Visitamos hoy la cueva de Ángel Navarro que ofrece un tinte histórico muy importante: construida a principios del XX perteneció a la familia Eugercios que elaboró licores, vinos y aguardientes con la marca del apellido familiar, productos que llegaron a tener un importante mercado, sobre todo en Madrid. Todo partió con Santiago Eugercios Correas que nació en Alcaudete de la Jara en julio de 1882 y llegó a Tomelloso siendo muy joven, en el 1900 aproximadamente. Santiago era el gerente de la antigua bodega Casajuana, pero en 1906 se establece por cuenta propia y funda “Vinícola de Tomelloso” y “Soleras Eugercios” que luego legaría a sus hijos.
La cueva bodega, ubicada en la avenida de la Virgen de las Viñas, pasaría por las manos de varios propietarios y hoy hemos tenido oportunidad de conocer al actual, Ángel Navarro que le ha hecho una espectacular reforma. Las dieciséis tinajas de cemento que alberga han sido pintadas en un vistoso tono ocre. Antes hubo también tinajas de barro como demuestran los huecos de las paredes en las que se acoplaban las panzas. Las de cemento, que tienen una capacidad de 450 arrobas, fueron construidas por José María Díaz Benito en los años cuarenta, y llevan el sello inconfundible de su buen acabado y la lograda moldura. Ésta se ha pintado en un azul añil que combina bien con el blanco del empotrado. El balaustre es de hierro y cuando caminamos sobre el empotre podemos ver una antigua tapa de madera. Entre tinajas, aparecen unos rabos lisos y en el suelo vemos una reguera y unos pocillos que recogían el mosto que pudiera derramarse. En uno de los extremos hay una tinaja más pequeña, la del gasto, y nos llama la atención un refuerzo metálico, a modo de cinturón, en las tinajas mayores que los vinateros colocaban cuando veían algunas grietas. Así lo explica, el último tinajero de la ciudad, José María Díaz, que vuelve a acompañarnos junto a su hija, Pilar. Después se incorporará, Ana Palacios, autora de las fotografías que acompañan este artículo.
La cueva presenta una bóveda de hormigón, en forma de arco achaparrado, que le da un aspecto muy singular, al igual que una escalera larga y más bien estrecha con los peldaños pintados en gris. Está muy limpia, con las paredes blancas, en un estado de conservación impecable. Igualmente, destaca una completa iluminación con luz blanca que le proporciona mayor lucimiento. El propietario guarda la idea de introducir algunas cubas y barricas otros elementos típicos de las cuevas como bombas, además de construir una barra de bar, para compartirla con su familia y amigos.
La cueva original era mayor, como demuestra un muro que la divide, pero aún así sigue siendo larga y bonita. Ángel, que pronto empezará la obra de construcción de un gimnasio, se muestra orgulloso de una cueva de ciento veinticinco años que ha arreglado con toda la ilusión. Olvidadas hace años, afortunadamente estas singulares construcciones que tanto dieron a Tomelloso, vuelven a estar de moda.
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Viernes, 11 de Julio del 2025
Domingo, 7 de Septiembre del 2025
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