Opinión

Adiós, Santiago

Carta abierta a Santiago González Laguna

Antonio Ropero Muñoz | Domingo, 9 de Noviembre del 2025
{{Imagen.Descripcion}} Santiago González (derecha) en una de sus últimas fotografías Santiago González (derecha) en una de sus últimas fotografías

El 1 de septiembre de 1974 accedí al Colegio José Antonio después de haber sido alumno desde los 3 años hasta los 10 con un excelente maestro D. LUIS FERNÁNDEZ DE PABLOS, cuando mi padre me sacó del colegio para hacer el ingreso en Bachillerato.

Cuando el maestro se ponía malo, o tenía alguna urgencia administrativa, allí estaban los sustitutos, los “Lagunillas”. Jerónimo, Joswaldo… y algún otro.

Allí conocí y empecé a querer a Santiago González Laguna “Robamiés”, apodo que llevaba con orgullo. Estaba de directora María Rita y al año siguiente María Dolores (los apellidos no los recuerdo).

Para mi sorpresa fui destinado a ocupar una de las plazas de 4º compartiendo edificio con D. Casildo Ruiz que daba a 5º con el que estuve tres cursos. En el colegio San Fernando.

Carrero Blanco ya había “volado”, muere Franco, gobierno de Arias (qué tertulias políticas) y Santiago de director. Asoman los colores y Santiago, hombre de centro, espera paciente en silencio. Cuando puede, habla, sentencia y fin del follón. Gobierno de Suarez, primeras huelgas serias en educación, 17 días sin trabajar todos los maestros del colegio menos uno, sin conseguir absolutamente nada.  Se desconvocó la huelga y todos a clase con “el rabo entre las piernas”. El ministro del ramo dijo en la prensa que los maestros eran muy buenos pero que, aunque tenían razón, no nos daba ni un “duro”. Acoplo de las Leyes Fundamentales del Reino para que se aprobara hacer una Constitución con cambio de LEYES FUNDAMENTALES buscando entresijos en la redacción para ajustar la ley a la legalidad.

El ambiente del colegio era buenísimo hasta que llegaban los Claustros de Evaluación y aquello era “Troya”.

La plantilla de la 2ª etapa estaba compuesta en el año 1976-1977 por Pilar Fernández, Paco Téllez, Luis Ortiz, Luis Ballesteros, Santiago y yo mismo.

¡¡¡Qué Claustros de Evaluación!!!, la regla de oro consistía en cada uno de nosotros defender a nuestros tutorandos y luchar por ellos tanto por una décima como por medio punto… o por uno entero.

Alguno se ponía nervioso y alguna silla salía rebotada tras chocar con una pierna o con un pie de forma fortuita, los tableros aguantaban verdaderas palizas de nudillos o golpazos exigiendo que “Fulanito” fuera NOTABLE, y “Menganito” SOBRESALIENTE; “Zutanito” y “Perengano” habían mejorado desde su punto de partida y por el trabajo desarrollado y el esfuerzo acreditado merecían un humilde APROBADO que no truncara su futuro de trabajador al recibir el TÍTULO. Eran cuestiones personalísimas y de vida del alumno en un presente muy incierto.

Santiago, con infinita paciencia y con autoridad, nos cogía a Luis y a mí y empezaba su discurso trimestral: todos somos amigos, luchamos por lo mismo y se acabó el teatro, los números… A VOTAR. Y las cosas salían.

El tercer año, mi quinto en Colegio José Antonio, las cosas se pusieron tensas y llegamos a la conclusión que había que partir el colegio. Demasiados alumnos, demasiada zona, demasiados profesores, intereses diversos, progresistas y conservadores en los dos bandos profesorales

¿Quién se iba y quién se quedaba? Elegimos por antigüedad en el Centro. Un grupo formado por D. Casildo, Luis Ballesteros y yo acordamos marcharnos a una nueva experiencia como era arrancar la creación de un colegio nuevo, con alumnado nuevo y en la zona del ¡¡¡CANAL!!!

Adelante y sin miedo nos fuimos los tres acompañados de cuatro profesores más procedentes del concurso de traslados. No era un grupo escolar completo. Pero teníamos libertad total de acción, aunque legalmente Santiago ostentaba la representación del centro.

Proyectos, actividades compartidas con otros colegios, reuniones políticas y sindicales tanto fuera como dentro de la población….

Santiago que perdía la mitad del alumnado, del profesorado no puso dificultades. Vio que era buena la partición del colegio y la apoyó.

Curso 1980-1981, el Colegio San Antonio era independiente total. Asumí la dirección y siempre tuve a Santiago a mi lado aconsejándome, animándonos…

Por motivos como este nunca te olvidaremos.

Por tu grandeza humana te querré siempre y tengo que decirte, allá donde estés y solo puedes estar en un sitio, el gran dolor que he sentido cuando mi hija Belén me ha comentado tu fallecimiento.

Santiago, te merecías un entierro con tus amigos, con los que te queríamos, eras mucho para tantos de nosotros.

Los socialistas solemos decir “que la tierra te sea leve” pero queremos que descanses en paz con tu amada Amparo por quién tanto sufriste en los últimos años y tanto sacrificio te costó.

Hasta la eternidad AMIGO, COMPAÑERO Y HERMANO.

Antonio Ropero Muñoz

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