Tras una larga singladura de 41 años como secretaria del
Ayuntamiento de Tomelloso, Consuelo Rodríguez ha alcanzado su merecida
jubilación. Nacida en Ourense, de donde es toda su familia de origen, a los 13
años se trasladó a Madrid con sus padres y hermanos. En la capital pasó su
adolescencia, parte de su juventud y se licenció en Derecho por la Universidad
Complutense. Al poco tiempo, aprobaría la oposición de acceso a la primera
categoría del Cuerpo de Secretarios de Administración Local (hoy, categoría superior
de secretarios de la escala de funcionarios de Administración Local con
Habilitación de carácter Nacional), que le facultaba para desempeñar el cargo
en cualquier Ayuntamiento de más de 20.000 habitantes, Diputación o Cabildo, en
todo el territorio nacional.
Su primer destino, y a la postre único, fue el Ayuntamiento
de Tomelloso. Se incorporó en el mandato Pedro Carrasco, y tras su
dimisión estuvo seis meses, con Clemente Cuesta, y después, sucesivamente, con
Javier Lozano, Ramón González, Carlos Cotillas, Inmaculada Jiménez y,
finalmente, Javier Navarro. Todos los alcaldes pueden dar fe de las
profesionalidad y entrega de una mujer que ha acabado siendo una tomellosera
más y se ha identificado con la dinámica, raíces y aspiraciones de la ciudad.
—Echando la vista atrás en su larga trayectoria como
secretaria del Ayuntamiento de Tomelloso ¿qué sensación le queda?
—Pues, una sensación de que ha pasado todo muy deprisa, a
pesar de haber transcurrido tantos años desde que comencé a ejercer mi
profesión y de las muchas experiencias vividas en todo ese tiempo.
—Como una de las funcionarias de cargo superior en el
consistorio, hablamos de un trabajo que entraña gran responsabilidad ¿no es
así?
—En el Ayuntamiento hay numerosos puestos que desarrollan
tareas con mucha responsabilidad, pero sí, los puestos de
Habilitación Nacional tienen asignadas bastantes funciones de gran
responsabilidad por distintas leyes y sus normas de desarrollo.
—Siempre existe una dialéctica muy particular entre
políticos y técnicos ¿cómo analiza esta situación?
—Como en cualquier relación en la vida, considero que hay unas premisas fundamentales para que pueda haber un diálogo productivo y un entendimiento, que son la educación y el respeto. No debemos olvidar que, aunque en un plano diferente, funcionarios y cargos políticos tienen una obligación común, que es trabajar para satisfacer los intereses generales. De hecho, unos y otros han de formular el mismo juramento o promesa, en relación con el cumplimiento de las obligaciones del cargo, al tomar posesión del mismo. Cada uno tiene su función, el cargo político, la de llevar a cabo su proyecto de gestión (sea desde el gobierno o con aportaciones desde la oposición), el funcionario la de ejecutarlo, desempeñando cada uno las labores del puesto que le corresponde.
—¿Qué suele incomodar más al político?
—Hay una cuestión que, en inicio, suele incomodar al cargo
político, y también al vecino, cuando se acerca por primera vez a la resolución
de un determinado asunto y se encuentra con que se va a demorar por causa de la
tramitación de un procedimiento administrativo, que hay que someter a las
exigencias legales y que, a veces, inevitablemente, se alarga. Hay
procedimientos que requieren de unos plazos de exposición pública, de
alegaciones, de audiencia, etcétera o de otras actuaciones previas para
habilitar el crédito presupuestario preciso y esto lleva un tiempo. Pero, al final,
se acaba aceptando y entendiendo. Se trata de la Administración y, al fin y al
cabo, ese procedimiento es una garantía para el ciudadano. Para evitar
retrasos, en la medida de lo posible, debe existir una planificación y una buena
coordinación, pero también es una realidad que las necesidades que van
surgiendo día a día, no siempre permiten seguir la hoja de ruta deseable. En
todo caso, el entendimiento no es difícil si cada uno, sin dejar de hacer su
papel, intenta comprender la posición del otro y la respeta.
—El trabajo que ha desempeñado reviste complejidad puesto
que las normas administrativas suelen cambiar con frecuencia ¿cómo se trabaja
en estas circunstancias?
—Las normas de Derecho administrativo, efectivamente,
cambian muy rápido, cada vez son más las normas sectoriales a aplicar y,
además, hay que conjugar la aplicación de normas estatales, autonómicas y
europeas. A veces, la sensación es de vértigo. No queda otro remedio que estar
atentos, ponerte al día, informarte y formarte continuamente.
—Desde su posición ha visto en primera persona los
avances que ha experimentado la ciudad….
—Cuando está pasando no eres consciente, pero cuando echas
la vista atrás te das cuenta de que muchos hemos visto cómo hace cuarenta años
no existían la mayoría de las instalaciones y servicios que hoy conocemos.
