Castilla-La
Mancha no se entendería sin nuestros campos, sus cultivos, productos y
materias primas como el aceite, el azafrán, el queso, la miel o el ajo, y
un sinfín
de derivados. Estos elementos constituyen algunas de nuestras múltiples
señas de identidad, en una historia, como región de España, marcada
siempre por nuestro carácter rural.
Sentimos
orgullo de esa historia ligada a las labores agrícolas y ganaderas que
se han desarrollado y se desarrollan en nuestros pueblos, que tampoco se
entenderían sin
el trabajo y el esfuerzo de las mujeres, que hemos sido fundamentales
en la dedicación al campo, mientras sosteníamos en exclusiva el peso de
las familias.
Han
sido las manos de nuestras madres y abuelas las que han cuidado de los
animales; las que recolectaban, ordeñaban, amasaban el pan o regaban el
campo cuando sabían
que tenía sed. Manos curtidas por un trabajo con el que no solo hacían
prosperar a sus familias sino con el que sostenían la vida en nuestros
pueblos.
Aquel
legado, elaborado en base a dedicaciones silenciosas y nunca
reconocidas, fue la simiente con la que nuestras hijas y nietas
reinventan e impulsan el entorno rural
desde posiciones de empoderamiento y liderazgo. Las manos de las madres
y abuelas que sembraron son hoy las manos de compañeras que innovan, ya
no solo para sostener la vida en nuestros pueblos sino para
transformarlos.
El
esfuerzo de miles de mujeres del pasado germina hoy en nuevas formas de
vida y de emprendimiento, motivadas por algunas de las herramientas que
nos hemos dado en los
últimos años, como la Ley contra la Despoblación, el Estatuto de las
Mujeres Rurales o poderosos incentivos económicos para el desarrollo de
negocios. Tenemos muy presente que algo más del veinte por ciento de las
mujeres que vivimos en nuestra región lo hacemos
en entornos rurales, afectados, además por el fenómeno de la
despoblación.
Pero
gracias a estas herramientas e incentivos desplegados en la última
década, Castilla-La Mancha está recuperando habitantes en zonas en
riesgo de despoblación, y esta
situación tiene mucho que ver, tanto con las mujeres como con las
oportunidades que estamos siendo capaces de generar para nosotras en el
medio rural, a través de políticas de igualdad.
Esas
manos emprendedoras e innovadoras están convirtiendo la lavanda en
productos de higiene y del hogar, vendidos en establecimientos que
aprovechan el impulso al turismo
que vivimos en nuestra tierra y que llenan de vida nuestros pueblos.
Las mismas manos que transforman la sal y el ajo en productos de alta
cocina o la flor del azafrán en joyería y bisutería de autor.
Manos
de compañeras que producen aceites y vinos ecológicos, que desarrollan
negocios de proximidad vinculados al ocio y la hostelería, que dirigen
explotaciones agrícolas
y ganaderas y que se van incorporando a la dirección de grandes
cooperativas, representando ya el treinta por ciento de las personas
socias. Es importante destacar que Castilla-La Mancha se consolida como
la región de España en la que más han crecido las titularidades
compartidas, siendo la segunda autonomía con mayor número de ellas.
La realidad demuestra que el mundo rural se está transformando y que somos las mujeres quienes estamos desarrollando las nuevas oportunidades de desarrollo, sin olvidar las labores que podríamos considerar más tradicionales en el campo, donde nos incorporamos, con mucha fuerza, a posiciones de liderazgo. Por eso es justo y necesario reconocer nuestro esfuerzo, dedicación y nuestros éxitos, porque son nuestras manos, como fueron las manos de nuestras madres y abuelas, las que impulsan la vida en nuestros pueblos. Feliz Día de las Mujeres Rurales.
Sara Simón Alcorlo
Consejera de Igualdad de Castilla-La Mancha
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Miércoles, 15 de Octubre del 2025
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