Opinión

Avatar: La Leyenda de Aang; una obra maestra en su género

Luis Manuel Serrano Novillo | Martes, 16 de Diciembre del 2025
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Hay animaciones que se quedan contigo para toda la vida, bien porque de pequeño las veías constantemente y te quedabas enganchado, o bien por su historia y personajes. En mi caso, siempre he amado las series y películas de animación, pero hay una que me pilló en mi adolescencia y que se convirtió en una de mis favoritas, junto con la trilogía de Cómo entrenar a tu dragón. Esa es Avatar: La leyenda de Aang.

Ya hice reseña en su día de su adaptación live action en Netflix, comparándola con la horrible película que hizo M. Night Shyamalan, y gracias a esta descubrí la maravillosa serie de Nickelodeon. Y no, no vengo otra vez a repetir lo mismo.

La intención de esta reseña es comentar por qué me parece una obra maestra en su género y, de paso, recomendárosla si aún no la habéis visto.

Esta maravilla, creada por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko, cuenta la historia de justamente el Avatar, un ser cuasidivino capaz de controlar los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Ahora, con la amenaza de la Nación del Fuego, Aang deberá derrotar al Señor del Fuego y, de paso, aprender a dominar los elementos.

Primero que nada, el mundo creado en esta serie es increíble, basándose por completo en la cultura asiática. El Reino de la Tierra se basa en los comerciantes chinos; las Tribus del Agua, en los inuit; los Nómadas del Aire, en los famosos monjes shaolin y también en los monjes budistas; y la Nación del Fuego no es más que un retrato del Japón imperial. El estilo de lucha y las peleas no tienen nada que envidiar a otros animes porque sí, aunque parezca mentira, Avatar es un anime occidental. Las peleas se basan en el dominio de los elementos y cada una tiene su propio estilo, lo que hace que sea dinámico y propio, a la par que original.

La historia creo que es de lo mejor jamás hecho en el medio y, pese a que esta serie la vi en su día con 13 años, sabía que era buena, pero no la recordaba tan buena. Es algo básico, pero el cómo está hecho y, sobre todo, la dinámica y los arcos de los distintos personajes hacen que te preocupes y te encariñes con ellos. No quiero hacer ningún spoiler, pero os aseguro que el arco de Zuko es de lo mejor que he visto en mucho tiempo. Añadir también el dilema moral del propio Aang y cómo este debe aceptar su destino de ser el Avatar pese a negarse a serlo.

Incluso Sokka, siendo el alivio cómico de la serie, acaba evolucionando y se vuelve un personaje entrañable. Y, por supuesto, no puedo olvidarme del resto, como Katara, Toph, Azula y el mejor personaje jamás creado: el tío Iroh.

Todos y cada uno de ellos tienen su propio desarrollo e historia que contar y, en parte, es gracias a la amistad entre los personajes por lo que sigues la historia hasta tener un desenlace satisfactorio.

Avatar también tiene sus mensajes y moralejas para el público no solo infantil, sino también adulto, y que una serie de animación tenga eso sin perder su identidad es para quitarse el sombrero. Porque donde otras muchas, sobre todo actuales, se quedan en el humor o en los chistes básicos, esta serie tiene momentos donde realmente acabas emocionándote, y eso es de aplaudir. Ojo, esta serie es de 2005, cuando Nickelodeon competía junto a Disney Channel y Cartoon Network, y es mil veces mejor que otras, sin menospreciar a las que vinieron después, como es el caso de Hora de aventuras, Gumball, Steven Universe, Gravity Falls o Historias corrientes, quizá las últimas grandes en su género.

Y aunque esto suene a comentario de señor mayor, tengo que decir que ya no las hacen igual. Ya no hay grandes historias animadas con tramas maduras, aunque, bueno, Arcane me ha demostrado lo contrario.

El caso es que creo que la animación también se usa para contar grandes historias y esta serie es la prueba de ello.

Avatar, como toda buena historia, es una trilogía compuesta por tres libros: Agua, Tierra y Fuego. Como en toda trilogía, tiene un inicio para conocer su mundo y personajes; una segunda parte para dejarte con un nudo en la garganta y pensar cómo seguirán adelante nuestros héroes; y, por último, un tramo final con una épica batalla y un desenlace para hacerte llorar. Esto, en animación, solo lo he visto en la trilogía de Cómo entrenar a tu dragón y en las tropecientas películas que he visto, como la saga de Star Wars y El señor de los anillos.
Bien, Avatar lo hace, y además todos y cada uno de los personajes que conoce Aang son importantes e imprescindibles. Esto solo lo he visto en una ocasión: Fullmetal Alchemist: Brotherhood, anime que me encanta y cuyo viaje me parece emocionante de principio a fin.

Avatar: La leyenda de Aang no es otra serie más; es un viaje lleno de emoción, amistad, perdón, acción y, sobre todo, está hecha con cariño y corazón. Es una serie que, si en su día te marcó cuando eras pequeño, ahora de adulto, al verla, notarás más cosas que hace años no pillaste y sacarás una lectura más extensa de sus personajes y su mundo.

Simplemente solo puedo decir que la veáis si sois de esos que creéis que la animación es para críos: miradla y os puedo asegurar que no es para nada lo que pensáis o hayáis visto.

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