Otra tarde de viernes con temperatura no digamos otoñal, simplemente parecida, nada que ver con la de semanas atrás. Ciri se presenta con unas pinceladas de melancolía y añoranza de tiempos antiguos, cuando las calles de Tomelloso se perfumaban del olor a mosto, con la brisa transportando el aroma, se descubría la zona en la que se situaba la cueva en plena faena de fabricación de vino. Hoy son las bodegas y cooperativas las que faenan orbitando en torno a la ciudad.
Acaban de servirnos los exquisitos encargos para nuestra reunión. Me parece que el café tiene un aroma más apasionante. El colega eleva el espíritu saboreando su magdalena. Hace un instante con la venida del camarero he rememorado el mal rato sufrido la semana pasada. No creo que se atreva a gastar otra bufonada igual.
—Compañero y además amigo —rompe Ciri el silencio—, a nadie mejor que a ti cristiano practicante, viajero empedernido visitando iglesias y catedrales de España y del mundo entero, puedo preguntar si me lo permites.
No necesito comentar que estas introducciones anuncian algún interrogante o tal vez comentario con carga de profundidad a modo de fragata. Sacudo los hombros, relajo la espalda, intento estirar los músculos del cuello con esperanza de que no sea demasiado sangrante la pregunta que anuncia. Me pongo serio, dejo la taza en su plato y dirijo la mirada al compañero, éste retoma su semblante tranquilizador y…
—Reitero, en esas visitas que has disfrutado en tu no breve vida a cualquier centro de culto cristiano ¿has encontrado en las puertas algún detector de sexos físicos y mentales para personas?
—¿Cómo dices, Ciri? —Imposible. No puede ser. La mente de mi amigo trabaja continuamente el “más difícil todavía” de los circos.
—Lo que has oído. Que si en tus visitas a centros religiosos cristianos has encontrado en las puertas de entrada algún detector de sexos físicos y mentales para personas. Venga no te hagas el despistado y responde.
—La respuesta es bien sencilla. Radicalmente no. Nunca he visto ni me han comentado que en ninguna iglesia hubiera en la puerta alguna maquinaria de la que me hablas, —creo que mi cabeza esta desmadejada del todo, a modo de muñeco de trapo.
—Tengo que deducir de lo que me dices…, —recalca con tono de profesor de lógica novato con ínfulas de sabio— que cualquier persona sin importar el sexo de su cuerpo o de su psicología puede entrar en un templo y admirar su construcción, su belleza, o pararse a orar unos momentos ante el sagrario o la estatua de algún santo de su devoción.
—Cierto, así es y así lo he observado toda la vida. Siempre que la persona se comporte como es debido en un lugar sagrado, lo contrario sería reprochable. Pero ¿a cuento de qué me estás martirizando con este interrogatorio?
Prosigue Ciri con su semblante solemne, como interiorizando la respuesta que acabo de darle, tomado su tiempo correspondiente echa mano del “móvil”, teclea unas pantallas y al final me muestra la que le preocupa. Se trata de una noticia que ha tomado del periódico “Religión Digital” textualmente la transcribo como me la enseña:
«03.09.2025 | RD/Efe
Los fieles católicos LGTBIQ+ han conseguido que en este Año Santo haya espacio para ellos y han sido incluidos en la agenda oficial del Jubileo con varios actos que reunirán a más de 1.300 personas, con una esperada peregrinación para pasar por la Puerta Santa de la basílica de San Pedro.
Aunque matizan que no se puede llamar el Jubileo de los LGTBIQ+, al no ser un gran evento jubilar, como, por ejemplo, el de los Jóvenes o los Pobres, sino una de las innumerables peregrinaciones organizadas espontáneamente por parroquias, diócesis y organizaciones católicas, están seguros que algo está cambiando en la Iglesia.
Católicos LGTBIQ+ en la agenda del Jubileo: "Algo está cambiando en la Iglesia"»
—Querido amigo ¿podrías ayudarme a entender esta noticia? Porque desde que la leí le he dado infinidad de vueltas y no termino de verla relacionada con la Iglesia.
—Ya que me pides mi opinión te la doy. Me parece que tanto el periodista como el grupo a que se refiere han querido impactar a la sociedad española y mundial. Es una noticia de fogonazo cegador, que no deja imparcial a nadie. Intentando apuntar unos tantos a tal grupo como innovadores e interlocutores con la Iglesia institución
—O sea, que no tengo mentalidad rara por haberme extrañado.
—Si me aguantas una explicación, dilecto Ciri, te digo: Hablamos de cristianos por lo tanto seguidores de Jesús al que llamamos Cristo. Si lees detenidamente los evangelios verás que Él acogió siempre a toda clase de personas, especialmente a los más necesitados, mujeres, niños, pobres, enfermos, viudas. A quien no aguantaba era a los hipócritas fariseos que acogiéndose al cumplimiento de la Torah (Ley Mosaica) tiranizaban al pueblo.
—Ciertamente así era, así lo he leído y meditado.
—La Iglesia si de verdad es de Jesucristo debe estar abierta siempre a cualquier persona sin distintivos de ningún género, y menos por su sexualidad física o psíquica como tú me habías insinuado. Los templos, catedrales, capillas, oratorios o cualquier lugar religioso siempre están abiertos del mismo modo.
—También los he visto siempre como dices —asiente Ciri
—Para concluir mi explicación, querido compañero, tengo amigos, he trabajado en catequesis y compartido la Eucaristía con personas que físicamente tienen un sexo, pero personalmente se experimentan como otro, lo que vulgarmente llama la sociedad homosexuales (mujeres u hombres) y nunca, en ningún momento ha habido distinción alguna, ni problemas sobrevenidos por tal asunto.
—También he de añadir que el Código de Derecho Canónico, así como algunas personas con cargos jerárquicos dentro de la Iglesia Católica, resaltan, según mi opinión, demasiado las exigencias a estas personas que se manifiesten del modo que venimos hablando. Un ejemplo práctico es que no se admite al Orden Sagrado (diácono, presbítero u obispo) a ninguna persona homosexual; añado más, se da la exclusión por el sexo genital: las mujeres tienen prohibido el acceso al sacerdocio y esto no es necesario demostrarlo.
El compañero me ha escuchado con total atención, asintiendo de vez en cuando y endulzando la cara según la explicación. Como es tan apasionado tiene la intención de aplaudir, pero me adelanto y le digo que para completar el sermón lo invito esta tarde.
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Viernes, 12 de Septiembre del 2025
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Sábado, 13 de Septiembre del 2025
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