A las doce de esta noche el herido continuaba siendo intervenido en el quirófano, donde los médicos, tras estabilizarlo, intentaban determinar si el asta del toro había conseguido dañar o no órganos vitales, según indicaron fuentes del Sescam.

Unas tres mil personas acudieron al tradicional encierro de Fernán Caballero con motivo de las fiestas de San Agustín, uno de los días grandes de esta localidad y que atrae a aficionados no sólo de la comarca y provincia, sino también de toda la región.

La importancia de contar con unas sólidas rejas en las ventanas se hace patente cuando dos o tres jóvenes se cuelgan en ellas para esquivar los pitones de los astados, en este caso ‘Paverito’ y ‘Valiente’, de la fernanduca ganadería de Víctor y Marín. También contar con talanqueras de barrotes de hierro en las puertas de las casas por las que a menudo cuelan sus cuernos los animales.

Balcones abarrotados, público en azoteas, tejados e incluso encaramados a postes de la luz en un recorrido cerrado en forma de uve o i griega, lo que contribuye a potenciar emoción e incertidumbre en cuanto a por dónde pueden venir los toros.

Sorprendidos y enojados ante el bullicio, Paverito y Valiente barrieron la calle principal del recorrido, General Herrera, acudieron airados a capotazos de asistentes con chaquetas de chándal y el rosa de varios capotes, y cuando parecía que el pico de adrenalina bajaba cinco fernanducos en un tradicional carro reforzado con hierros y neumáticos instaron a los toros a retomar el auge de sus embestidas.