Durante todos estos años, a medida que la sociedad y las necesidades iban
cambiando fueron apareciendo y desarrollándose en Tomelloso: el Centro de
Servicios Sociales, la Oficina de Información al Consumidor, el teatro, los
museos, muchas instalaciones deportivas, el Centro de la Juventud, la Casa del
Agricultor, el Registro de la Propiedad, el hospital, nuevas urbanizaciones,
zonas verdes, parques, calles, centros educativos y un sinfín de nuevas
instalaciones y actividades, tanto en el sector público como en el privado, por
no hablar de los avances en el ámbito de la tecnología y en concreto en el
mundo de la información y la comunicación. Algunos hemos tenido ocasión de ver
muy de cerca los procesos de puesta en marcha de muchos de esos servicios y
actividades, porque de forma directa o indirecta, en mayor o menor medida, los
Ayuntamientos siempre intervienen o son partícipes de ello.
—¿Qué es lo mejor y lo peor del puesto de trabajo que
usted ha desempeñado?
—Lo mejor, haber aprendido mucho de tantas personas con las
que he compartido mi vida profesional, sobre todo, haber podido apreciar el
valor que tienen las labores que muchos trabajadores municipales
desempeñan y que no se ven, pero que son esenciales para resolver
los problemas y atender las necesidades de los vecinos, desde todos los
ámbitos y dependencias: servicios sociales, deportes, servicios generales
(secretaría, padrón, contratación, atención al público, notificadores, recursos
humanos, patrimonio, informática, archivo), urbanismo, obras, electricidad,
cementerio, medio ambiente, jardinería, cultura, biblioteca, consumo,
educación, defensa en procedimientos judiciales, promoción económica, hacienda,
alcaldía, periodistas, guardería rural, seguridad ciudadana, etc.. Lo peor,
quizá, la tensión generada en las ocasiones en las que había que trabajar
a contra reloj, porque unas u otras circunstancias así lo requerían, pero, pese
a ello, tenías que hacer bien tu trabajo.
—Ha trabajado con compañeros, que al igual que usted,
también son de largo recorrido, háblenos de ellos...
—He trabajado con muy buenos profesionales, en distintos
momentos. No voy a negar que, al ser un colectivo grande y durante tantos años,
ha habido de todo como en todas partes, pero el balance es sobradamente
positivo. Es posible que recuerde con más nostalgia lo convivido con muchos de
esos compañeros a los que se refiere como de ¨largo recorrido¨. Ello es porque,
en la segunda mitad de los años ochenta y hasta un poco después, coincidimos en
el Ayuntamiento un grupo de personas, recién llegados, en un
momento en el que se estaba viviendo, yo lo he dicho en otras ocasiones, no una
época de cambio, sino un cambio de época.
—La Administración Local ha experimentado sustanciales
cambios durante su vida laboral activa ¿no es así?
—Había que adaptar la Administración Local a un nuevo
concepto de Entidad con autonomía administrativa (así la definió la
Constitución) y adecuarla para poder dar respuesta a las nuevas competencias y
exigencias derivadas del Estado constitucional y del Estatuto de autonomía
regional, que iban siendo trazadas poco a poco por las propias leyes
posteriores y otras normas de desarrollo (la Ley de Bases de Régimen Local post
constitucional es de 1985). Había que poner en marcha, sin tardar, algunos de
los servicios públicos de los que hablaba antes. En esos años, ese grupo de
personas, en los que incluyo no sólo a funcionarios, sino también a cargos
políticos de uno y otro signo, teníamos muy claro que había muchísimo por
hacer, que no había que regatear en dedicación y esfuerzo, a pesar de los
escasos medios y de la inexperiencia, sin despreciar lo que nos aportaron los
que ya estaban en esa Administración, hasta entonces diferente. Pertenecíamos a
una generación, la mayoría jóvenes, muy consciente de lo que requería el
servicio público en ese momento y de lo que nos tocaba construir. Mi percepción
es la de que había una mezcla de sentido del deber y de ilusión por lo que
estaba por conseguir, que era nuevo, era mucho y no era tarea fácil. Compartir
esas vivencias, en unas circunstancias tan especiales, acerca más y deja más
recuerdo, inevitablemente.
—¿En qué va a emplear el mayor tiempo libre que dispondrá
a partir de ahora?
—Soy persona inquieta, así que lo ocuparé de alguna manera,
seguro. De momento quiero disfrutar de la libertad de no tener demasiadas
obligaciones, poder dedicar más tiempo a mi familia y amigos y, poco a poco, ya
se irá viendo.
—¿Se siente a gusto viviendo en Tomelloso?
—Claro. Ya lo he dicho en alguna otra ocasión. Mi marido y
yo queremos seguir viviendo aquí. Es una ciudad donde me siento a gusto y
tenemos buenos amigos. Aunque no renuncie a mis orígenes, también me siento de
aquí. Cuando voy a otro sitio suelo hablar de Tomelloso, aunque cada vez lo
conoce más gente.
—¿Dejaría algún mensaje de despedida?
—Añadir que os estoy muy agradecida, tanto a vosotros como a
otros periodistas que a lo largo de este tiempo habéis estado informando sobre
la actividad municipal y sobre el desarrollo de las sesiones, por el respeto y
cuidado que habéis tenido con mi función y mi imagen pública y, a vosotros en
concreto, por vuestro interés por mi trabajo.
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Viernes, 12 de Septiembre del 2025
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Sábado, 13 de Septiembre del 2025
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