menos graves, los bares son a modo de conciliábulos donde cada cual se expresa como sabe y quiere.

La costumbre de frecuentar los bares la llevamos en los tuétanos. Podrá cambiar la decoración, la oferta…pero la esencia siempre es la misma, un espacio donde tras atravesar la puerta, hace que nos convirtamos en personas más sociales, afables, relajadas e iguales; y es que los bares de nuestros pueblos y barrios son lugares que atesoran "alma".

Son aquellos que abren al amanecer y en los que el camarero suele ser a la vez el propietario. Son esos bares de toda la vida, con sabor y olor propio, que se encuentran situados junto a los mercados con sabor atemporal. Bares a modo de ágoras griegas o foros romanos donde cada mañana se dirimen los más variados asuntos, superfluos o algo más serios.

La cantidad de cuestiones que se sacan a diario relacionados con lo ocurrido el día anterior, desde ese penalti no pitado, hasta la "ocurrencia" de algún político, todo ello de manera fresca, afable, desinteresada a la vez que apasionada, en donde las distintas opiniones van y vienen volando por la barra aterrizando en las tazas de los cafés o carajillos, matadores del gusanillo mañanero…

Bares estos, en los que no pocos van también para ahogar sus penas o ser oídos en la confidencialidad de un confesionario donde una vez fuera se olvida lo tratado. Bares a los que de manera habitual acuden los de siempre, para hablar de lo de siempre, llegando a las mismas conclusiones de siempre.

Lugares en los que su propietario está dispuesto a ser, además de camarero, árbitro de las conversaciones y discusiones, haciendo que su bar se convierta todos los días en una espita de los problemas que hacen girar a ese mundo real que se encuentra al otro lado de la puerta y a donde de manera irremediable hay que salir, para seguir medio viviendo hoy...que mañana será otro día.

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